SECCION: ESPECTACULOS PAG. 37 CINTILLO: MISTERIO Y SUSPENSO CABEZA: La dama de negro CREDITO: BRUNO BERT Hacia mucho que no regresaba al teatro Arlequin, espacio que me resulta especialmente agradable en cuanto que lo siento inalterado en su casi medio siglo de existencia. Entrar en el me vuelca a la sensacion de un clima que imagino como el que respiraron los de la generacion inmediata a la posguerra. Ahora, esa imagen se refuerza a traves de un espectaculo que acabo de ver en ese escenario y que tiene justamente todo el sabor de aquellos "policiales" que hacian furor en la decada del cuarenta, b jo la admonitoria figura de Agatha Christie. Se trata de La dama de negro de Susan Hill, con la adaptacion de Stephen Mallatratt y la direccion de Rafael Perrin, que ademas es traductor y tambien actor del mismo espectaculo. A poco de estar viendola, recorde su version cinematografica, algo tan insignificante que se me habia perdido completamente de la memoria. A decir verdad esta mas lograda esta adaptacion para el escenario que la pelicula misma, a pesar de los recursos que el cine otorga. La version que podemos ver en el teatro de los Haro Oliva ha sido reducida a dos personajes que, como un juego de cajas, realizan un montaje teatral de los hechos aparentemente sucedidos a uno de ellos. Por lo tanto la necesidad escenografica se reduce a unos pocos elementos resignificables a la vista del publico, en un escenario con un obvio telon de fondo acorde con el clima del trabajo que propone el libro. Aparecen, por supuesto, algunas sorpresas incluso en este renglon, pero siendo una obra "de terror " con cierto grado de suspenso, quedan al espectador descubrirlas, por lo que no seria leal describir en que consisten. La anecdota -fundamental en estos casos- aborda antecedentes tan antiguos como los del mismo Nosferatus, aquel monumento del cine mudo elaborado por Murnau, ya que coloca como protagonista de la trama a un anodino vendedor de bienes raices o empleado de una agencia de este tipo, a fin de hacer mas palpable el impacto de lo extra-ordinario en un sujeto sin particulares caracteristica s de personalidad. Sera el que se desplace -dejando a su novia como en el caso del primero- a un remoto condado (aqui ingles y no rumano, pero tambien previsto de una naturaleza hostil e inhospita). Alli, rodeada de pantanos impenetrables y casi oculta por una niebla permanente, se halla la tipica y antigua mansion, sede del horror que habra de impactarnos. Abandonada por la muerte de su ultima duena, una anciana de ambiguo renombre en la comarca, sera el espacio "magico" donde habra de pernoctar el incauto protagonista. Ni que decir que La dama de negro a la que hace referencia el titulo es un espectro decimononico alrededor del cual se jugaran los misterios de la mansion y los secretos de la anciana recientemente fallecida. Como vemos, nada falta en el acerbo de recursos ortodoxos, con una impecable recurrencia al genero negro. Dos elementos son los que hacen atractiva la propuesta: el primero es como esta encarado el trabajo de actuacion, con la multiplicidad de roles asumidos por solo dos actores; y el otro la suma de efectos especiales que sustituyen desde el teatro las carencias que este suele mostrar en relacion con las inagotables posibilidades que en el mismo renglon tiene el cine. En lo que hace a lo primero, German Robles es, de los dos interpretes, quien mas papeles articula. Y resulta interesante ver que son apenas detalles, dibujados con habilidad por el actor en el cuerpo del supuesto personaje, los que diferencian a los variados y accidentales interlocutores que propone para el protagonista. Es un juego teatral abierto que otorga el goce ludico que este arte tiene como caracteristica esencial, sin restar por ello verosimilitud a la trama "tortuosa" de la obra. Naturalmente nos hallamos ante la habilidad no solo del interprete, sino tambien de la direccion que ademas obliga a Perrin a multiplicarse en roles, como deciamos al principio. De todas maneras, resulta claro que es German Robles el verdadero actor de la escena, mientras que su companero se muestra mas bien como un valido contrincante, manejando en realidad su verdadera capacidad en el area de direccion, con un clima sostenido y una puesta claramente efectiva a los fines que el trabajo se propone. Naturalmente no debemos pedir a La dama de negro mas de lo que con justicia exigiriamos a una buena novela policial, que nos entretenga, que logre el suspenso necesario, que sea ligera y que por momentos pueda sosprendernos o aun atemorizarnos. Eso es todo, aunque no se trata de tan poco. Aqui el espectaculo consigue sus objetivos con la sala misma -ese clima del que hablabamos al principio, ya historicamente una rareza, que nos permite revivir los tiempos de oro de las obras de suspenso, con su pizc a (o tal vez mas) de brillantez y banalidad mundana. .