SECCION CULTURA PAGINA 33 BALAZO: CABEZA: "Llevo medio siglo jugando a las mascaras" CREDITO: JAVIER GONI Cuando en abril del ano pasado, en Alcala, Miguel Delibes, en el acto de entrega del Premio Cervantes, levanto la vista de la media docena escasa de cuartillas con las que agradecia el galardon, se topo con ellos; ahi delante, en primera fila, o donde hubieran podido colocarse, despistando con su parquedad y un rato largo de gramatica parda a los de protocolo y a los de seguridad. En ninguna lista de invitados aparecian: el Mochuelo, el viejo Eloy, el Nin, el senor Cayo, el Azarias, Pacifico Perez, la Desi. Y Lorenzo, el cazador, el emigrante: el mas viajado, que es quien dirigia la cuadrilla. Tal vez penso Delibes que aquella banda le habian vivido la vida, se la habian sorbido poco a poco; sus propios personajes le habian disecado. Lo penso, entonces, lo penso y lo expreso en voz alta en sus palabras de aceptacion del Premio Cervantes. Y tal vez, tambien en ese instante, se fijo, sobre todo, en Lorenzo, en ese celador de instituto, cazador en sus tiempos libres, emigrante, despues, a Chile con Anita, la hija del churrero. Y Delibes se miro en el espejo, en esa mascara que llevaba Lorenzo, y se encontro no sus arrugas las naturales, las del envejecer en provincias, sino con las de Lorenzo. Y asi, ahora, en otro mes de marzo, justamente 40 anos despues de la publicacion de Diario de un cazador (para muchos, su mejor novela), Delibes publica Diario de un jubilado. "La verdad", recuerda ahora mientras recibe los primeros ejemplares de su nuevo libro, de esa novela, de ese genero al que, a lo mejor, nunca imagino que iba a volver, "es que los dias anteriores a la entrega del Premio Cervantes estuve totalmente enajenado. Mi cabeza y mi lengua eran las de Lorenzo, el cazador. Sin embargo, a medida que se aproximaba la fecha volvia a ser yo, poco a poco. Recuerdo que en el mismo discurso dije que habia de producirse una emocion muy fuerte para que ese estado de enajenacion cesase en el narrador. Esa emocion se produjo ese dia en mi". "Pase la vida disfrazandome de otros, imaginando que este juego de mascaras...", dijo tambien entonces, pero ¨se reconoce Delibes en todos ellos o, mas que en nadie, en Lorenzo, al que ahora ha vuelto? "Naturalmente, me reconozco en todos. Soy yo en todos, con sendas mascaras. Pero acepto que uno de los personajes con los que mas me he identificado ha sido con Lorenzo, el cazador. Lorenzo soy yo, pero un yo rebajado. Por otra parte o, quiza, por la misma, siempre he escrito sobre las aventuras de Lorenzo con gusto, quiza porque me parece un hombre simpatico y muy nuestro". Tres perdices de un solo disparo Un hombre simpatico, Lorenzo, y una buena escopeta (cosa que valoraba en extremo El Barbas, aquel otro personaje de ficcion, real como la vida misma, al que cuando Delibes le hablaba de Ortega y su tesis sobre Castilla, preguntaba si era "una buena escopeta" y desdenaba el que Delibes le dijera que era "una buena pluma". "Bah!", hacia un gesto con la cabeza El Barbas sin mover la colilla ni la boina). Y Lorenzo, como buen cazador, exageraba sus proezas cinegeticas, como aquella vez que mato tres perdices de un solo disparo. "Y volando las tres, claro", se rie Delibes, quien matiza: "Pero, ojo, la anecdota me sucedio a mi. Y casi todas las anecdotas que recojo en aquel libro son mias, me han sucedido a mi o a alguno de los miembros de mi cuadrilla." "Y esto ocurre, continua, "no solo con el cazador: en el viejo de El disputado voto del senor Cayo, en el Pedro de La sombra del cipres es alargada o en las aventuras de los ninos de El camino hay tambien mucho mio. Las novelas brotan de tres fuentes: la autobiografia, la invencion y la observacion, pero en la mayor parte de ellas, al menos en los detalles, prevalece lo primero". Al autor, pues, lo que es suyo. No solo las arrugas y la vejez. Y volvemos a su discurso del Cervantes, que a mas de uno le sono a despedida (de ahi la grata sorpresa de volver a encontrar a Delibes novelista). Es ese pasaje en el que decia que "a lo que debo aspirar es... a detenerme al borde del abismo y no escribir una letra mas". Esa era su intencion, reconoce, "pero condicionada, como dije tambien entonces, al hecho de darme cuenta de que estaba perdiendo la cabeza. Mientras esta este medianamente util, no renuncio a desarrollar una historia que se me ocurra. En esos dias, ya lo he dicho, yo volvia a ser Lorenzo, tal vez por el deseo de rematar una vida que habia tenido dos etapas, pero que habia dejado en el aire". Una vida, la de Lorenzo, que siempre supo que tenia mucho mas jugo. Delibes, como ya no fuma tabaco picado, no corre el riesgo de que le salga la "hoja oroja" de su librillo de papel de fumar, como temia el viejo don Eloy. De alguna manera, si piensa (aunque no sea de los que se calienten la cabeza con teorizaciones literarias) que un escritor siempre esta condenado a seguir siendolo. "Pero representa un riesgo hacerlo solo por oficio. El escritor no debe imponerse la necesidad de escribir una novela, porque ya sabe como se hacen. Su actitud debe ser respuesta a una llamada interior, a una exigencia". Los personajes envejecen mejor que el autor Pero, y a su edad, con casi 75 anos, por que se sigue. "Es como un deseo de comunicacion, de hacer participes a los demas de lo que sucede dentro de ti. Ya no existe la vanidad en mi (tengo la conciencia de que he llegado a donde podia llegar) ni tampoco necesidad de dinero. Continuo disfrazandome, porque durante medio siglo no he hecho otras cosas que jugar a las mascaras". Y es de suponer, ademas, que ni Lorenzo ni otras mascaras le fuerzan, a estas alturas, a no dejar de escribir. "Ni este ni ninguno. Nadie ni nada te fuerzan a seguir en el tajo. Narras espontaneamente. Te disfrazas porque el momento de ponerte la careta te parece divertido. Y, de ordinario, el sufrimiento (cuando las cosas no salen como pretendes, o cuando te estrellas en un momento de la historia) acompana al gozo de la creacion. De todas maneras, reconozco que en las tres novelas de Lorenzo las cosas han rodado con bastante fluidez". Y es que son tal para cual, y ademas, tal vez de la misma quinta o casi. "Lorenzo tiene diez o doce anos menos que yo y, hasta aqui, los relatos del cazador y del emigrante han respondido a experiencias personales. Este ultimo libro se despega de mi biografia, en cambio. Lorenzo se transforma en un pequeno burgues y se convierte no en otro yo, sino en reflejo de una sociedad para quien el puente de San Jose o el cuponazo [el premio mayor de la loteria] constituyen el sueno mas anhelado. Las aspiraciones de Lorenzo son mas vulgares, pero su reaccion ante la vida y sus juicios siguen siendo los mismos. Hay que reconocer, no obstante, que fisicamente el ha envejecido mejor que yo. No le duele nada. Esta en plena forma, hasta el punto de que en un momento dado enamora al viejo poeta que acompana". Me intereso por saber si todavia Lorenzo oye en su ciudad, Valladolid, "el expreso de Galicia". O Lorenzo o el. "Ya no le oimos ninguno. Desde aquella primera novela, Diario de un cazador, del ano 1955 a hoy, la ciudad ha crecido, se ha llenado de coches y ya no se oyen ni las campanitas de los conventos. Los ruidos han tapado a la poesia". Cuarenta anos despues, ¨el Lorenzo de hoy es verosimil? "Esta ha sido mi principal preocupacion. ¨Como hablamos los viejos? ¨Como hablabamos hace medio siglo o como nos van ensenando los jovenes? Yo creo que lo primero, es decir, mi protagonista habla como hablaba, aunque de vez en cuando incorpora algun vocablo o algun giro que se le ha pegado de la jerga juvenil. Este era el problema". Mi pregunta era como ha despertado, casi 40 anos despues, Lorenzo, que piensa de lo que ve a su alrededor, que piensa Delibes de lo que ve a su alrededor. La respuesta es esta (tal vez no me he expesado bien o me ha entendido perfectamente): "El cazador se ha dejado llevar por la vida. Unicamente de vez en cuando recuerda la escopeta con anoranza y reconoce que no ha vuelto a sentir nunca la emocion que experimentaba cuando los domingos de su juventud oia el despertador a las seis de la manana. Pero de ordinario se hace el duro, mira a los cazadores con suficiencia, sentencia que la caza es un deporte del Tercer Mundo. El coche, el juego, las reuniones con los amigos llenan toda su vida. Algo hay, sin embargo, que le saca de la vulgaridad, y es su relacion con don Tadeo Piera, un viejo poeta tullido, a quien lleva a pasear todos los dias y que imprime al libro un desarrollo original". Da la impresion de que a Delibes haber visto envejecer a uno de sus personajes mas queridos si no le ha rejuvenecido, si, al menos, le ha dado nuevos estimulos. "Esta novela creo que esta en la linea de las otras. Pero, por encima de la triste vulgaridad que refleja, esta, creo yo, la siempre divertida actitud del protagonista. Me ha costado mas que las dos anteriores, pero ha sido por razones de lenguaje. No me planteo, en fin, si es mi despedida: el tiempo lo dira. Te repito lo que siempre dije: si la cabeza funciona y hay un tipo que me pida vida, yo, si tengo fuerzas, se la dare". Aunque le sigan viviendo su vida, sorbiendosela poco a poco. No importa. Un autor y sus personajes son, siempre, vasos comunicantes. (De El Pais para El Nacional) .