seccion: inf. gral. guia: NAC 4 1a. cintillo: DESDE LA MURALLA cabeza: El calvario de Maastrichtcredito: Jorge Eduardo Navarrete PEKIN, 15 de marzo.-Todos los que recuerdan el proceso de negociacion del Tratado de Union Europea, concluido en diciembre de 1991 en la ciudad holandesa de Maastricht, convendran en que las dificultades y problemas que hubo que vencer para alcanzar su culminacion -que en ese momento fue saludada con gran optimismo como la aurora de la unidad regional- palidecen ante el tortuoso curso que ha seguido, a partir de ese momento, su ratificacion: un verdadero calvario. En marzo de 1990, tras quince meses de la conclusion de las negociaciones y catorce despues de la firma por los doce paises signatarios del instrumento legal que las expresa, dos de ellos aun no son capaces de completar las formalidades de ratificacion. En consecuencia, el Tratado, que se esperaba estuviera en vigor el 1 de enero del presente ano, aun carece de fuerza legal. El calvario de Maastricht ha reflejado un sorprendente e inesperado cambio de opinion respecto de la conveniencia de configurar en Europa uno de los vertices del triangulo global de la regionalizacion, que reconoce otros en Norteamerica y en el Pacifico asiatico, regiones cuyos respectivos instrumentos de cooperacion regional -el Tratado de Libre Comercio y la propuesta para integrar un Grupo Economico de Asia Oriental- enfrentan, cada uno, sus propias dificultades, de diverso alcance y naturaleza, algunas de ellas surgidas despues de su negociacion y su firma. En Europa, habida cuenta de las dificultades para la ratificacion de los acuerdos de Maastricht en Dinamarca y en el Reino Unido, nadie tiene ya seguridad de cuando va a transitarse, como lo propone el Tratado, de la etapa de integracion a la de union monetaria, economica y politica. En las otras regiones, al menos en el corto plazo, parecen prevalecer los enfoques nacionales de politica comercial y economica, por encima de las propuestas de colaboracion regional, ante la urgencia de responder a los presionantes problemas del estancamiento economico, los desequilibrios comerciales agudos y el desempleo masivo. A partir del calvario de Maastricht, por asi decirlo, se ha detenido o, al menos, se ha desacelerado la marcha de los procesos de regionalizacion. Este desencanto con la regionalizacion ha sido especialmente manifiesto en el Reino Unido, la nacion insular por excelencia. Alli, el proceso de ratificacion del Tratado de Union Europea se ha convertido en expresion del debate politico interno. Mas que ninguno otro de los doce, el Reino Unido se aseguro de que sus intereses y preferencias nacionales quedasen plenamente salvaguardados en el proceso de negociacion. Asi, el gobierno britanico consiguio exceptuarse de dos de las provisiones centrales del Tratado de Union Europea: el proceso de union monetaria, que culminara con la adopcion de una moneda unica, y la llamada Carta Social, que establece normas uniformes minimas en materia laboral y social para los participantes en el proceso de unificacion en Europa. Por ello, no se esperaban dificultades para la ratificacion, como lo manifesto repetidamente el primer ministro John Major, sobre todo en el semestre en que le correspondio presidir el Consejo de la Comunidad.