SECCION CULTURA PAGINA 34 BALAZO: NACIONALISMO Y UNIVERSALIDAD CABEZA: ITINENARIO CULTURAL EN LA CIUDAD DE MEXICO CREDITO: EMMANUEL CARBALLO Llegue a la ciudad de Mexico el 13 de septiembre de 1953, becario por el Centro Mexicano de Escritores, gracias a las gestiones de Agustin Yanez y Jose Luis Martinez. Dependian de mi una mujer y una hija recien llegada y fervorosamente presentida. En el Centro conoci y trate, entre otros, a Arreola, Rulfo, Xirau, Carballido, Gonzalez Rojo y Rosario Castellanos; tambien a una mujer buena, Margaret Shedd. Fui becario durante dos anos, del 53 al 55. Trabaje sobre el unico Lopez Portillo conocido por ese entonces, el autor de La parcela. Gracias al Centro Mexicano de Escritores pude dedicarme de lleno a las letras. Mi paso por El Colegio de Mexico del 55 al 57 fue provechoso. La sabiduria y honestidad de Antonio Alatorre, los juicios rotundos y con frecuencia acertados de Daniel Cosio Villegas (entonces profeta a la caza de discipulos), la jocosidad que se burlaba de si misma de Manuel Calvillo me condujeron, de asombro en asombro, al conocimiento en persona de Alfonso Reyes. A don Alfonso debo proyectos de vida (algunos de ellos los abandone anos mas tarde por considerarlos incompatibles con mi manera de pensar y vivir), propositos vocacionales que aun hoy estimo definitivos (el amor a la palabra, la adhesion critica hacia aquellos que cumplen tareas literarias, la entrega terca y lucida al oficio de escritor) y ensenanzas personales que van desde la frivolidad (tras la que escondia su temperamento bullicioso y lubrico) hasta la toma de decisiones en momentos en que pensar es u na fatiga y sentir una catastrofe. Quien solo conozca los libros de Reyes no puede decir que conoce a Alfonso Reyes. Reyes esta y no esta en sus libros: a veces comparece de cuerpo entero, en otras se oculta maliciosa y eficazmente entre lineas. Su vida y obra marcaron a nuestra generacion. Sus triunfos son nuestra bandera y sus caidas nuestros numerosos talones de Aquiles. Si en ocasiones peleo con la sombra de don Alfonso, es el amor quien guia mi lapiz, siempre con la esperanza de usar el borrador, disiento de las opiniones y acciones de nuestro gran abuelo. De inmediato, y gracias a Ali Chumacero (a quien debo ensenanzas definitivas), entre a colaborar en el suplemento Mexico en la cultura. Escribir en el suplemento me produjo una de las mayores satisfacciones que he gozado. (Lo consigno como dato curioso: al leer mis primeros trabajos disidentes, criticos y malhumorados ciertas personas creyeron que serian los ultimos. Decir "la verdad" era una cuestion de mal gusto.) Alli, en sus paginas, se libraron batallas que fueron trascendentes para el desarrollo de las letras nacionales. Una de ellas, quiza la mas importante, la dimos contra los escritores que cuidaban su mexicanidad con el mismo celo que las doncellas de provincia guardan su pureza. Ellos defendian el nacionalismo y nosotros la universalidad. Con Alfonso Reyes como general en jefe salimos adelante. Los nacionalistas acusaban a Juan Jose Arreola de apatrida y a Juan Rulfo de traidor a la realidad nuestra. En esta disputa, Carlos Fuentes dio las primeras muestras de su talento como ensayista y hombre de ideas. Brevemente, y por encima, enumero algunas otras victorias: convertir al escritor mexicano en noticia y a sus obras en mercancias acordes con nuestro sistema capitalista; establecer, a un nivel casi profesional, la critica de libros, cine y artes plasticas. Difundir y revalorar la obra de nuestros clasicos vivos, y en ese momento ignorados, como Reyes, Vasconcelos, Guzman, Torri y el grupo de Los Contemporaneos; disfrutar, en su justa medida, la poesia y los ensayos de Octavio Paz; romper con la cultura oficial y sus representantes retoricos y mal pertrechados. Descubrir a Rulfo; Arreola, Fuentes y Jose Luis Cuevas; desganitarnos, sin lograr respuesta, al proponer la lectura de los escritores latinoamericanos, de las Antillas representadas por Carpentier al Cono Sur, donde propusimos la canonizacion de Borges; dar a la entrevista y la cronica categoria artistica (recuerdense los deliciosos textos de Elena Poniatowska, entre ingenuos y malvados). La politica de puertas abiertas emprendida hacia todo aquel que tuviese talento y lo aplicara en el momento oportuno; el comprometernos moral y politicamente cuando asi lo requerian los acontecimientos nacionales internacionales. Mexico en la cultura fue posible, por encima de todo, gracias a Fernando Benitez, tan habil como intuitivo, que supo hacer con nosotros un equipo que olvidaba sus pequenas y grandes diferencias cuando defendia las mejores causas de la inteligencia mexicana. Desde otro enfoque, menos optimista, Mexico en la cultura, como tantas otras publicaciones precedentes, exudaba autosuficiencia y pedanteria. Nos considerabamos los "buenos", los "elegidos", y quiza la historia nos reserve otro papel menos acertado y protagonico. Nuestro elitismo, en ultima instancia, ademas de farisaico pecaba de provinciano. Los grupos cerrados se convierten, al correr del tiempo, en parodias de si mismos. (Notimex) .