SECCION: ESPECTACULOS PAG. 36 CINTILLO:OTRAS ONDAS En la antigua Escuela Nacional de Locutores, ubicada en la esquina de Lopez e Independencia, como parte de la instruccion para ubicarse ante un microfono, aparte de la distancia a guardar y los ejercicios propios de la voz (impostacion y respiracion adecuada), siempre nos recalcaban que debiamos modular la emision del sonido segun el estado de animo que queriamos transmitir. Una de las advertencias, siempre reiterada, era no gritar, en principio porque, si se hacia, el auditorio oiria los gritos, pe ro no entenderia nada. Ya en la practica profesional de oir radio, recordando a los grandes de siempre, ellos nunca alzaban la voz. No recuerdo haber oido gritar a don Fernando Marcos ante un partido espectacular; tampoco a Leonel de Cervantes, ni a Leon Michel, Ramiro Gamboa, Pedro de Lille, ni a Paco Malgesto. Cierto que el maestro Angel Fernandez gritaba, pero lo hacia de manera premeditada y especial, sin invalidar su voz, su mensaje ni sus metaforas de lo que era "el juego del hombre". Sin embargo, el alarido sigue presente en las cabinas de transmisiones radiofonicas. Pero esa forma de "comunicar" (sic) emotividad se ha vuelto parte de la manera general de alejar a la gente de las estaciones de radio. Antes que nada porque no ayuda a solventar una buena relacion comunicativa, al contrario: quien vocifera casi nunca tiene la razon. Desde siempre el grito ha estado unido a la prepotencia y a la cerrazon; quien brama en la casa es el padre, el mas fuerte, el que provee, pero no el que neces ariamente tiene la razon. En estos tiempos en que la sociedad adquiere un papel protagonico, a nadie en pleno uso de sus facultades le gustaria que le griten. Gutierrez Vivo, Tere Vale, Guillermo Ochoa y otros buenos conductores de noticiarios radiofonicos nunca levantan la voz. Pero hay otros, sobre todo en estaciones de musica tropical o ranchera, cuyo estado de animo e idiosincrasia solo aspira al grito destemplado, que finalmente es solo ruido en la comunicacion. Esos locutores pretenden conmover, pensando que el auditorio esta formado por tontos a quienes se les debe gritar para que comprendan. Estan equivocados, y sus dias como trompetas del juic io final ya son pocos. La gente no quiere imposiciones ni gritos. .