PAG. 15 SECCION: CIUDAD CINTILLO: CHILANGUERIAS CABEZA: Cargados de agua y muertos de sed CREDITO: JAVIER GONZALEZ GATT* Parte de nuestras penurias, no pocas, los chilangos debemos soportar un trato un tanto cuanto discriminatorio, a partir de la manera como pudiendonos atender con diligencia y buenos modales, empresas, instituciones y personas pareceria que se refocilan con nuestra desesperanza. Ya adivino seguramente el lector hacia donde apunta el dardo, pero la cuestion es de que no se trata solo de un blanco sino de muchos, a saber: ¨Cuantas actas ha dejado de levantar por robos, abusos y otros actos delictivos de los que es victima, nada mas que por no ir a perder las horas inmisericordes en un juzgado, amen de los otros amenes que ya sabe usted que existen en las antesalas del infierno? ¨Que tal el berrinche cuando formado en la cola unica del banco, sin excepcion no quiero saber cual, pasan los minutos, los cuartos, las medias, los tres cuartos y hasta la hora completa para llegar al mostrador con el simple proposito de pagar su telefono, la tarjeta de credito u otra bagatela comparada con el envejecimiento y mohin que sufre de tanto esperar? Por supuesto que hay hasta 24 cajas pero nada mas cuatro funcionan y las encargadas de atenderlas tambien tienen sus necesidades fisiologicas, ganas de darle al lavadero con los clientes, o un etcetera de etceteras... Y ni para donde hacerse: en Sanborns y en los Vipes, aunque usted vea que hay mesas desocupadas, nada que, usted se espera hasta que el encorbatado del traje oscuro, menu en la mano izquierda y la derecha oteando en el aire como si le hubieran robado la antorcha en una emulacion de la estatua de la libertad, se hace senas con una mesera y va y lo siente a uno en donde se le pega la regalada gana y no donde usted desea. Ni modo, si no quiere echar a perder los molletes, malitos de suyo, se agu anta. Para que le cuento lo que usted ya sabe que sucede con los microbuseros en espera hasta que se rellene el expreso de la muerte; o en las farmacias de descuento en donde resultan mas dependientes que los clientes y ni asi lo pelan a uno, y no hablemos del colmo de los colmos que son los hospitales y que ya cuando le hacen caso al paciente, en ocasiones, resulta demasiado tarde. Al menos por eso deberiamos serles menos antipaticos a los provincianos que nos creen en un lecho de rosas, todo por que estamos sobrados de servicios y ellos sienten que trabajan como bestias de carga para conseguirlos. En efecto los tenemos, pero nos los sueltan a cuentagotas o, como el burro, con lo cual tambien guardamos identidad con los paisanos de cualquier confin: vamos cargados de agua y muertos de sed. * Periodista .