PAG. 12 SECCION: INF. GRAL. CINTILLO: LARRAINZAR III; DON SAMUEL RUIZ LLEGO CON TODO Y GUOQUIITOQUI CABEZA: BAJO EL CIELO ENCAPOTADO, LOS CORRESPONSALES DE GUERRA NO ESCUCHAN NI SIQUIERA UN COHETE DE FERIA CREDITO: MARCO AURELIO CARBALLO SAN ANDRES LARRAINZAR, Chis., 7 de junio.En un ambiente de escepticismo y con el desaliento de los corresponsales de guerra que no han escuchado el estampido ni de los cohetes de feria, da comienzo aqui la tercera ronda de conversaciones para conseguir la paz total en el conflicto chiapaneco. Despues de hora y media de espera, lo que dura una funcion de cine, mientras atestiguan la llegada de los asistentes al dialogo, los periodistas deploran que el subcomandante Marcos tampoco hubiera venido esta vez a S an Andres Larrainzar. Pero algo hay que conseguir. Asi que echan a andar el videoteip con el arribo de cada convoy que trae a los zapatistas, les gritan para que vean a las camaras y para que saluden, mientras los espectadores, entre ellos algunos turistas, les aplauden y los vitorean, sobre todo al comandante Tacho. Algo semejante ocurre con el obispo de San Cristobal de las Casas, Samuel Ruiz. Sin embargo la llegada de los representantes gubernamentales, al final y por la izquierda, en tanto los otros lo hicieron po r la derecha, transcurrio en silencio y con frialdad de parte de los curiosos. Hoy el cielo de San Andres esta encapotado. Un hombre ha estado vendiendo impermeables a los indigenas en 25 pesos. El primer cordon esta constituido por socorristas de la Cruz Roja, mujeres en su mayoria. Luego esta el cinturon de paz de la sociedad civil, compuesto por indigenas y por mujeres que parecen estudiantes venidas quien sabe de donde. "Entre cinco y siete pasara todo", dice el colega Mendoza de Multivision. El reloj marca las cinco en punto. En el templete estan emplazadas las camaras. Una chica de tez blanca y ojos como de tapatia acaricia el canon grueso de su teleobjetivo, que sin duda es tecnologia de punta en materia de camaras fotograficas. Viejos corresponsales de guerra europeos observan el entorno por encima de sus gafas para vista cansada. Los colegas, en pequenos grupos, se lamentan de que no haya nada esp ectacular. Angeles Fernandez de El Heraldo de Mexico dice que si, que la presencia del subcomandante Marcos le agregaria un atractivo contundente a esta tercera ronda de conversaciones. "Ya vienen", dice un camarografo de Television Azteca. Son las 17:05. La mesa de periodistas respinga. Pero no, es una columna de policias militares que desfila para relevar a otro contingente. De pronto se escuchan unos bocinazos. "¨Si vienen?", pregunta alguien y entonces una ambulancia de la Cruz Roja entra en la valla acordonada, placas Chis. 005. Llegan el obispo Samuel Ruiz, dona Concepcion viuda de Nava y el ex rector de la UNAM, Pablo Gonzalez Casanova, miembros de la Comision Nacional de In termediacion (Conai), que fueron a Obentik por cinco de los zapatistas. De alguna parte surgen los aplausos. Don Samuel levanta la mano a modo de saludo. "Ey!", grita un fotografo para tomarlos de frente. "Parece que vienen dos mujeres entre los zapatistas", dice un colega. Don Samuel esta sonriente a unos cuatro metros del templete de los periodistas, en el corredor de lo que fuera el juzgado municipal y en cuyo interior pernoctaran los zapatistas al termino de cada jornada de estas platicas, "Salude, don Samuel!", le grita alguien que no ha podido sin duda tomar la foto del primer saludo. "Hola", dice el obispo y agita la mano. Las socorristas estan ahora mas firmes y mas serias. Don Samuel Ruiz va de traje cruzado y con un morral rojo al hombro. En la mano derecha empuna un guoquiitoqui. Se ha escondido detras de un pilar del corredor del juzgado. Desde ahi espia a los periodistas, descubre a Angeles Fernandez y la saluda. "Es que soy de la fuente religiosa", explica la reportera. Mientras don Samuel pareciera esconderse, su secretario particular Miguel Alvarez Gandara platica con el diputado priista Cesar Chavez, vocero de la Comision de Concordia y Pacificacion (Com copa), los dos de cara al templete. Diez minutos despues llega otro convoy y de la ambulancia de la Cruz Roja, placas Chis. 261, desciende Juana Maria viuda de Garcia Robles, de la Conai, y dos zapatistas de La Garrucha. Se repite la escena: los camarografos y los fotografos les piden que saluden. Se escuchan aplausos. A las 17:35 el alboroto es mayor. Hay vivas y aplausos y carreras. Al frente del convoy, en una camioneta, llega el poeta Oscar Oliva. En seguida, en otra ambulancia, otro poeta, Juan Banuelos, que custodia al comandante Tacho. Le piden lo mismo, que salude. "Ese Tacho!", le grita alguien y el zapatista se vuelve casi en redondo para izar el brazo. Los aplausos, que arrecian, provienen de la escalinata de la presidencia municipal donde hay muchos indigenas pero tambien hombres y mujeres de tez blanca, que semejan turistas europeos. En la azotea, mas fotografos y mas camarografos. Tacho llega con una mujer que usa sombrero y un paliacate que le cubre el rostro. Vienen de La Realidad. Las ambulancias estan empanizadas de polvo. "No, no es Trini", dice alguien que la ha visto en la anterior ronda de conversaciones. "Ella es mas grande". Victor Manuel Juarez, del semanario Epoca, senala a un personaje, a un diputado priista, diciendo que se parece a Indiana Jones. En efecto, el legislador lleva un atuendo como de cazador, botas mataviboras y un paliacate en torno a la copa de su sombrero. Se queda por ahi, acaso en espera de la foto. Oscar Oliva usa un sueter rojo y de sus manos pende una bolsa de pita gruesa tejida y un estuche de afeites para los viajes. "La lista de los asistentes zapatistas!", grita un periodista. "Se las vamos a dar", contesta Cesar Chavez, el vocero de la Comcopa, que decide entrar a la cancha de basquet donde se levanto con tablarroca y en cosa de horas el Salon del Dialogo. Son las 17:40. Los periodistas siguen charlando en pequenos grupos. Estan como desalentados. "Tienen que hacer algo espectacular", murmura Angeles Fernandez. Entonces ve que don Samuel Ruiz vuelve a entrar por la valla. Quien sabe por donde salio. "Se fue a cambiar", dice Angeles. "Ya me extranaba que anduviera de traje. Se lo puso para la foto". En efecto, el obispo se ha quitado el saco y ahora esta en mangas de camisa y con un chaleco. "Pero ¨donde se cambio?", pregunta alguien. "En la iglesia", dice Ang eles Fernandez. En la iglesia cuyo parroco Manuel Gonzalez Hernandez comento ayer que ya no sabia si don Samuel era "un cachudo" o no lo era. Veintiseis minutos despues llegaron los miembros de la Comcopa entre los que destacaban el panista Luis H. Alvarez y el perredista Heberto Castillo. "Un saludo, ingeniero!", le gritaron. Heberto se volvio sonriente y saludo a los camarografos y fotografos. Solo faltaban los representantes gubernamentales. "Llegaran al ultimo porque la vez pasada los zapatistas los hicieron esperar", recordo Angeles Fernandez. No solo llegan al ultimo, sino que entran por la siniestra. Los demas lo han hecho por la diestra. Marco Antonio Bernal Gutierrez va al frente. Ve de reojo a los periodistas solo cuando faltan dos o tres pasos para entrar en el pasillo que conduce a la cancha de basquet. El silencio es total. Dejaron de zumbar hasta los moscardones que en vuelos rasantes atacan los monticulos de basura del parque central. De subito se escucha un silbido, el unico piropo silbado del mexicano. Victor Manuel Juarez, de Epoca, se apresura a aclarar que el fiu fiu es para Efren Mayorga, de la oficina de prensa de Gobernacion; es decir, de los cuates para el cuate. Gustavo Iruegas camina observando las camaras. Al final, Jorge del Valle, con una chamarra color azul electrico, recorre el tramo a grandes zancadas como si a su derecha no hubiera nadie, nada. Son las 18:35. Ahora los colegas aguardaran a que alguien de alguna declaracion: los zapatistas, los representantes gubernamentales, la Conai, la Comcopa. Hasta este momento, la nota solo ha sido de color, falta la noticia de primera, la de ocho, la principal. Ni siquiera ha llovido. .