PAG. 6 SECCION: Inf. Gral. CABEZA: La oaz duradera CREDITO: Fabrizio Mejia Madrid ¨Debe ser el gobierno el unico responsable de la lucha contra la desigualdad y la pobreza extrema? A unos dias del final de las jornadas por la reconciliacion en Chiapas, los sectores sociales que no estuvieron en la mesa bilateral de negociaciones levantan sus pliegos petitorios y sobrecargan las posibilidades de reaccion del gobierno federal. Despues de una decada en la que se redefinio el papel del Estado en la economia, todo parece indicar que amplios segmentos de la poblacion, desde los mas pobres hast a los mas ricos, siguen pensando que el sector publico es el unico que debe resolver los conflictos regionales. El caso de Chiapas es sintomatico: los ganadores piden al gobierno la eliminacion de los curas proclives a la Teologia de la Liberacion y el desalojo de los indios de las ciudades; los zapatistas demandan soluciones en nombre de los campesinos indigenas en una mesa donde no esta representada la Union de Uniones, la organizacion campesina mas grande de la region; las comunidades escindidas por la g uerra se descomponen, emigran a otros estados, entran en la espiral de la expulsion. Si las exigencias contrapuestas se le hacen solo al gobierno federal y si las principales fuerzas dentro del estado no van a un dialogo entre ellas, las condiciones de la reconciliacion no pasaran por la sociedad chiapaneca y, en lugar de una solucion duradera al conflicto, solo tendremos un cese al fuego fragil y precario. Una reforma no-populista de la politica debe diferenciar lo que es necesario de lo que es posible. En el caso chiapaneco, las necesidades de ganaderos y campesinos son moralmente justificables pero politicamente irrealizables, ya que su solucion no depende de una decision del gobierno sino de un acuerdo entre todos los sectores de la region. Lo posible en Chiapas es lo que arroje una negociacion amplia, con un futuro para todos. Las voces que hoy exigen que alguna de las partes sea eliminada o segregada del futuro chiapaneco exhiben una forma de pensar la nacion como un pastiche de grupos y zonas separadas, mudas entre si. Esta idea tradicional de la cultura politica mexicana se integra como un miedo ambiguo hacia los distintos, que nunca asumira la diversidad social como pluralidad politica sino como invasion y obstruccion. Este miedo al invasor esta en la base no solo del corporativismo y del Partido Unico sino sobretodo en la sensacion de que la politica es un asunto de quien tiene la verdad. Las declaraci ones del Frente Civico Cristobalense reflejan este temor convertido en verdad de casta, asi como las del zapatismo apelaban a cierta verdad tan ancestral como improbable. La reconciliacion chiapaneca no sera posible si permanecemos como insulas. Precisamente, la negociacion empieza por reconocer que la politica es una construccion colectiva del futuro comun a traves de la negociacion. Existe otra idea que impide las condiciones para la reconciliacion: que la vida digna es la heroica, la del sacrificio por un futuro paradisiaco y pleno. El clima democratico es menos dramatico, se basa en acercar las expectativas de los ciudadanos a las decisiones de sus representantes. Esto tiene que ver con el establecimiento de plazos para la negociacion amplia y para sus respuestas, es decir, con el tiempo. En Chiapas se vive la coyuntura y se abandona lo duradero. El final de sexenio se les presenta a estos actores politicos irreductibles como el fin de las posibilidades de solucion. Reconstruir el tejido social chiapaneco y detener la descomposicion social y cultural empieza, sin duda, por confiar en que todavia existen tiempos y compromisos para todos no necesariamente sexenales. .