SEC. INF. GRAL. PAG. 3 CABEZA: LA DEBILIDAD DEL SISTEMA POLITICO CREDITO: Gilberto Guevara Niebla No debe pasar desapercibida la observacion del Octavio Paz en el sentido de que ultimamente ha habido en Mexico excesos verbales y que estos son casi siempre -el tambien lo senalo- la antesala de la violencia. En realidad, seria una gran desgracia que la tragedia de Luis Donaldo Colosio no redundara en corregir defectos y cambiar la estructura politica del pais. Urge construir una via de salida a la crisis profunda, politica y moral, por la que el pais atraviesa. O lo hacemos, o Mexico se encaminara rapidam ente a una situacion todavia mas grave de inestabilidad politica. (A modo de epigrafe) Una dificultad de todo sistema politico es convencer a los politicos de hacer el trabajo sucio. Receptivos y sensibles a la lisonja y los aplausos, los politicos tiemblan cuando han de enfrentar a una masa en sus opiniones. El horror a la impopularidad es un sindrome bien conocido que explica no pocas monstruosidades politicas, algunas de ellas cometidas por gobernantes mexicanos durante este sexenio. Es el caso, a mi juicio, de algunas concesiones hechas a la oposicion por temor a la respuesta violenta de los disidentes en las elecciones de presidentes municipales y gobernadores de varios estados. Otra opcion, para evitar enfrentarse a la masa, es la de abstenerse, como sucedio, por ejemplo, con la cuestion de reglamentar las manifestaciones. Ante las multiples quejas del publico, las autoridades capitalinas se preguntaron si se debieran reglamentar las manifestaciones. Se abstuvieron de producir una respuesta y entonces se dirigieron a los partidos politicos buscando comprometerlos "¨Se deben reglamentar las manifestaciones?" se pregunto a los lideres politicos. No, dijeron unos, porque con ello se inhibe la libertad de manifestacion; si, dijeron otros, pues, independientemente del derecho que las ampara, producen efectos secundarios perversos, ajenos al objeto que las convoca. Por ejemplo, los manifestantes, en ocasiones, obstruyen deliberadamente el trafico de vehiculos; en otros casos insultan a personas; en otros mas, hacen "pintas" sobre edificios publicos y privados (durante la ultima marcha de profesores de la seccion 9 del SNTE, por ejemplo, se mancho con pintura de aceite el Museo de San Carl os que acababa de ser restaurado lo que creo un problema tecnico de dificil solucion); etcetera. Ha sido tan dificil para las autoridades resolver el punto sin exponer la imagen que al final optaron por, simplemente seguir en lo mismo: no reglamentar. Se dice, entonces: "se aplicara la ley". Pero, a la hora decisiva, las autoridades, temerosas de enfrentar el tumulto, optan por no aplicarla. He aqui, graficamente presentada, una vulnerabilidad atroz de nuestro sistema politico. El problema se agrava por la magnitud que alcanza el descontento social actualmente. Como ya se ha dicho, lo que hemos visto durante el sexenio de Carlos Salinas es un gobierno fuerte en sus medidas economicas e indiscutiblemente debil en el terreno de la politica. El programa de modernizacion coloco la politica en un lugar secundario y la reforma en este campo no tuvo la velocidad de la reforma economica. Este atraso no carece de consecuencias. A la debil presencia de la politica hay que agregar una fuerte herencia de descontento social que el pais recibio de diez anos de crisis y austerid ad. Los anos de crisis crearon al gobierno mexicano un vacio de consenso. En estas condiciones, los exitos economicos de Salinas se dieron a contracorriente y, como lo confirmo Chiapas, si en estos anos no hubo una explosion social ello se debio mas a factores culturales profundos -el peso que conserva la religion; la estructura familiar, etcetera- que a los dispositivos institucionales del control social. La politica en estos anos ha sido un terreno de accion en donde el Estado ha acumulado desventajas. El Estado se ha debilitado al convertirse el mismo cada vez mas en un espacio fragmentado y terreno de lucha donde se enfrentan, de manera abierta, ideas opuestas sobre el desarrollo nacional: por un lado, tendencias modernizadoras, que en general se proponen la consolidacion de una democracia moderna (a saber, una democracia basada en el respeto a las garantias individuales, con un autentico sistema de parti dos y procedimientos electorales universalmente aceptados); por otro, tendencias conservadoras representandas por muchas fuerzas que se niegan a cambiar, cuyos intereses se identifican con el antiguo sistema politico autoritario de tipo corporativo. Unas y otras, sin duda, han tratado de influir decisivamente en la sucesion presidencial. Es falso el sostener que la modernizacion es, exclusivamente, un proyecto de tecnocratas. Las fuerzas que defienden dentro del Estado la modernizacion del sistema politico (entendida como democracia), son muchas y abarcan toda una gama de posiciones ideologicas desde liberales hasta socialistas. Los tecnocratas, desde luego, quieren modernizacion, pero en su esquema no encaja la afirmacion de un sistema politico autenticamente democratico. Ellos suenan en establecer una tecnocracia: una suerte de oligarquia ejercida por los tecnicos con el correspondiente desplazamiento de los politicos (la ingenieria social substituye a la politica, la tecnologia desplaza a la retorica, los equipos de expertos a los partidos). Una rara dialectica ha dominado el debate entre la oposicion y el gobierno durante este sexenio. Dividido internamente, el Estado no ha sabido establecer una linea coherente de accion entre los actos de la oposicion y esto ha contribuido a la diversidad de respuestas y al protagonismo -que algunos juzgan excesivo- del presidente de la republica. En realidad, el Ejecutivo se ha visto obligado a intervenir, como ultima instancia, para enfrentar situaciones renovadamente criticas en donde el arbitraje presiden cial resulta decisivo para evitar rupturas mas graves en la estabilidad. No es hasta ahora, con la sublevacion de Chiapas y el sacrificio de Colosio que advertimos la verdadera dimension del descontento. .