SECCION CULTURA PAGINA 35 CABEZA: En el maremagnum de los diccionarios CREDITO: EDUARDO LIZALDE Los diccionarios son instrumentos infinitos como la naturaleza y maravillosos como la inextricable torre de Babel que son las confluencias, los desencuentros y la historia milenaria de las lenguas vivas y muertas. Se sabe que hay diccionarios para lingistas y "para escritores", que alcanzan en el mercado precios cada vez mas inaccesibles. Quien no haya conseguido a tiempo hacerse de sus Corominas, su Maria Moliner, su Casares, su Martin Alonso y otros 40 indispensables solo para el campo etimologico-histor ico de la lengua espanola, ya puede irse conformando (como no sea millonario, letrado o iletrado) con los simples amansaburros de la especie escolar. No hablemos aqui siquiera de los diccionarios bilinges y multibilinges, en todos los idiomas (del esperanto hacia atras y en adelante), ni de los tecnicamente especializados en distintas ramas del conocimiento, el arte y la ciencia. El caso es que, por limitada que sea la capacidad lingistica y la curiosidad enciclopedica de un escritor, siempre terminan sus estantes abarrotados de todo genero de diccionarios catalanes, vascos, polacos, germanos, hebreos, griegos, latinos, nahuatl, quiches, gallegos, turcos, rumanos, rusos o checoeslovacos, que solo sirven para consultas basicas o concretos trabajos de traduccion en lenguas cristianas. Para quienes no somos poliglotas, sino lectores medianos en varias lenguas y pesimos hablantes de la s mismas, esos 150 o 200 diccionarios suelen servir solo para divertidos paseos e incursiones etimologicas e historicas mas bien gratuitas, o bien para consumar trampas generalmente inocuas entres las lineas de un poema o un texto narrativo. Debo confesar, sin embargo, que el de coleccionar y hojear diccionarios es para mi un vicio tan delicioso como el del ajedrez, que juego cada vez mas mal y practico cada vez menos. No habia tenido tiempo de explorar, en el maremagnum de mis siempre confundidos y mal ordenados diccionarios extranos, uno publicado en Lisboa (1960) por el sabio Rodrigo Sa Nogueira, que se titula Dicionario Ronga-Portugˆs, y que a lo mejor no tienen entre los suyos enciclopedicos lingistas y coleccionistas como los amigos y maestros Ernesto de la Pena, Gerardo Deniz o Antonio Alatorre. El tomo fue publicado por la Junta de Investi‡oes do Ultramar, y es nada menos que una empresa titanica consumada por su autor para confirmar su "suspeita" de que "as linguas bantas e as indo-europeias provem de uma mesma origem". Y esa "sospecha de que las lenguas bantas y las indoeuropeas provienen de un mismo origen", ha llevado al autor nada menos que su vida entera, pues ha viajado y vivido largamente en Mozambique y en las zonas aledanas a toda la region Bantu, para aprender las lenguas y estudiar el mundo de los pobladores africanos que se expresan en la lengua Thonga y en la Ronga. "Banta, proviene de bantu", naturalmente, o viceversa. No es este el unico libro escrito por el profesor De Sa Nogueira, pues el mismo da noticia de otras monstruosas investigaciones como sus libros (traduzco): De la importancia del estudio cientifico de las lenguas africanas (1958), Apuntes de sintaxis Ronga, del mismo ano, y otros mas. Vale la pena anotar, para senalar la heroica locura de esta clase de investigadores, que ninguna perspectiva comercial habia en la aventura de explorar, aprender y estudiar cientificamente el territorio historico y social de esas lenguas, que no tienen literatura "propia multisecular" y cuyos muy primitivos y escasos autores (haciendo uso del alfabeto latino despues del siglo XVI) no tenian ni siquiera una ortografia y una sintaxis comunes, ni tampoco recogian la herencia de una cultura de gran complejidad social, historica, artistica, cientifica y teologica como las de los imperios precolombinos de la encontrada, inventada o descubierta America. Nuestros mismos vicios y curiosidades lingisticos, pero sublimados, padecieron estos sahagunes sabios y santos portugueses como Sa Nogueira (supongo que aun vive) y como otros grandes investigadores ingleses, portugueses, franceses, del XIX y del XX, a los que rinde pleitesia y da credito en sus libros. Solo, como dice el autor: "para sentar las bases del estudio cientifico de las lenguas de nuestro Ultramar". .