SECCION CULTURA PAGINA 34 BALAZO: CRITICA LITERARIA CABEZA: Una manera de vivir distinta CREDITO: EMMANUEL CARBALLO En las letras mexicanas soy una figura molesta, pero necesaria. Mi papel se presta mas a la censura que al elogio. Y es natural, el critico es el aguafiestas, el villano de pelicula del Oeste, el resentido, el amargado, el ogro y la bruja de los cuentos de ninos, el viejo sucio que viola a la chica indefensa, el maniatico, el doctor Jekyll y mister Hyde; en pocas palabras, el que exige a los demas que se arriesguen, mientras el mira los toros desde la barrera. Si lo anterior fuese cierto, el oficio del critico estaria mas proximo al mundo de la delincuencia que a la Ley de Responsabilidades. Y yo creo que la critica es (o deberia de ser) una profesion como otra cualquiera, con sus derechos y obligaciones. El critico tiene la obligacion de probar que sus juicios son ciertos, que no habla de memoria sino que, por el contrario, sus ideas estan respaldadas por la realidad estetica de la obra que analiza. Por otra parte, tiene el derecho de decir lo que piensa tal como lo piensa, sin eufemismos, sin presiones, en voz alta y con toda la boca. Si yerra, que las letras mexicanas se lo reprochen; si acierta, que aplacen su sentencia de muerte y lo dejen vivir en paz sus contados dias. En Mexico, para mi desgracia, y a todos los niveles, la critica es una actitud nefasta, subversiva, que atenta contra las tradiciones y, en ultimo caso, contra la seguridad nacional. La critica es un delito, o mas bien una suma de delitos, cuyo unico proposito consiste en negar la accion cotidiana y patriotica de una pandilla de muchachos buenos y sustituir ese hecho, ante los ojos del publico, con elogios desmedidos a un reducido grupo de terroristas que desea implantar en Mexico la literatura de nuestros dias. Mis simpatias, no debo ni quiero ocultarlo, estan con los disidentes, los subversivos, los que luchan por implantar una manera de vivir distinta. En los momentos mas significativos de sus vidas como escritores, Jose Vasconcelos y no Antonio Caso, Jose Juan Tablada y no Efren Rebolledo, Jose Gorostiza y no Jaime Torres Bodet, Octavio Paz y no Rafael Solana, Juan Rulfo y no Ricardo Garibay, entre otros muchos dilemas que podria citar, representan los primeros la voluntad de ruptura y los segundos (pese a sus aportaciones) la conformidad en cierto modo con el statu quo. De las dos partes en pugna, juego a ser redundante, opto por la primera, la de los acrobatas que ejecutan sus piruetas a gran altura y no tienen, abajo, una red que los proteja. Soy pues un hombre que no quiere, ni puede, por macizas deformaciones personales, aceptar el orden establecido, rendir pleitesia a los valores que el establecimiento premia con homenajes y canonjias. .