PAG. 37 SECCION: ESPECTACULOS CINTILLO: VICENTE Y ALEJANDRO FERNANDEZ EN EL AUDITORIO CABEZA: EL REY SE ACERCA A SU TEMPLO CREDITO: FERNANDO FIGUEROA En el escenario no estaba ningun grupo de rock ingles y en las butacas dedicadas a la prensa no habia analistas bilinges de esos que en ocasiones confunden traduccion con autoria. Al abrirse el telon tampoco surgieron representantes del guacarrock y afortunadamente tampoco baladistas bonitos fabricados en Chapultepec 18. El sabado por la noche el Auditorio Nacional fue para el ultimo idolo de la cancion ranchera, quien hizo posible el milagro: a las afueras del Metro decenas de revendedores compran "un boleto que le sobre" (obviamente al precio original) y unos pasos mas adelante lo ofrecen al doble de lo que les costo. Tambien hay camisetas, tazas, botones y otros recuerdos con las imagenes del Charro de Huentitan y de su hijo Alejandro, quienes se presentaron juntos por ultima vez. Los 10 mil espectadores que abarrotan el recinto no necesitan estar hasta atras para aceptar que les gusta la cancion bravia. Van a ver a su Chente y este no es capaz de traicionarlos: "Ya conocen mi lema: mientras ustedes aplaudan, yo no dejo de cantar. De aqui no se van sin haber desquitado lo que pagaron por entrar". No es poco el merito de Vicente Fernandez. A cuatro outs del ano 2000 continua siendo el estandarte de un Mexico lindo y querido que no se ha ido del todo porque el campo aun existe; en la republica mexicana todavia hay ranchos, sembradios, caballerizas y mujeres a quien enamorar con una serenata. La cancion ranchera ha sobrevivido a traves de los himnos a las ciudades medias tal como lo plasmo Jose Alfredo en Caminos de Guanajuato y en el ultimo cuarto de siglo Juan Gabriel la ubico de lleno en las grandes urbes. Cuando Chente canta Amor eterno, de Juanga, un coro multitudinario se eriza la piel a si mismo: "...tarde o temprano estare contigo para seguiiir, amandonos". El nepotismo de Vicente Fernandez ha rendido buenos frutos; despues de dos anos y medio de trabajar juntos, su hijo Alejandro ya esta listo para valerse por si mismo. El potrillo inicia el concierto con una decena de canciones que convencen no solo a sus jovenes y gritonas admiradoras sino tambien a los mas escepticos. Acompanado del mariachi Chapala lo mismo le reclama a una yegua por tener cascos ligeros que canta El dia que me quieras en una version mas congruente que la del mismo Luismi. D e Manzanero interpreta bien No y Contigo aprendi. "Los dejo con el numero uno", dice Alejandro Fernandez para dar paso a su papa, quien ofrece un excelente muestrario de canciones de ayer y hoy: desde las clasicas El rey, De que manera te olvido, Paloma negra y Ella, hasta novedades como Aunque me duela el alma, pasando por temas excelentes aunque no tan conocidos como Aca entre nos y Mujeres tan divinas, esta ultima de Martin Urieta a quien Chente envidia "por haber escrito algo tan perfecto". En la parte final cantan los dos Fernandez; el joven cae presa de la emocion, no puede contener el llanto y Chente se ve obligado a cantar Guadalajara sin mas compania que la del mariachi. El crio se reintegra y el concierto termina, luego de tres horas, con Volver volver. A manera de colofon, como inspirado en Max Weber, Vicente le recuerda a su hijo que hay dos tipos de cantantes: los que viven del publico y aquellos que viven para el publico. .