SECCION: INFORMACION GENERAL PAGINA: 2 CABEZA: Necesario cambio en la relacion laboral CREDITO: IGNACIO CABRERA* ENTRETEXTO: La norma debe ser que los puestos los ocupen los mas capaces y donde se necesiten; no los recomendados por los directivos o funcionarios de la empresa o impuestos por el sindicato ¨Ha sido la Ley Federal del Trabajo un instrumento gubernamental de sobreproteccion de los sindicatos y, por tanto, inhibidor de la creacion de fuentes de trabajo? o, por el contrario, ¨ha sido una especie de pacto entre empresarios y gobierno, convertido en ley, que le ha permitido a los primeros desorbitadas ganancias? Estos comentarios, tan distantes entre si y tan comunes en los circulos de la relacion obreropatronal, ahora reflejan el principal impedimento para una discusion franca y desprejuiciada sob re una posible reforma a la Ley Federal del Trabajo. Mientras no se desideologice la percepcion de los unos hacia los otros no habra posibilidades de debate y entendimiento, sino posiciones de fuerza. Han sido las viejas dirigencias sindicales las que encabezan la ofensiva, al amenazar, incluso con la huelga general, y recriminarle al gobierno su debilidad o una supuesta complicidad con los patrones por compartir un proyecto meditado de tiempo atras. La situacion laboral, sin embargo, es mas grave que una guerra verbal. Todos en el pais, salvo los 20 o 50 dirigentes sindicales con mas de 30 anos en la cupula, reconocen dos grandes problemas. Un marco juridico obsoleto, expresado principalmente en la propia Ley Federal del Trabajo, rebasada totalmente por la fuerza de los cambios generados por la economia en la estructura productiva. El tipo de inversion productiva, la orientacion del mercado, la intensidad de la competencia y las diferencias de las tecn ologias empleadas han conformado una fuerza de trabajo por completo diferente a la de hace apenas 30 anos. En 1960 eran 11 millones las personas ocupadas; en 1990 se duplico esa cifra al ocuparse a 23.4 millones de personas. En 1960 laboraba el 17 por ciento en la industria; 26 por ciento en los servicios y 53 por ciento en el sector primario. Para 1990 esos datos cambiaron en forma radical; el 22.2 por ciento se empleaba en la industria, 50.9 por ciento en los servicios y 26.9 por ciento en la agricultura, ganaderia, pesca y actividades extractivas. Mas trabajadores, mas productividad y mejor calidad en la produccion resumen lo acontecido, aunque abajo de los requerimientos mundiales, ya que, por ejemplo, Singapur, Hong Kong o Taiwan se encuentran por arriba de la productividad mexicana. El otro grave problema es la aneja estructura sindical. De una organizacion productiva semiartesanal se desprendieron dos tipos diferentes de industrias. Por un lado, la gran industria exportadora, que el capital extranjero enrolo en el mercado mundial de las tecnologias, costos, precios y calidades, y otra mayoritaria por el numero de establecimientos y empleados, de escala mediana y pequena, que se orienta cada vez mas hacia el comercio y los servicios. De ahi que la estructura sindical se organizara tamb ien de dos maneras. Los grandes sindicatos y centrales por rama industrial; y los numerosos, dispersos y tambien manipulables sindicatos de empresa. Ambas formas de organizacion sindical estan en crisis. Por un lado, la estructura sindical anclo a las empresas a una otrora poderosa burocracia sindical; y, por otro lado, se desdibujo el proyecto de un sindicalismo que deberia crecer a la par que la industria, con acuerdos explicitos de equilibrio entre el trabajo y el capital, y la crisis del Estado benefact or desencadeno la ruptura de los pactos de convivencia pacifica y no agresion entre estos dos factores de la produccion. Los puntos de conflicto en la reforma a la Ley Federal del Trabajo implican crear una nueva relacion laboral, y por tanto la necesidad de un nuevo tipo de sindicalismo. Es dificil ver por separado estos dos aspectos. Uno de esos puntos de discordia es la factibilidad de la conclusion de los tipos actuales de contratacion colectiva. En el pasado y sobre todo en los grandes sindicatos, en particular de empresas publicas, el sindicato decia como, cuando y con quien ocupar las vacantes, obteniendo recursos y po der en las empresas. No se deben desconocer derechos de trabajadores, hay que recontratarlos, pero eso si bajo nuevas condiciones de movilidad. La norma debe ser que los puestos los ocupen los mas capaces y en donde se necesiten; no los recomendados por los directivos o funcionarios de la empresa o impuestos por el sindicato de acuerdo con clausulas pactadas en el contrato. Otro punto es la modalidad de las remuneraciones, en donde se inscribe la polemica de la jornada de ocho horas o pago por horas. El tema debe enfocarse mas bien a los recursos que se requieren para adiestrar y capacitar a una fuerza laboral acostumbrada mas a cumplir con un horario que a alcanzar una cuota de produccion. No se debe tratar de una disminucion disfrazada del salario, sino de reordenar la produccion. Otro punto conflictivo es la necesidad de nuevos mecanismos de conciliacion y arbitraje; y una nueva formulacion y vigilancia del reparto de utilidades. Los actuales instrumentos de arbitraje estan burocratizados y son parciales, por lo que poco sirven para un esfuerzo conjunto de modificar la relacion laboral. En el caso del reparto de utilidades urgen nuevos acuerdos de largo plazo entre las partes en donde la productividad defina nuevos criterios del reparto. Una cosa debe ser clara: las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo no deben verse como una ofensiva patronal, que aprovecha una situacion economica dificil para presionar al gobierno para obtener nuevas reglas del juego laboral, a cambio de cumplir con la recuperacion economica. Mas bien debe entenderse como el esfuerzo conjunto para modernizar una relacion laboral que beneficie a todos. * Analista de temas economicos y politicos. .