SECCION CULTURA PAGINA 30 CABEZA: Los demonios y los zumbidos IV CREDITO: Ricardo Pohlenz* Son muchos los que lamentan que Lovecraft no se hubiera dedicado a la literatura de manera mas formal: Sprague de Camp, quien sin conocerlo, estuvo cerca de varios de los miembros de su famoso "circulo", se lo reprocha abiertamente a lo largo de toda la biografia que le dedico; August Derleth, quien dedico gran parte de su vida a reunir la obra desperdigada del solitario de Providence y fundo la casa editorial Arkham para publicarla, no dejo de exhortarlo en sus cartas (casi de forma amenazadora) a que dej ra de perder el tiempo y se dedicara a escribir; su mujer, Sonia Greene, se dedico a mantenerlo durante su breve vida matrimonial en Nueva York, donde, entre el empeno y la decepcion, Lovecraft encontro sobradas razones para que siguiera sin florecer ese gran genio que todos sus allegados le reconocian. Lovecraft tenia sobradas razones para su desidia literaria: se consideraba a si mismo como un caballero (pertenecia a una de esas familias de rancio abolengo de Nueva Inglaterra) y como tal disfrutaba de la literatura tanto como de otros temas que podian seducir la atencion de su ocio, como lo fueron la astronomia, la arqueologia y la politica (mucho han dado de que hablar sus ideas politicas); enamorado como estaba de su condicion idilica de dandy, no podia pensar en rebajarse a ser un escritor prof esional, ademas, tenia el deber como tal de contestar cuanta carta le llegara (y nunca con unas cuantas lineas), al punto de que su correspondencia excede con mucho su obra; sin contar, claro, que se dedicaba a la correccion estilistica para sobrevivir, y que en tal oficio reescribio literalmente la obra de varios amateurs que buscaban afanosamente dejar de serlo. Lovecraft vivio entregado a un tiempo -romantico y de vetas goticas-, del que no le toco formar parte; su estilo literario ampuloso, afectado y sobrecargado en adjetivos, no hubiera sido tan chocante de haber sido contemporaneo de Poe (del cual, Borges lo considero un parodiador involuntario). Es cierto que Lovecraft llego a renegar de los horribles, pavorosos y demenciales que conformaban su estilo y se afano, -en vano, a pesar de los esfuerzos y recriminaciones que se autoreceto en aquellos tiempos por ser un moderno (aunque, hasta cierto punto: se sabe que aborrecia The waste land de T.S. Elliot). Aun cuando se tiene la imagen de Lovecraft como la de un caballero afable pero excentrico, neurotico y taciturno, indolente y echado a perder, el cual -aunque timido y reservado- era cordial y atento, incluso jovial y entusiasta a momentos (sus amigos guardaban los mas gratos recuerdos de su persona); no se puede dejar de pensar en un lado legendario, escondido y quiza apocrifo en el cual pueda verse como un versado practicante de artes magicas que hubiera sido mejor dejar enterradas, descubridor de secretos que apenas si dejo entrever en sus relatos y que -finalmente- le provocaron una tumba temprana. Es cierto que le divertia mucho visitar cementerios en mitad de la noche, lo cual hacia mas como humorada macabra que como oficiacion necromantica, tambien es cierto que el joven Robert Bloch, en su cuento La sombra que huyo del chapitel adjudica su muerte por cancer en el colon a fuerzas oscuras invocadas mas alla de este mundo que debian silenciarlo por saber demasiado, y que, tambien es cierto que recientemente, en una introduccion anonima del Necromicon, se le emparenta, en visiones y conocimiento con un contemporaneo suyo: Alesiter Crowley, la Gran Bestia, el ultimo gran brujo que han registrado los anales. Se tiene certeza de que nunca establecieron comunicacion, y que muy posiblemente, ni siquiera supieran de la existencia del otro. Puede decirse que Crowley, como Lovecraft, no fue un brillante escritor (se le daba mejor la magia) como puede verse en los relatos reunidos bajo el nombre El testamento de Magdalen Blair, donde externa, sin embargo, una desoladora vision nihilista de lo que es el otro mundo. *Critico literario .