GUIA: fals SECCION: CULTURAL CINTILLO: LA OPERA CABEZA: Centenario del Falstaff Otras de la temporada CREDITO: ENESIMO NEMO Centenario del Falstaff. Otras de la temporada Enesimo Nemo Hace un siglo se estreno en La Scala la ultima opera de Verdi, cuando el compositor mas celebre de Italia en esos anos, cumplia 80, y cuando ya estrenaban obras de gran exito sus mas brillantes seguidores veristas, con Puccini a la cabeza, cuyo Manon Lescaut se puso en escena por primera vez tambien en 1893. Sabemos sin embargo que la edad real del Falstaff, si nos atenemos a la fecha de su composicion, es algo mayor: Verdi y su libretista Arrigo Boito dieron por concluida la partitura en 1890. En ese ano, en el que murio Wagner, partidario de un canto en el estilo ``airoso'', que acercara la emision de los cantantes a la del habla real, Verdi intenta precisamente la construccion de una obra donde son cortas las que podemos llamar precisamente arias, pero en cambio son abundantes los recitativos y las partes ca ntadas en la forma de la declamacion medida y entonada, el ``parlando'' por el rumbo del ``airoso'', que ha habia empleado Verdi unos anos antes en el Otelo (estrenado en 1887). El Falstaff fue naturalmente aplaudido por los criticos, los musicos y los especialistas, porque no se hallaba ya el patriarca de la opera italiana en situacion de ser puesto en duda como buen compositor, ni estaba de humor para recibir palmetazos esteticos. El publico verdiano mas culto disfruto de la obra, desconcertado sin embargo por la linea cada vez menos verdiana que a esas alturas se permitia desplegar el genio, que ahora manejaba una partitura mas laberintica y cargada de efectos ineditos, donde ab undaban los recursos narrativos y se hacia uso de sonidos y timbres orquestales desacostumbrados en el autor de Traviata, estrenada por cierto hace 140 anos. El publico en general se inclino con respeto ante el maestro, pero en el fondo se regocijo mucho mas ampliamente con el propio Manon Lescaut de Puccini, con Los Payasos, de Leoncavallo (1892) o la Cavalleria de Mascagni (1884), que son bellas obras, pero que resultan francamente alardes de rango medianisimo si se les compara con ese monumento de polifonia, riqueza ritmica y originalidad indiscutible que es el Falstaff. Al redactar las partituras de sus tres ultimas obras (Otelo, Falstaff, el Requiem), Verdi se encontraba mas joven y mas grande que nunca como artista. Aunque aun no lo comprenda el mismo grueso publico de nuestros dias, que es evidentemente mucho mas aficionado a las demas operas del maestro, con la excepcion del Otelo, que posee caracteristicas especiales, y que resulta comprensible y atractivo para todo genero de oyentes. Es triste que un genio llegue a la cumbre juvenil en la vejez, y deplorable es que no puedan hombres como Verdi (o como Wagner), vivir 100 anos mas. La imaginacion, la frescura, la agilidad, la delicadeza, la velocidad, la perfeccion, la variedad melodica, el profundo espiritu tragico y comico de Shakespeare, la magistral concepcion escenica, plastica y psicologica de la opera, hacen de ella la leccion de musica, la suprema leccion artistica del final del siglo XIX. Por eso es el Falstaff tan dificil de montar y de cantar. La hemos escuchado en Mexico con grandes baritonos en epocas pasdas (Warren, Geraint Evans). No la canto Tita Ruffo en 1919, ni la cantaron en Mexico tampoco algunos de sus grandes interpretes: Valdengo, Taddei. La han cantado baritonos mexicanos: Roberto Banuelas en 1967; en 1984 hizo el Ford con Guillermo Sarabia, durante las funciones musicalmente muy bien dirigidas por Eduardo Mata. El segundo elenco fue encabezado por Marco Antonio Saldana. Difi cil, imposible obra, que exige cantantes y actores superiormente dotados. Por lo que se refiere a la temporada de opera 1993 en Bellas Artes, a partir de marzo 7 se levantara el telon para ofrecernos la doble funcion tradicional de operas en un acto: exactamente Cavalleria y Payasos, con un reparto nacional e internacional del que nos ocuparemos en su momento .