GUIA: ARENA SECCION CULTURA PAG. 11 CINTILLO: RELOJ DE ARENA CABEZA: Lawrence Durrell: puente entre Oriente y Occidente CREDITO: Jose Antonio Lugo "Pero debia aguardar todavia algun tiempo antes de que las nubes se disiparan para descubrir el paisaje secreto a que Clea se referia en su carta, y del que en adelante ella se aduenaria, pincelada tras lenta pincelada. Habia tardado tanto tiempo en formarse en mi interior aquella preciosa imagen, que me sorprendio tanto como a ella. Llego en un dia azul, en forma insospechada, imprevisible, y con cuanta increible sencillez. Hasta entonces yo habia sido como una muchacha timida, atemorizada ante el nacimien to de su primer hijo. "Si, un dia me encontre escribiendo con dedos temblorosos las cuatro palabras (­cuatro letras!, ­cuatro rostros!) con las que todo artista desde que el mundo es mundo ha ofrecido su escueto mensaje a sus congeneres. Las palabras que presagian simplemente la vieja historia de un artista maduro. Escribi: [Erase que se era.../. "Y senti que el Universo entero me daba un abrazo". El sabado pasado, 27 de febrero, se cumplio un aniversario mas del nacimiento del escritor de las lineas anteriores, Lawrence Durrell (1912-1992), el autor de Justine, Balthazar, Mountolive y Clea, que conforman El cuarteto de Alejandria y de Constance, Monsieur, Livia, Quinx y Sebastian, que constituyen El Quinteto de Avignon, entre otras muchas obras, como Tunc, Numquam, Cefalu, Antrobus, Limones amargos, El libro negro, etcetera. En nuestro pais, como en muchos otros, El cuarteto de Alejandria se ha conv ertido en objeto de culto. Tanto mi amigo Mauricio Carrera, en estas mismas paginas, como Joaquin Armando Chacon y Roberto Vallarino, entre otros, nos hemos dado a la tarea de recrear las escenas y los personajes de una novela esplendida por su belleza y profundidad, una "investigacion sobre el amor moderno", como el mismo la llama, a la manera de las mejores paginas de Stendhal, Ortega y Gasset o Denis de Rougemont. ¨Quien no ha quedado atrapado entre la fogosa sensualidad de Justine, "el torniquete sexual por el que todos habremos de pasar"; la desoladora tristeza de Melissa, "pajaro semiahogado en el mar, con el sexo roto"; la inteligencia, belleza fisica y talento de Clea, "vertida, todavia caliente, en el cuerpo de una joven Gracia", para no hablar de la ingenua y un tanto torpe sensualidad de Fosca; la belleza milenaria de los ojos de Leila, "la golondrina egipcia"; las cuencas vacias de Liza Pursewarden y sus man os hurgando la mascarilla funebre de su hermano Ludwig, o la virtuosa Semira, ardiente y desnarigada, futura propietaria del hospital de munecas que le regalaria Amaril? Por el lado de los hombres, los lectores somos asombrados testigos de la lucidez y el genio satirico de Pursewarden, quien tiene muchos rasgos de Henry Miller; la bonhomia francesa de Gaston Pombal y sus continuos errores diplomaticos; el romanticismo decimononico del bueno de Amaril; la pederastia irreprimible del viejo Scobie y su inolvidable loro; el conocimiento hermetico de Balthazar, el amigo siempre fiel; el misticismo y las fuerzas subterraneas de Naruz Hosnani, el del labio leporino; la impotencia de Da Capo, el viejo Capodistria, enfundado en su smoking de piel de tiburon, y la elegancia, sensualidad y poder de Nessim Hosnani, el esposo de Justine, el motor de la conspiracion. Para crear a este ultimo personaje, Durrell necesitaba a un joven copto, de rica familia, educado en el extranjero, casado con una judia, y escogio como modelo a un egipcio prometedor que reunia todas estas caracteristicas: Bouthros Ghali, que por ironias del destino hoy encabeza la Organizacion de las Naciones Unidas ¨Nessim Hosnani al frente de la ONU? Bueno, como diria Durrell, ¨que se puede hacer cuando la realidad se burla de ese modo de la imaginacion? Si observamos el transito literario y espiritual de Durrell a traves de sus principales ciclos narrativos, cuyos puntos nodales son El libro negro, El cuarteto de Alejandria y El quinteto de Avignon, veremos un acercamiento paulatino a Oriente. Si el final de la tetralogia alejandrina se puede equiparar a la aparicion del satori, es decir, de la iluminacion en el budismo zen, El quinteto de Avignon es ya una obra profundamente mistica, cercana a los gnosticos, cataros y templarios, donde Durrell, en esta su "novela tibetana" logra una vez mas crear puentes entre Oriente y Occidente, la verdad y la ficcion, el amor y el arte, la belleza y el dolor. A traves de su critica al racionalismo cartesiano y a su profunda busqueda de una "verdad" que supere las contradicciones de la vida -"No escribo para aquellos que nunca se han preguntado donde comienza la vida real"-, Durrell alcanza "una vision con el ojo de la mente" y una profunda comunion con la vida. Quisiera terminar estas lineas y, por tercer ano consecutivo, celebrar junto con Mauricio Carrera y Joaquin Armando Chacon el cumpleanos del viejo Larry, con un breve fragmento de El quinteto de Avignon, como una invitacion a los amables lectores para que ingresen al universo de uno de los mas sensuales narradores de la segunda mitad de nuestro siglo: "Abrazados ahora, semidormidos, sus deseos prosperaban con cada soplo de aliento y el siguio susurrando, contandole la historia del sexo, que siempre habia in spirado miedo y una piedad ejemplar. Era un motor alimentado por la mente y la ruda multiplicidad de esperma que requeria el suelo sediento de la matriz. El hombre solo no podia hacer nada, la mujer sola no podia resolver el dilema de sus necesidades terrenas. Y esta era la base del pensamiento y el sentimiento en todos los ordenes de percepcion" .