PAG. 4 SECCION: INF. GRAL. CABEZA: Los veintes: la reaparicion de los transgresores CREDITO: CARLOS MONSIVAIS En la decada del veinte, al amparo de "la bohemia burguesa", reaparecen los homosexuales, por fin liberados de las paginas policiales. Las circunstancias son en extremo distintas: la Revolucion Mexicana ha quebrantado muchos de los prejuicios, entre ellos el mas extremo: la impensabilidad de alternativas a la moral dominante. Por eso, sin preambulos, aparecen los homosexuales en una atmosfera de libertades relativas pero intensas. Entre ellos figuran Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Elia s Nandino, Porfirio Barba Jacob (escritores), y Manuel Rodriguez Lozano, Jesus Reyes Ferreira, Roberto Montenegro, Alfonso Michel, Agustin Lazo (pintores). Ellos representan la sensibilidad distinta, el fluir de lo europeo, el "decadentismo" que irrita en demasia, los modales finos que son una provocacion. En los anos veintes y treintas la homofobia es actitud tan generalizada que no necesita singularizarse. Nadie, en rigor, es homofobo porque todos, en algun grado, detestan o desprecian o compadecen a los homosexuales, "error de la naturaleza". Como ya se reconoce la existencia de la homosexualidad, es conveniente proteger a la Revolucion de sus devastadores efectos. Asi, Jose Clemente Orozco caricaturiza a los gays arquetipicos y le da nombre al grupo: "Los Anales". Antonio Ruiz el Corzo dedica un oleo a fu stigarlos y alli, amparado bajo un gigantesco 41, desfila un conjunto de "preciosas ridiculas": Novo, Villaurrutia, Rodriguez Lozano, Montenegro, Antonieta Rivas Mercado, Lupe Marin. Diego Rivera dedica un panel de los muros de la Secretaria de Educacion Publica a denostarlos. Y del arte se pasa a la politica. En 1932 se reinstala en la Camara de Diputados el Comite de Salud Publica dedicado a eliminar a los contrarrevolucionarios del gobierno. El 31 de octubre de 1934, un grupo de intelectuales (Jose Ruben Romero, Mauricio Magdaleno, Rafael Munoz, Mariano Silva y Aceves, Renato Leduc, Juan OGorman, Xavier Icaza, Francisco L. Urquizo, Ermilo Abreu Gomez, Jesus Silva Herzog, Hector Perez Martinez y Julio Jimenez Rueda) le solicitan al Comite de Salud Publica que, ya que se intenta purificar la administracion publica, se hagan extensivos sus acuerdos a los individuos de moralidad dudosa que estan detentando puestos oficiales y los que, con sus actos afeminados, ademas de constituir un ejemplo punible, crean una atmosfera de corrupcion que llega hasta el extremo de impedir el arraigo de las virtudes viriles en la juventud (...) Si se combate la presencia del fanatico, del reaccionario en las oficinas publicas, tambien debe combatirse la presencia del hermafrodita, incapaz de identificarse con los trabajadores de la reform a social. En un tiempo ya marcado por la modernizacion, la cultura popular sostiene dos imagenes: el senorito afeminado, el colmo del ocio de la clase alta que pervierte proletarios con su dinero, o el joto de burdel, el infortunado producto de una tragedia biologica. No hay terminos medios. Y entre estas dos visiones, la del aristocrata languido y lascivo que abusa de la pobreza que acompana a la virilidad popular, y la de la victima de la biologia que se contonea pateticamente, la conclusion es drastica: la homosex ualidad es anuncio de la desintegracion burguesa o chiste macabro del destino. En cualquier caso, lo inadmisible es la idea de un hombre que se feminiza. A eso se anade el machismo internacional, robustecido en los sectores de izquierda por la persecucion que, desde 1933, se desata en la URSS. Los stalinistas proclaman "la decencia proletaria" y definen a la homosexualidad: "Producto de la decadencia de los sectores burgueses" y "perversion fascista". En enero de 1934 hay arrestos masivos en Moscu, Leningrado, Jarkov, Odesa. A los detenidos (actores, escritores y musicos entre ellos) se les acusa de participar en "orgias homosexuales" y se les condena a vari os anos de trabajos forzados en Siberia. En 1934, intervencion personal de Stalin mediante, se introduce una ley que castiga a los actos homosexuales con cinco anos de prision (si son "consentidos") o con ocho anos si hubo empleo de la fuerza o la seduccion se condujo "publicamente y con intento declarado". "Si pudieras quedarte, dueno mio..." Hasta hace muy poco, el desafio homosexual solia consistir en la actitud, retadora, nunca en la verbalizacion o en la representacion de las preferencias eroticas. El medio no lo admitia. En la novela de Rodolfo Usigli, Ensayo de un crimen, el jefe policiaco describe al asesino: "Es un demonio, como buen representativo de la joteria". Y el homosexual, para serlo, necesita resistir a fondo, volverse todo lo invulnerable que puede a traves de la agresividad y el autoescarnio. El ejemplo maximo en Mexico es Sal vador Novo, hostilizado como ningun otro, que se defiende desde la ironia, el sarcasmo y la incorporacion de la burla ajena a la propia: Ya se acerca el invierno, dueno mio estas noches solemnes y felices, se ponen coloradas las narices y se parten las manos con el frio. Ven a llenar mi corazon vacio harto de sinsabores y deslices en tanto que preparo las perdices, que pongo la sarten y que las frio. Deja tu mano encima de la mia; digame tu mirada milagrosa si es verdad que te gusto todavia. Y hazme despues la consabida cosa mientras un Santa Claus de utileria cava un invierno mas en nuestra fosa. Porfirio Barba Jacob, nacido en Colombia, es un poeta que se niega a la ironia, y elige el tono dramatico o patetico. El no se protege de su romanticismo, se entrega a el sin contemplaciones: "Como en Sodoma un dia, nuestro dia, es para el goce esteril...". Y se involucra en la sacralizacion del objeto amado: Amo a un joven de insolita pureza, todo de lumbre candida investido: la vida en el un nuevo dios empieza, y ella en el cobra numero y sentido. Confesarse, resistir desde la literatura. Novo y Barba Jacob pagan un precio altisimo por su "descaro". A otros se le castiga por su homosexualidad de diferentes formas: a Jesus Reyes Ferreira se le expulsa de Guadalajara luego de hacerle barrer las calles; a Manuel Rodriguez Lozano se le envia a la carcel por un robo de grabados de Durero que el no cometio; al pintor Alfonso Michel se le estigmatiza en Colima, su ciudad natal. Y sin la defensa de la fama o el prestigio, muchos homosexuales, por el solo hec ho de serlo, son golpeados, vejados, encarcelados, asesinados. Y nada mas el crecimiento internacional de la tolerancia y el desarrollo civilizatorio hacen posible el cambio de actitudes. Un ejemplo: en 1973 Nancy Cardenas, la primera mujer en salir del closet, monta Los chicos de la banda (The Boys in the Band), la pieza de Mart Crowley sobre una fiesta gay y la cultura del ghetto, que mezcla el autoescarnio con el sentimentalismo y la busqueda de tolerancia. Las autoridades de la Delegacion Benito Juarez la prohiben "porque ofende a la moral y las buenas costumbres", y la comunidad intelectual y artistica responde con manifiestos, articulos, reuniones de protesta. La censura cede, la obra dura meses en el teatro de estreno y la homosexualidad deja de ser la reconstruccion (semiclandestina) de monologos de la angustia, suicidios de la culpa y asesinatos por el asco, para, asi sea por via del melodrama, iniciar su normalizacion. En los anos setentas todavia es muy estricta la nocion de limites. En 1975, por ejemplo, se prohibe la revista Eros, dirigida por Guillermo Mendizabal, que combina desnudos femeninos y desnudos masculinos (no frontales). El regimen de Luis Echeverria no consiente tamana liberalidad. Pero la tendencia es, si no a la aceptacion si a la indiferencia. Jacobo Zabludovsky entrevista en Televisa a Nancy Cardenas, que defiende la normalidad de la conducta minoritaria. La revuelta en el bar Stonewall de Manhattan, d onde en 1969 decenas de gays resisten con furia una redada, en el gran estimulo que lleva a la formacion de los primeros grupos. Y ya a fines de los setentas, la sociedad mas bien se entretiene con la fiebre del come-out. A principios de los ochentas, la pandemia del sida se presenta y rehabilita de golpe los prejuicios homofobos, en Mexico como en todas partes. En 1985 Girolamo Prigione, nuncio papal en Mexico, califica al sida de "castigo divino", lo que a muchos les parece cierto, homosexuales incluidos. Dos anos mas tarde la situacion se clarifica: no hay grupos sino conductas de alto riesgo, y la intolerancia de la Iglesia Catolica y sus aliados civiles (el Partido Accion Nacional en primer termino, la organizacion Pro- Vida de manera enfatica) llega a extremos en el rechazo del condon y de las campanas preventivas. Y los grupos de activistas contra el sida, constituidos mayoritariamente por homosexuales, trabajan con abnegacion y heroismo. Es muy poco lo que se puede hacer, pero el impulso de los activistas es extraordinario. La devastacion del sida inutiliza a gran parte de las estratagemas de la "doble vida". En medio de la devastacion florece una cultura gay inesperada: revistas, bares, organizaciones. La homofobia empieza a ser un termino peyorativo, y la tolerancia avanza, asi persistan las presiones, las amenazas, las razzias y la griteria de la derecha que, en su proyecto de retorno a la Edad Media, obstaculiza la informacion. (La intolerancia hacia los enfermos proviene, mas que de iras biblicas, del terror irracional al contagio). Por lo demas, la pandemia obliga a conocimientos mas vastos y especificos sobre la vida sexual, que solidifican los esfuerzos de divulgacion anteriores. Se desvanecen los temores al uso abierto de las palabras, y pierden razon de ser (la que hubiesen tenido) las "zonas prohibidas" en las conversaciones y las publicaciones. Y el vigor de esta cultura de la sobrevivencia se impone por sobre los siglos de ocultamiento, de miedo ante la mera referencia a los genitales, de la supersticion que imagina la inocencia protegible de los demas, de la conviccion de la eterna minoria de edad emotiva y ciudadana de las mujeres, de la identificacion clerical del cristianismo con la represion del instinto. Pero la mayoria de los jovenes ni siquiera discute su derecho a ejercer su sexualidad (ya no sin "intermediarios": los condones). Y si esta por demas hablar del progreso, tiene sentido enumerar los avances sociales: mas libertad de expresion, mas libertad corporal, mayor sentido del humor ante los prejuicios, y, en gran numero de casos, canje de la culpa por la precaucion y la actitud desprejuiciada. Si esto no es suficiente, no resulta por ello menos alentador. Manana en este mismo espacio: El albur es el triunfo de la memoria sobre la agudeza ENTRETEXTO Como ya se reconoce la existencia de la homosexualidad, es conveniente proteger a la Revolucion de sus devastadores efectos. .