SECCION CULTURA PAGINA 35 CREDITO: LEONARDO GARCIA TASO CABEZA: Juego de damas chinas Identificado con el cine de horror en la parte inicial de su carrera, el director canadiense David Cronenberg ha sabido venturarse en otros terrenos, donde continua explorando sus obsesiones. Nunca estrenadas en Mexico, Dead Ringers (1988) y Naked Lunch (1991) evidenciaron esa disposicion de cambio, aun cuando ambas permanecian en el genero de lo fantastico. Alejada por completo de ese registro, su reciente M. Butterfly es lo mas atipico que ha hecho Cronenberg y tambien, curiosamente, lo mas convencional. Adaptada de la obra teatral homonima por el propio autor David Henry Hwang Cronenberg no ha sido responsable del guion por segunda vez en su carrera, la pelicula trata sobre la obsesion amorosa del diplomatico frances Rene Gallimard (Jeremy Irons) quien, durante su estancia en China, se enamora de Liling Song (John Lone) cuando canta selecciones de Madame Butterfly. Al parecer, Gallimard ignora que, de acuerdo con la tradicion de la opera de Pekin, son hombres quienes interpretan los papeles femeninos; tamb ien parece no darse cuenta que los rasgos marcadamente masculinos de su dama china, que en realidad desempena labores de espionaje bajo su disfraz, y extrae de su amante informacion sobre la intervencion estadounidense en Vietnam. (Si el argumento parece descabellado, cabe recordar que esta basado en la historia veridica del diplomatico Bernard Boursicot, enjuiciado por espionaje en 1986). No obstante sus similitudes tematicas con El juego de lagrimas y Adios a mi concubina, esta realizacion de Cronenberg sufre con la comparacion. Al cineasta no le interesa el juego de equivocos al estilo Neil Jordan, y por ello hace patente que el unico enganado es el protagonista, porque quiere creer en la fantasia de mujer oriental y sumisa que se ha inventado. La represion de los impulsos y el terror al sexo siempre han figurado como temas centrales en la obra de Cronenberg. Sin embargo, aqui se diluyen e n el inexpresivo relato de una relacion mas bien antiseptica, y en discursivos apuntes sobre las infranqueables diferencias culturales entre oriente y occidente. A Cronenberg tampoco le preocupa mucho el contexto politico de la historia. A diferencia de Adios a mi concubina, en M. Butterfly hechos como la revolucion cultural maoista no define el caracter de las relaciones. De hecho, el realizador regresa al viejo estereotipo del misterio oriental, por lo que la mayor parte de la accion transcurre en espacios cerrados y lobregos, de tal manera que China se vuelve una version descolorida de la Interzona de Naked Lunch. Lo sorprendente de M. Butterfly es que con ese intrigante argumento, tan propicio para hurgar en los asuntos de represion sexual y transformacion de identidad que le son afines, Cronenberg haya conseguido una pelicula insipida, carente de tension dramatica salvo en sus momentos finales. En ellos, cuando Gallimard confronta la realidad de su objeto amado y decide convertirse en el, el cineasta despierta a una de sus constantes favoritas, la metamorfosis perversa, y nos sugiere lo que pudiera haber sido M.But terfly, si esa intensidad no se hubiera reservado solo para la conclusion. .