SECCION: ESPECTACULOS PAG. 35 CINTILLO: Rock en el Palacio CABEZA: Sting, un concierto de reconciliaciones CREDITO: Sergio Monsalvo A todas luces era dificil pensar que al nuevo conjuro de su nombre acudiera la gente en gran cantidad, ni siquiera para ocupar la mitad del aforo de Rio Churubusco y Anil. Pero los hechos desmintieron tal especulacion. El domo de cobre se lleno a pesar de que Sting ya ha venido varias veces; a pesar de que en una de sus pasadas visitas solo vino a llevarse una carretada de billetes y no dio ni una sonrisa fuera de lo estipulado en su concepcion escenica, mucho menos un buen concierto, solo cumplio con prese ntarse; a pesar de que asistio al Festival Acapulco 93 y se presto a las maniobras y enganos de los organizadores, de que el mismo publico supo. A pesar de todo esto, el Palacio de los Deportes se mostro a plenitud en graderias. Tanto asi que muchos de los lugares destinados a la prensa fueron ocupados por entes verdaderamente ajenos al oficio. En el palco donde se supone me tocaba presenciar el show, habia una familia completa: papi y mami, los cunados de ambos, los padres de ambos conyuges -sanos los malditos- en cordial charla y botana; tios de ambos sexos llegados de alguna provincia y ninos a granel. Incluso uno que otro adoptado. Ante la imposibilidad de enfrentarlos en conjunto opte por buscar un rinconcito donde realizar mi trabajo y, oh sorpresa, me encuentro con que en la misma situacion hay colegas por doquier: abriendo puertas, gritando desesperados, volviendo a salir, buscando asiento: "Todo esta lleno, joven, busquese otro", respuesta reiterada de los porteros. Y asi sucesivamente hasta rodear todo el circuito del inmueble. De los encargados de organizar esta cuestion, ni sus luces. Finalmente, en el ultimo recinto hubo algo. Ahi llego a refugiarse tambien Oscar Sarquiz, y en medio de las telaranas, de polvo acumulado p or el tiempo y de algunos homeless que nos miraban de manera inquisitiva, escuchamos el concierto. A las 20:30 horas en punto se apagaron las luces y aparecio el grupo abridor: Rada Factory, con el percusionista y cantante uruguayo Ruben Rada al frente. Un conjunto ritmico fundamentalmente que interpreto algo asi como afro-salsa-rock-reggae-funky. Las coristas fueron las que mas entusiasmo le pusieron, pero no cantando sino con una serie de brincos como de apache mariguano, probablemente un subgenero distinguido del slam. Media hora de actuacion solo para los registros. Lastima, porque Rada es poseedor d e autenticos palmares musicales, incluso junto a Jaci Pastorious, entre ellos. Cuarenta minutos despues, lo que a tanta gente motivo a asistir, un ingles en Mexico: Sting. En formacion de cuarteto con Dominic Miller en la guitarra, David Sancious en los teclados -con una calificacion sobresaliente- y Vinnie Colauita en la bateria, el prominente musico presento un buen programa de pop-jazz con ingredientes de primera. En esta ocasion Gordon Matthew mostro una cara menos renuente que en anos anteriores al publico mexicano. El bajista apellidado Summer parecio tener otra vez ganas de ent regarse a la musica. Aparentemente se ha reconciliado tambien con su pasado: sin que fuera necesario rogarle mucho, integro los exitos mas importantes de Police en su espectaculo. Para compensar tacho las declaraciones politicas ya rebasadas por la historia (Russians, The Dance Alone). Asimismo, evito toda referencia a la tortuosa obra autoterapeutica Soul Cages. Sobre un escenario austero, el excelente cuarteto de Sting se puso a trabajar. A diferencia de la gira realizada a proposito de Soul Cages, en la que Sting se limito a ejecutar de manera rigida, desganada y agotada su programa, esta vez su presentacion, desnuda de adornos, le causa un placer evidente. De vez en cuando el frio britanico incluso deja escapar una leve sonrisa. Sting rehuye el caracter de un inflado concierto de club al optar por incrustaciones potentes de solos filigranados. El asunto quiza llego a irritar un poco a los amigos del distinguido sonido del album Ten Summoners Tales en que el se basa esta gira. No obstante, lo que finalmente logra establecer un consenso en torno a su pop-jazz son los refranes. Ruedan del escenario como perlas luminosas y son lanzados al aire de la sala por el emocionado grupo. Sting sabe calcular el potencial de sus canciones, acierta el orden de himno para cantar balada y rock experimental. Ya sean las viejas canciones lacrimogenas como Every Breath... y Roxane, clasicos modernos como la balada acustica Fragile o nuevas ofertas de entretenimiento tomadas de Ten Summoners Tales, c ada numero da en el blanco. Con todo, no es posible ocultar el defecto de la noche: todas las melodias de Sting son intemporales, con su canto hablado resultan bastante palidas. Entonces, Sting solo parece una version dignamente envejecida de si mismo Como sea, en las canciones de Sting se agota el show, y el hecho de que estas piezas, a veces bastante voluntariosas, sirvan para provocar el extasis de las masas, es una buena senal de la reconciliacion del musico con sus actuaciones. .