SECCION ESPECTACULOS PAG. 33 BALAZO: SEMBLANZA CABEZA: Joaquin Pardave, moralista e inmoralista/ I CREDITO: CARLOS MONSIVAIS Lo fue casi todo: actor de teatro frivolo, compositor, argumentista, adaptador, director y actor de cine. De el hoy nos quedan algunas magnificas canciones, el recuerdo mas bien hemerografico de su paso por el teatro frivolo, y las extraordinarias actuaciones filmicas que afirman un estilo de transicion: del teatro al cine, del habla barroca al habla llana, de la madurez como oprobio a la madurez como pretexto. Pardave, gran institucion del cine mexicano, es en si mismo un desfile de personajes ironicos, comicos, melodramaticos, nacionalistas, chovinistas, autoconmiserativos, festivos, divertidisimos. Joaquin Pardave Arce nace el 30 de septiembre de 1900 en Penjamo, Guanajuato, en medio de una gira de sus padres, Joaquin Pardave y Delfina Arce, quienes trabajan en una compania de opereta y zarzuela. Luego de ser por breve tiempo ferrocarrilero y telegrafista, Pardave participa en la compania de zarzuela de su tio Carlos Pardave, y se inicia en el cine en 1919 en la pelicula muda Viaje redondo. En el teatro frivolo interpreta un variadisimo repertorio de personajes tipicos (el payo, el gallego), y se destaca en la parodia politica. En la revista musical Tradiciones que perduran crea a su "personaje inolvidable" don Susanito Penafiel y Somellera el "ingenuo" que deambula en la dictadura sin advertir otra cosa que el paso de la moda y los homenajes al Senor Presidente. En el cine sonoro desempena al principio papeles menores, y su debut, segun informacion de Fernando Mejia Barquera, ocurre en 1929, en una pelicula dirigida por Miguel Contreras Torres. El primer filme reconocido es Aguilas frente al sol (1932), de Antonio Moreno, donde hace el papel del chino Wu-Li-Wong, dueno de un cabaret y asesino, ¨¨??? "transnacional" para el cual lo habilita el teatro, donde los orientales son un recurso humoristico probado. En 1937 interviene en cinco peliculas: Bajo el c ielo de Mexico, Jalisco nunca pierde, Cancion del alma, Mi candidato y La Zandunga. En La Zandunga, de Fernando de Fuentes, es memorable su interpretacion de don Catarino, un alcalde del Itsmo de Tehuatepec. En 1938, Pardave se multiplica y filma Tierra brava, Los millones de Chaflan (ya con el tercer credito), La tia de las muchachas, con Enrique Herrera, Luna criolla, El Senor Alcalde y Cada loco con su tema dirigida por Juan Bustillo Oro, donde interpreta a Justiniano Conquian, un excentrico, un distraido profesional atrapado en enredos y asesinatos. La teatralidad de Pardave no es un argumento en su contra sino, muy abiertamente, a su favor: el publico de cine de lo s treinta esta muy acostumbrado a la diccion estruendosa y sabia del teatro, y al conjunto de ademanes que pueden ser vistos en la ultima fila. En 1939 Pardave actua en Hombres del aire, Caballo a caballo (donde Bustillo Oro le adjudica el sonoro nombre de Espiridion Esperides), Vere otra vez, En un burro tres baturros, Que viene mi marido y su primera incursion en el subgenero de "la Belle Epoque a la mexicana": En tiempos de don Porfirio. En especial, Que viene mi marido, del no muy inspirado Chano Urueta, le concede a Pardave el escaparate ideal: en una comedia de situaciones, su agilidad verbal y gestual se vuelven el centro de la accion. Vino la zarzuela y nos adecento "Yo no cultivo flores/ en mi jardin./ Todas mis esperanzas/ ya las perdi". La soprano, con languidez que evoca las evocaciones del romanticismo, desgrana la romanza (el verbo es imprescindible) y el cine mexicano ya dispone de otro subgenero. En 1939, Juan Bustillo Oro lleva al teatro una obra reminiscente, En tiempos de don Porfirio, y el exito de la pieza exhibe las dimensiones de un publico avido de idealizaciones y muy indiferente a la verdad documental. Los fans del porfiriato califican de proez as a las manias, y aceptan con jubilo el pasado moralizante y discreto y divertido de sus jamas ancestros. En 1940, Bustillo Oro, al trasladar al cine la pieza, despoja al tema de inconveniencias, lo poda de represiones y miseria, y lo vuelve espacio de la frivolidad, de la bohemia de cuellos de pajarita y ajetreo en torno a las "mimadas tiples". Vision piadosa de los espectaculos "solo para caballeros", y de las escaramuzas en torno a la honra. En tiempos de don Porfirio desdibuja el periodo, insinua apenas su boato y su sordidez, y todo lo filtra a traves de las nociones clasemedieras de lujo y cosmopol itismo, tal y como los observan los "tandofilos empedernidos". Luego del cardenismo, nada mas explicable que el auge del subgenero porfirista. Hartos de la verbalizacion revolucionaria, amplios sectores de clase media hallan en el porfirismo si no su punto de partida, si el centro de su ironia benevolente ante el pasado, que tramitan dos gestores notables: Joaquin Pardave y Fernando Soler, cuyos estilos probados, el teatro "castizo" (Soler) y el sketch politico (Pardave), le imprimen conviccion histrionica (naturalidad) a los personajes que demanda un publico to davia adicto al teatro. En Mexico de mis recuerdos, Soler y Pardave de esto convencen: el pasado es la manera de saludar a una dama, fingir discrecion, sonreir en la mesa. Para la anoranza justa, solo se precisan canciones, atmosferas "fidedignas" y trajes y bigotes extendidos como arbol genealogico. Los ninos actualmente son de un talento precoz y dicen unas cosas que hacen subir el color. Sus padres alarmados los quieren contener pues a los doce anos ya quieren casa y mujer. En el ambito donde zarzuelas y cupletistas son las referencias entranables de una dictadura, Pardave y Soler son senas de identidad. Soler es, de modo optimo el viejo "calavera", humano y picaro, y el brio parodico de Pardave le confiere al genero su "acento esencial", donde al anacronismo lo vivifica la gracia del continuo desacierto. El se presenta en sociedad: "Don Susanito Penafiel y Somellera para servir a Dios, a don Porfirio y a Usted", y con el saludo se instala la autenticidad indispensable, a m edio camino entre el naturalismo y la satira. No la verdad de una epoca sino de un estilo de actuacion. A la luz caricatural de Pardave, el porfiriato no entrega secreto alguno, pero, de manera infalsificable, esa voz, esas inflexiones, esa magnifica cursileria (que nunca lo es del todo) develan la ridiculez y la gracia posible de la ?¨?¨?¨?=¨?¨?¨ cortejar sin esperaza alguna a una bella-sin-piedad, o al cantar "El Makakikus", Pardave no reconstruye el animo porfirista. Demasiado moderno en su burla de si mismo como para ser parte de un orbe tan rigido, nos acerca a la sensibilidad que existio y existe, colonial y pretenciosa, que en su anhelo de lo sublime siempre alcanza lo patetico. El don Susanito de Pardave es el retrato de una especie. "Hay que sensacion tan particular/ Puede usted oprimir/ Puede usted apretar". En los versos de Pepe Elizondo para Chin Chun Chan, la gran zarzuela de principios de siglo, la vida del porfiriato se concentra en las variedades de la simulacion. Oficialmente, ni picardia, ni sensualidad, ni pasiones ajenas a la morigeracion. Transcurrida la hora de la cena con las familias, se reactiva el frenesi de los "otros porfiristas", las columnas de la sociedad que incursionan en los burdeles, adquieren y tasan e l placer, seducen como si fueran de caceria, y rondan por los camerinos en busca de trofeos copulatorios, mientras las vedettes ensayan Las mariposas del amor o Los dias del recluta Champinon. Pera el genero "porfirista" no busca desembocar en elite alguna, sino, mas bien, vender impresiones como baratijas, amueblar con imagenes las referencias al universo de los abuelos que la mayoria de los espectadores apenas conocio. A las clases medias, para su encantamiento, se les propone un pasado idea l, desbordante en detalles memorables: los valses dedicados a Dona Carmelita Romero Rubio de Diaz, los versos de doble o triple sentido, los jarrones, las flores, los medallones, los poetas bohemios Luis G. Urbina y Amado Nervo, la loza pintada, los pregones ("Mercaraaaaan chicuilotitos") y, sobre todo el uso prosopopeyico del lenguaje, las palabras circunspectas (si esdrujulas, mucho mejor) el tono ceremonioso, la existencia en funcion de las formas. En este ultimo punto el idioma como decoracion y la for malidad como el unico temperamento concebible es notoria la influencia de Bustillo Oro sobre Pardave. Enamorado de un barroquismo incomprensible (ver su libro Vientos de los veintes), convencido sin malicia alguna de la identidad entre parodia y lenguaje elaboradisimo, Bustillo Oro le anade a Pardave el paisaje cultural que necesita. El porfiriato segun Mexico de mis recuerdos y Ay que tiempos senor don Simon!: zalemas y remedos, maximos respetos y minimas audacias, jovenes pizpiretas y mayordomos rigidos. Del piano manan valses, romanzas, cuples, barcarolas, melopeas... y visiones del mundo. Ah, Sobre las olas de Juventino Rosas, Club verde de Campodonico, Vals poetico de Felipe Villanueva, el Adios de Alfredo Carrasco, las obras de Manuel M. Ponce, De la Pena, Alberto Maria Alvarado, Genaro Codina, Macedonio Alcala! Los hombres se apoltronan en el club, a la salida de la iglesia o en los paseos, las mujeres imaginan soirees, las vicetiples lamentan su indisponibilidad matrimonial, los bohemios le declaman a la Luna. Se fabrican al gusto del cliente escenas de la tradicion y frases del pundonor burgues: "Veo, caballero, que es usted muy celoso del honor ante los criados y muy poco ante las senoras". .