SECCION ESPECTACULOS PAG. 38 BALAZO: DEL CONTINENTE DEL TEATRO CABEZA: El camino a la Meca: especulacion intelectual CREDITO: BRUNO BERT Del escritor sudafricano Athol Fugard habiamos tenido oportunidad de ver en 1988 La leccion de la Zavila, bajo la direccion de Anthony Akerman, otro artista del mismo origen. La vinculacion con Mexico se daba a traves del actor Roberto DAmico, que ahora repite la experiencia de participar con los dos teatristas mencionados en un nuevo estreno para nuestro pais. Se trata de El camino a la Meca, que se esta presentando en el teatro Julio Prieto. Athol Fugard, a juzgar por su fama y las dos obras que le conozco, es un dramaturgo profundamente comprometido con su realidad social a la que analiza, refleja, critica e interpreta en sus trabajos que hasta la reciente desaparicion del sistema de apartheid solian contener un fuerte y directo matiz politico. Se trata indudablemente de un habil escritor, pero de esos que bien podrian haber optado por la narrativa o el ensayo en lugar del teatro. Sus obras son esencialmente especulaciones emocion ales e intelectuales que se van modulando a lo largo de extensisimos textos donde los actores no hacen mas ser soportes para este mar de ideas en medio de una inactividad notoria, apenas matizada por algunos actos cotidianos. Esto hace que, aunque el programa de mano lo considera "el escritor mas importante del mundo en habla inglesa", pueda sentirselo desde el hecho teatral como retorico, viejo y aburrido. Incluso a pesar del caracter progresista y libertario de sus ideas. En El camino a la Meca toma la historia real de Helen Martins, una interesantisima artista "espontanea" que accede al arte en edad madura, y es inmediatamente relegada por el pequeno pueblo en que vive, que la juzga entre loca y heretica por las extranas esculturas que realiza. Su lucha en soledad por no sucumbir a ese entorno mediocre y hasta peligroso, y la leccion de vida que plantea a traves de la luminosidad de su espiritu y mano creadora. Una vez mas: un excelente soporte manejado casi como una novela dialogada. Y aqui el director que esta ampliamente familiarizado con las obras de Fugard, ya que lo dio a conocer en varios paises nada hace, fuera de una conduccion extremadamente convencional del material, el espacio y los actores. En lo que a concepto de espacio concierne, colabora con el el conocido escenografo David Anton, que aqui construye una estructura paquidermica, decorativista e inutil que nadie utiliza, transita ni resignifica. Ni siquiera capta el espiritu de la obra de la Martins; y a que ella a juzgar por las fotos se acerca a un naif lleno de magia, mientras que lo que muestra Anton se aproxima mucho mas a un kitsch de bazar pueblerino. Y los actores deambulan por los espacios restantes. Tres son los interpretes: Mercedes Pascual, como Miss Helen; Mercedes Olea, en el papel de Elsa Barlow, amiga y admiradora de la escultora; y Roberto DAmico asumiendo al reverendo Marius. El trabajo del ultimo es el que presenta mayores matices, incide mas sobre el ritmo de la obra y se muestra mas solido y eficaz. Las dos interpretes se orientan mas hacia los caminos convencionales de la representacion de los personajes, estan mas "actuadas" sobre todo Mercedes Oela, que por momentos llega a distanciarnos a traves de una composicion plagada de cliches. En definitiva, un encuentro no demasiado afortunado con el teatro sudafricano, con un plantel cargado de prestigio y tambien de capacidades que, sin embargo, aqui no llegan a verse en la plenitud que seguramente todos deseariamos. .