SECCION ESPECTACULOS PAG. 8 BALAZO: CABEZA: CREDITO: Xavier Quirarte ival, rezaban los carteles promocionales, era en memoria de Jim Morrison. Esos, pensaron los promotores, serian los ganchos para jalar al publico. Extranamente, no les falto razon. Hasta contra sus propios pronosticos la entrada fue bastante respetable, no hubo desmanes memorables y se presentaron todos los grupos prometidos, salvo Papa John Creach, quien fallecio la semana pasada y nadie tuvo la decencia de dedicarle unas palabras a su silenciado violin fraguado en el blues y el rock. Si algunos de antemano descalificaron a los grupos sin verlos, alla ellos. Bajo el prejuicio de que "su tiempo" ya paso, mucha gente evito el Toreo como si el lugar estuviera plagado de lepra. Si el galeron esta bastante destartalado, a punto de fenecer, la musica alcanzo momentos muy memorables. En ningun momento los rockeros congregados trataron de emular Woodstock, es mas, ni siquiera lo mencionaron. Simplemente llegaron a hacer lo que han estado haciendo desde hace muchos anos, aunque no figuren en los top ten de los noventa: tocar. Por impuntualidad (herencia del "para que llegamos temprano si va a empezar tardisimo") nos perdimos de la actuacion de Ray Manzarek, quien luego supimos -y nos arrepentimos- presento un espectaculo en el que acompano con las notas hipnoticas de su organo los poemas de Michael McClure. De ahi en adelante, todo fue in crescendo, salvo los enormes baches producidos por la parsimonia en el cambio de equipo (a veces hasta cuarenta minutos mediaron entre uno y otro grupo). La paciencia fue compensada con musica, musicas y mas musica. Edgar Winter, acompanado por el guitarrista John Dawson y el siempre vigoroso baterista Carmine Appice empezo a calentar el gelido Toreo de Cuatro Caminos con sendas dosis de rock y rhythm and blues. Incluso se dio el lujo de revivir a su "Frankenstein", quien se levanto y andubo con paso firme para beneplacito de todos los congregados. Llegaron bajo el nombre de Jefferson Starship, pero las presencias de Marty Balin, Paul Kantner y Jack Casady (¨donde estas, Grace Slick?) nos trajeron a Jefferson Airplane, sin la sentida ausencia de Papa John Creach (no falto quien gritara desaforado: "!que salga papa yon!"). Jefferson tiene las alas bien extendidas y todavia puede volar a traves de la recreacion de sus obras, algunas clasicas como "Crown of Creation", "Somebody to Love" y "Volunteers", y otras nuevas como "Im on Fire". Cuando Robbie Krieger se dedica a hacer lo suyo, esto es tocar la guitarra, estamos ante un musico que tiene como credo la fineza y el apego a la libertad expresiva. Eso no sucede cuando canta: todos los esfuerzos son vanos porque la sombra de Morrison pesa demasiado y vuelve mas grandes sus deficiencias vocales. Lo sublime llego cuando el guitarrista se tendio sobre las improvisaciones, con la sonrisa de satisfaccion en la cara, sin alardes de ninguna clase. Lo emotivo: ver a Manzarek y Krieger juntos, cim brando a todos con su "Light My Fire". Si, claro que faltaba la voz de Morrison, pero todos tratabamos de evocar al Rey Lagarto, de mantener la flama encendida: "Come on baby, light my fire". Eric Burdon, con un cargamento consistente en un colmillo gigantesco y un esplendido grupo comandado por el siempre impresionante tecladista Brian Auger, demostro que la vitalidad reside en la capacidad de reinterpretarse a si mismo, de juguetear en el escenario y apoyarse en los ejecutantes idoneos. ¨De donde salio ese espeluznante guitarrista?, nos preguntabamos todos, al ver al hombre que devoraba las cuerdas de la guitarra a la Hendrix para despues meter el acelerador a fondo y construir un solo por la ruta propia. Despues supimos que era Harry Wilkins, nombre al que debemos estar atentos. Auger, al igual que Burdon, en esplendida forma, es una maestro de la improvisacion. "Monterey", "Dont Let Me Be Misunderstood", "When I Was Young", los grandes exitos de antes, pero revitalizados, replanteados y resueltos con arreglos que los transforman, los vuelven casi irreconocibles. Las versiones largas permiten que los solos de guitarra y teclados se explayen, que los musicos busquen la senda de la improvisacion sin limitarse a un numero de compases establecido. "The House of the Rising Sun", la composicion anonima que con todo derecho Burdon ha hecho su hija predilecta, cierra su ac tuacion para dejarnos todavia avidos de musica. Leon Russell y su barba y cabello totalmente blancos cerraron la noche. Acompanado exclusivamente por un bajista y un percusionista negro -alguien juro y perjuro que era su hijo-, se encargo de relatarnos con sus teclados la historia de su "Delta Lady" y recrear "I Got a Woman" de Ray Charles y "Jumpin Jack Flash", justamente expropiada a los Rolling Stones, como bien ha hecho notar Oscar Sarquiz F. en este diario en la cronica del concierto. Tal vez era la hora -cerca de las tres de la manana-, pero dio la impresion de que Russell debio haber tocado a una hora menos cronica. Despues de que Eric Burdon habia incendiado el Toreo, la gente estaba cansada y lista para dormir. La noche del sabado la musica no necesito de luces espectaculares ni mucho menos de fuegos artificiales o proyeccion de videos en pantallas gigantes para deslumbrarnos. La musica viva, sin maquillaje, logro edificar una gigantesca escultura sonora que muchos quisieran ver derruida, pero que resiste gracias al inagotable oficio de este grupo de musicos .