SECCION CULTURA PAG. 32 BALAZO: VUELO DE SOMBRAS CABEZA: Silvia Tomasa Rivera, ala deriva CREDITO: Alejandro Ortiz Gonzalez La poesia no es algo en especial, no es un ejercicio ni un quiza pleno de plumas y de alas, o de escamas relucientes, no es sino acaso el efecto de todo eso que nos nombra en cada escena de la vida, la consecuencia de nuestros actos arbitrarios, la presencia del todo o nada en nosotros. Erroneo seria, sin embargo, aceptar que la lluvia de palabras que no se someten a una cierta alquimia personal podrian generar esa eclosion, ese sentirse invadido por los costados acostados. Vuelo de sombras (Cal y arena, 1994), no parece superar esa batalla; el equilibrio que se espera del tono, del matiz poetico se pierde, se violenta sin que podamos aferrarnos, invadirnos. En diciembre de 1990 termino de imprimirse La rebelion de los solitarios de la veracruzana Silvia Tomasa Rivera (El Higo, 1955), libro que reunia el conjunto de poemas publicados quincenalmente en la seccion Cultura de El Nacional, y la impresion unanime de los sentidos resultaba en una especie de sublevacion de las palabras en beneficio del tono, del gancho para atacar a quien leyera para derrumbarlo en un mareo vital y poderoso. La poesia de Vuelo de sombras elude, efectivamente Jose Joaquin Blanco dixit el sentimentalismo facilon, pero a fuerza de invocar a la franqueza para decirlo todo pierde potencia, se diluye la imagen, desaparece el gancho y el rio de palabras no funciona sino en la medida en que resume, sintetiza, concretiza emociones sin dejarlas brillar en el poema. No habria que detenerse en el hecho de si existen o no imagenes, si acaso es esa la empresa y la aventura, pero al no haberlas lo que se olvida es la metafora, la chispa del hallazgo, y se impone el recuerdo como materia prima, la razon de la memoria a secas, sin mas posibilidad que lo real, imaginacion limitada. La liquidez, el flujo de un poema esta en si mismo, no hay recetas para insertarle poesia a un poema. A saltos, pareciera que Silvia Tomasa Rivera ha decidido contarnos lo que le pasa y dejar para despues el efecto que todo eso ha generado y puede generar en el que lee. Minimos relatos presentados en verso, historias, brevedades y, quiza el mayor desacierto, lugares comunes cuando se insertan imagenes a saco, son el saldo de este volumen que hospeda tres libros: Duelo de espadas, Apuntes de abril y Aguila A rpia, quiza este ultimo donde sea mas visible la descomposicion, la imprecision latente. Solido abismo entre aquel primer poema de La rebelion de los solitarios, Bajo tu frente ardiendo, amanecida, la turbia llama del ser, revolotea (...) Un hombre solo no es problema de nadie, puede incendiar las calles planeando su derrota. Puede sonar con pajaros en el silencio oscuro de su cuarto, amordazar mujeres o traficar con pieles que lo queman. Enorme diferencia de tonos, ambientes, objetivos, con el tercer texto de Duelo de espadas: Hoy es primer domingo de agosto, agosto es un mes largo, en el rancho se acumula el trabajo porque llueve y hay que hacer canales con el azadon alrededor de la casa, para que no entre el agua Simplicidad, sinonimo de apatia: Yo no hago nada, porque no quiero. En el baul encuentro una libreta vieja, a escondidas la tomo y hago barquitos de papel junto al charco, a la orilla de la carretera Diminutivos, evocaciones donde la prosa es algo mas que el desarrollo de una idea: A esta hora seria capaz de retar al horizonte si no fuera por el eco que devuelve los gritos a mi madre. Y no es que queramos una lluvia de estrellas en cada acometida sobre el papel, no esa tormenta, pero quiza seria prudente exigir el torbellino en quien escribe, que la mano tiemble no que le cueste trabajo ni que sufra al hacerlo, que se transforme en cada nueva linea que despliega, que nos transforme al tocarnos. .