PAG. 30 SECCION: DEPORTES CABEZA: FERNANDO MARCOS COMENTA Sabrosa, en verdad, la cascarita. Vimos lances de alto nivel... pases asombrosamente precisos, goles de diversa factura aunque solo uno, soberbio por cierto, de larga distancia: los otros fueron entrando a la meta como Pedro por su casa. ¨Y saben? el jugador que mas se divirtio fue el portero Pfaff, de Belgica. Hizo paradas asombrosas para su edad, hizo payasadas llenas de gracia y conquisto al publico alcanzandose la puntada de dar una vuelta al estadio, como un torero que acaba de cortar orejas y rabo al burel. ¨Y quieren saberlo? El que menos me gusto fue el homenajeado, senor Dirceu. El juego tuvo su gracejo: alguien hacia un gol y corria a buscar a sus hijos que habian viajado con el. Al fin y al cabo que el entusiasta publico tapatio lo pagaba todo. Tuve, no obstante esto, la prueba irrefutable de que, por lo que a calidad toca, nuestros muchachos tienen tanta como los extranjeros, si bien de estilo diferente. Alguien dijo que "el estilo es el hombre". Sin embargo, todavia no me explico por que se le ha de hacer un homenaje a un futbolista que vino, cobro, jugo unos cuantos partidos y se fue a seguir exprimiendo el bote de los dineros. Y tengo entendido que casi no dejo titere con cabeza. Habra sido el tercer futbolista del mundial argentino -cosa que no creo ni tantito asi- pero es, sin duda, el negociante mas habilidoso que he conocido. Un partido entre figuras recientes, viejos moldes inolvidables, siempre es agradable. Lo que se me sigue atorando en el ganote es eso del homenaje, que deberiamos pronunciar como sinonimo de especulacion monetaria. Cuantos grandes jugadores mexicanos se han retirado sin que nadie los pele o los halague! No cabe duda: somos candil de la calle y oscuridad de la casa. Por supuesto que ahora, ya pulsado el sentir de los aficionados, conocidas las aberraciones que se cometen en el futbol de Mexico, vamos a tener Dirceu para un buen rato. A estas alturas el manipulador ya estara diciendo: "Vamonos muriendo ahorita que estan enterrando gratis". Pero aun en estas pachanguitas se pueden sacar buenas conclusiones si uno se fija con atencion y profundidad. Sin que nadie marcara ni un panuelo, se abrieron, a base de dominio de pelota y pases precisos, multiples, variados en forma, pero casi siempre formando una red, los hombres del Brasil se agrupaban estupendamente. Nunca fueron sorprendidos fuera de la zona en que deberian estar. Y jamas llegaban a la zona rival de peligro aislados entre si... Como los dedos de una mano, y mas de cinco casi siempre, estaban al ataque, recogian los rechaces, tomaban pases atrasados para buscar la maniobra por otro sector que se habia cerrado, jugaban a la sorpresa tactica del rival y penetraban como hipodermica hasta verle la meta a los ojos del portero. Es decir, lo mismo que intenta hacer el doctor que usted conoce, pero bien hecho, con velocidad, siendo pocas veces un bloque pues el tecnico mexicano de que hablamos jamas cierra. Y cada dedo tenia una funcion, misma que al reunirse cerrando su presion conjuntamente, los dedos de la mano se volvian puno... En cambio, el mejor ejemplo de las fallas de nuestro tecnico nacional, nos ha permitido ver, con lamentable frecuencia, a Zague solo, como si fuera el dedo menique, o a Hermosillo pidiendo un balon a modo de favor a Dios, a Luis nadando en zona que, para sus caracte-risticas podria llamarse "el Mar Muerto". Y si nos fijamos en el partido contra los Estados Unidos encontraremos que en la zona defensiva, y especialmente en el area, parecian tener un letrerito que decia, con signos muy claros, lo siguiente: "A migo atacante, pase usted, las puertas estan abiertas de par en par". Y no me molesta tanto lo que paso con los Estados Unidos, sino que el juego de cascarita del Brasil nos probo que nuestro sistema de juego apenas se esta curando del sarampion. Y lo que nos hizo el equipo del pais norteno nos lo puede hacer cualquiera que tenga una idea correcta de como se juega al futbol, como se ataca a fondo y como se defiende a presion, llevando, entre ambos extremos de la cancha, una valvula de seguridad que lo mismo sube que baja y que siempre forma la cintura como si se tratara de un a bailarina rechazando gigolos, y a veces metiendose hasta la recamara... l .