SECCION ESPECTACULOS PAGINA 37 BALAZO: THALIA ESTRENA ENCAJES CABEZA: El festin de los fetiches CREDITO: XAVIER VELASCO No estan ustedes para saberlo, pero en la noche de Thalia y sus encajes su amigo y humilde narrador saco cachucha. Permitanme comenzar por el principio: Son casi las nueve de la noche de un martes caliente y un tumulto lucha ya no por ganar mesa, sino de perdis acomodarse convenientemente frente a la pista donde se presentara en sociedad la ropa interior de Thalia: Musa de telenoveleros indiscriminantes, feliz desertora de la adolescencia, promotora de fetiches, Barbie de todos los Kens. Ninguno entre su s contempladores querria perderse de la oportunidad de ver de cerca uno solo de sus bras... Cuantimenos el ropero completo! No importa la edad, ni la panza, ni la distancia: Todos aplaudiran con el sincero fervor del morbo, y docilmente habran de soplarse uno a uno los infumables minutos del video corporativo donde se miran maquinas, costureras, ejecutivos, oficinas, plantas y, en general, todos esos detalles prosaicos que jamas imantaran el interes de un buen fetichista. Quien ha aprendido a contem plar las obras maestras de la corseteria, dejando que sea la imaginacion quien le meta el justo relleno a cada copa, no quiere saber de fabricas, ni de cifras, ni de controles de calidad, poseido como esta por la magia impoluta de aquellas prendas seguramente nacidas en el Cielo, o en el Infierno, o en el Purgatorio, pero nunca en una vulgar fabrica de ropa. Cuentan los organizadores de este guateque obsequioso y frivolisimo que ha sido Thalia quien goberno en el diseno de cada una de las prendas que veremos. En via de mientras, he decidido abandonar la mesa remota y deprimente donde un senor muy amable me instalo, y correr a ganar un lugar desde el cual pueda mirar las prendas, y de paso las perchas que habran de presumirlas. Mal encaramado en un pasillo, mientras la lengua recibe en su seno un oportuno bocadillo y reconoce, satisfecha, el sabor lujuriante del caviar, lamento la situacion de Paco Stanley, presentador de cuyos chistes casi nadie se ha reido y es mas: el ex candidato a diputado deberia estar agradecido de que ninguno de los presentes lo bajo de la pista, lacerado por un morbo que no es justo ni caritativo aplazar. Retumban las bocinas, bana la oscuridad el anticuado circo del rayo laser y en un instante brotan los cuerpos. Es la hora de la sinceridad, cuando las mujeres decentes se mueren de envidia en su silla mientras sus parejas, hombres circunspectos con la corbata bien calzada, se dejan ir hacia los territorios de la imagineria erotica. Recordemos que las modelos no han salido a la luz para ostentar sus vestidos y sus bolsos, sino simple y crudamente las pantaletas, los tirantes, las copas y mas que eso: Los ombligos intrincados, los senos jugosos, las piernas tersisimas merced a unas pantimedias que les confieren brillo y, ni modo, aminoran un poco el efecto de una perturbadora semidesnudez. De algun retorcido modo, sin esas medias los muslos en pelota brillarian menos, pero nuestras imaginaciones tornarianse resplandecientes. Las mujeres caminan con una sospechosa sabihondez. No hay un rubor, ni un titubeo que denote novatez en el arte de mostrarse. Si bien las tangas no siempre se quedan en su lugar un poco mas arriba del cachete, un poco mas abajo de la cintura, un poco carcomidas por el cuerpo que se contonea, no hay quien se queje, y es en realidad asombroso que los hombres calvos de las primeras mesas atinen a aplaudir, en medio de un estado de hipnosis al cual nadie se sustrae completamente. Encajitos, colorines, ositos, nupcias de la inocencia con la sicalipsis, de los cuarenta con los noventa, de la calceta con el liguero, de la creatividad de alcoba con las estrategias publicitarias. Como Vicky Form la unica firma en el mundo que, segun la diva, es capaz de comprenderla, y asi convencerla de ponerse un sosten, Thalia se ha vuelto una marca, las letras de su nombre un logo y su presencia un fetiche. Y como nada tiene de malo ser fetichista yo diria que es un derecho merecedor de rango constitucional, la multiescotada presencia de Thalia, justo al final del espectaculo, pone al publico a rugir como Satanas manda: En secreto, con los ojos de fuera y la mente clavada en esas pren das luminosas cuya mision en la Tierra es harto piadosa: Levantar al caido y oprimir al soberbio. En el tercer piso del Baby Rock antro de los noventa para gente de los setenta Thalia responde las preguntas de los mas morbosos (que por supuesto son todos periodistas), aboga por el reportero de Television Azteca al que un siervo de Televisa le quito el microfono y confiesa que si: Su talla es por lo menos 34 C (o sease, flaquita pero buenota). Frente a la sonrisa de una Fortuna que la pondra en horario triple A, sabedora de los pensamientos triple X que pasan por sus admiradores y de los suenos doble D que tantas mujeres albergan, Thalia sonrie y sonrie. Mi mano, mientras tanto, aprieta discretamente la unica prenda que consiguio agarrar en toda la noche: una cachucha nuevecita, de color intenso, costuras visibles y textura corrugada. Si, senores fetichistas, ya se que se mueren de envidia. .