SECCION: ESPECTACULOS PAG. 37 CINTILLO: Rock en California CABEZA: Los Caifanes, La Maldita, los apaches CREDITO: XAVIER VELASCO Han dado las nueve de una noche larga cuando de los banos del Universal Amphitheatre brotan cuerpos en estampida, como las postas de una escopeta enloquecida por el vicio de la destruccion. Con los pies por delante, los cuerpos saltan, aullan, galopan, chocan contra otros cuerpos poseidos por una misma urgencia: quemarse bajo el redoble de La Maldita, que esta en Los Angeles para dar fin, o al menos interrupcion, a una comezon que va muchas millas mas alla de la musica. ¨Millas?: el publico que salta urgido de caos se manifiesta en pie de guerra por una republica que les queda muy lejos, contra un pais en el que viven y seguiran viviendo. Hace unas horas, poco despues de arrancado el huateque, la turba se encargo de bajar del escenario al mismisimo Adrian Belew, bajo la contundente acusacion de no ser mexicano. A los ojos de un fuereno, el del festival Revolucion es un publico extrano, aunque predecible: basta con que la autodenominada Rita Guerrero se apropie del cliche zapatista para que la exaltacion se multiplique hasta la histeria; los abucheos o las ovaciones dependen de la bandera que los performers callejeros del Chicano Secret Service enarbolen. Controlar a este publico es tan facil, o tan dificil, como aprender a manejar las teorias de Pavlov. Roco y Saul, estrellas visibles de una noche literalmente salvaje, podrian haber soltado kilos, o libras, de demagogia y capitalizarla de inmediato. Sin embargo, ambos se han enfrentado a un auditorio de cuervos que en cualquier momento podrian masticarles las retinas. Roco ha recibido una gran bandera tricolor de las manos de sus seguidores, pero en lugar de levantarla y explotarla se ha limitado a recostarla sobre el monitor. Saul ha recordado que ciertas actitudes -es decir, estas actitudes- son r acismo puro. Vil. (El fantasma de Kundera insiste en recordar que no hay diferencia entre la victima y el verdugo.) Sin embargo, y a pesar de una demencia intimidatoria contra la minoria blanca que muy intrepidamente ha venido a meterse aqui, esta es una de las noches mas intensas que hoy por hoy pueden vivirse. El sonido es poco menos que esplendido. La banda Redd Kross cimbra timpanos y huesos. Los de Live le meten hartos bachocos al asunto. Pero son pocos, insignificantes, quienes se preocupan por escuchar la musica. Por eso Santa Sabina, banda oficiosa y suculenta, no ha podido hipnotizarlos mas que a fuerza de consignas. Por eso a nadie le preocupan los altibajos de La Castaneda. Y pese a eso, Roco no ha querido hablar de revolucion armada, sino mental. Roco ha invocado a la imaginacion, a la creatividad, a la civilizacion y a la desaparicion de las fronteras. Y la Maldita en pleno lo ha respaldado con algunas de las interpretaciones mas convincentes de su historia. Es imposible sustraerse al magnetismo candente del escenario. O al festin que arma esta turba pacheca cuyos mas recalcitrantes exponentes se arremolinan en el bano regando pisos y paredes de orines y alaridos. Uno se pregunta, en medio de lo que le parece replica verosimil de un infierno tentador, si este publico sera capaz de escuchar cualquier cosa. La respuesta es una oracion colectiva, entonada entre una calma extrana e inquietante: una vez saciados sus apetitos de caos, los irreductibles cantan suavemente los himnos caifanescos. El requinto de Alejandro, arrullo perfeccionista que masajea el cerebro, solo puede ser escuchado ahora, cuando las energias mas violentas se han escurrido hacia la alfombra del anfiteatro. El problema de La Maldita y Caifanes no ha sido exaltar al publico, que de solo verlos parece decidido a prender fuego a California entera, sino precisamente al contrario: darles el dificil regalo de la liviandad y acercarlos a la gran ofendida de la noche, que por supuesto es la musica. Mucho puede hablarse de un publico asi; razon de mas para pensar en huerfanos de identidad en un pais que todavia es de blancos, se parece mucho a los rockeros mexicanos de los setenta: simples apaches. Es por ello que no sera el silencio, sino el estruendo de estas bandas delirantemente requeridas, lo que permitira el dificil arribo de la civilizacion y la tolerancia. Al caer la medianoche del sabado 12 de marzo en Los Angeles, casi todo parece indicar que el futuro de Caifanes y La Maldita esta precisamente en ciudades como esta, donde su trabajo es requerido con frenesi. Pesele a quien le pese, ambos grupos ya son leyenda en Los Angeles, y dificilmente habra quien los detenga. .