SECCION CULTURA PAGINA 24 CABEZA: CREDITO: RICARDO POHLENZ erar que Weders no es un tonto y si se empena en algo tan facil de atacar como lo es Tan lejos y tan cerca, tanto porque habra una obligada comparacion con su anterior Las alas del deseo, como por sus contenidos, por su afan de violentar las elipsis, senuelos y entrecruzamientos con una subversion a matacaballo entre lo narrativo y lo poetico, algo que puede resultar enfadoso aunque sea incuestionable su dominio de la imagen. ¨Resulta ahora que despues de haber retratado a un angel hambriento del peso, de l as sensaciones, del color y el sabor de las cosas, nos dice que no hay nada tan maravillosos como ser un angel? No lo creo. En primer lugar, Las alas del deseo y Tan lejos y tan cerca son peliculas totalmente distintas. Las preocupaciones y motivaciones de Wenders son otras, y su espacio, es decir, Berlin, ha cambiado dramaticamente desde que Damiel se volvio hombre hace seis anos. Las referencias son muy veladas, pero presentes para quien las quiera ver, basta nada mas la reticencia de un taxista cuando Pe ter Falk le pide que lo lleve a un lugar que quedaba en Berlin Oriental. Para nosotros, que vivimos alelados en el vertigo informacional de la aldea global, el choque que supuso la unificacion alemana, el desempleo, el hecho de que tantas personas se hayan convertido en ciudadanos de segunda clase, la xenofobia, el resurgimiento de la ultraderecha y la violencia que genera todo esto, no sean mas que imagenes en un cinemascopio. Atreverse a un discurso que tan facilmente puede ser tachado de ingenuo y recrim inatorio, acaba por volverse necesario; podria incluso escudarme en Savater y decir que cuando ya no haya estas llamadas de atencion, e incluso cuando se acepte de facto que todo esta muy bien, se podra estar seguro que todo se ha ido al carajo. En las dos peliculas es evidente la contraposicion entre levedad y peso, pregunta recurrente en estos tiempos del final de los tiempos y que ha dado tela de donde cortar desde no se cuando. El Damiel deseoso de corporeidad en Las alas del deseo no es otro que el pro pio Wenders, que manifiesta su vertigo, su caida en la voragine del amor y del deseo, volcada en la ligereza que solo el peso puede dar. Es interesante notar que a su hija de cinco anos en Tan lejos y tan cerca se le elogie su falta de peso al desempenar trabajos acrobaticos: Es tan ligera como una pluma. Lo que que hace encarnar al Cassiel en la segunda parte es un amor desinteresado, un ansia por entender a los hombres, de sentir como ellos y de cambiar el orden de las cosas, lo que acabara por hacerlo su cumbir (en lo que es, ademas, una bella alegoria del motivo de la piedad). Ademas, la relacion entre la percepcion en blanco y negro de los angeles y el color del mundo, la cual solo puede ser traspasada por el angel caido (que no por manejar el mundo deja de ser un angel), esa distancia que Wenders maneja como algo relativo recuerda poderosamente a la concepcion albigense del mundo que contamino (para nunca desaparecer completamente) el siglo XII. El camino hacia arriba: la negacion de lo mundano para acce der a la divinidad, romper todos los lazos para volver a reunirse con el Uno (esto hace un rintintin respecto a doctrinas y filosofias orientales con las que segun Rougemont estan muy emparentadas); somos angeles caidos dispuestos a levantar el vuelo, atrapados en el tiempo pero dispuestos a romperlo. Estoy seguro que Wenders tuvo a Rougemont a la mano en algun momento, un titulo tan desafiante como sugerente como los El amor y occidente debe haber pasado por sus manos, pero no creo que quiera adoctrinar a nadie y mas bien quiera remover conciencias preguntando sobre la condicion del hombre. Si los angeles son los mensajeros, no la luz ni el mensaje, solo los mensajeros, ¨que le queda ser al hombre? Por muy candorosa que pueda ser esta pregunta, es incomoda y, no solo eso, violenta. .