PAG. 15 SECCION: CIUDAD CINTILLO: DE BALCON EN BALCON CABEZA: Cartas marcadas CREDITO: Manuel Blanco* En el aire enrarecido de la ciudad, la sonrisa incredula del ciudadano Juan Perez Jolote esta diciendo que el no es ningun personaje de don Ricardo Pozas, que sus raices indigenas aunque estan presentes en su cara, en realidad se encuentran ya muy distantes en el tiempo. Y que a fin de cuentas su autentico nombre es el de Tranquilino Munoz, alias el "Mole de Olla", atento aunque no se sabe si muy seguro servidor. Respira hondo entonces, como si quisiera llenar sus pulmones de nuevos impetus que quiza pudiera traducir en esperanzas, pero el resultado es desalentador. Siente como el aire cargado de pestilencias contaminantes le hace el efecto de un mezcal triple y de la peor de las marcas. Sus pulmones abofeteados de tan drastica manera, le hacen toser convulsivamente y los ojos se le ponen rojos y llorosos como si viniera de asistir al velorio de alguno de sus seres mas queridos. Comprende entonces que lleva 20 minutos esperando a que pase el autobus de pasajeros y como que piensa: ¨pues no que la normalizacion del servicio era cuestion de unos pocos dias? Ese es el momento en que el chofer de un microbus que viaja repleto le hace senas con la lengua. No importa, se dice a si mismo aunque no muy convencido, mientras haya vida tiene que haber esperanza. Desde la acera de enfrente, donde se encuentra, mira la quietud del Jardin de San Fernando, con su iglesia impasible, sus arboles frondosos, las fuentes que sueltan chorros esmirriados de agua, mientras corretean quitadas de la pena, sobre las losetas del piso, docenas de palomas que ni siquiera toman en cuenta a los ocasionales transeuntes. Solo ellas parecen disfrutar del smog, concluye Tranquilino. Y ese es el momento en que se propone recapacitar. ¨Y yo por que me lleno de angustia, si ni tanta prisa que tuviera? Recuerda entonces que en su modesto cuarto de azotea nadie lo espera. Y como un recuerdo suele seguir a otro recuerdo, medita y recapacita: si ni chamba tengo, entonces, ¨de que me apuro? Solo que su modesto parpadeo de la memoria lo mete en un asunto mas complicado. No se decide si a tararear aquello de yo soy el abandonado, o bien remitirse a la voz del maestro Julio Jaramillo entonando Esperanza inutil. Con todo, Tranquilino no se deja vencer por la adversidad. Cruza la calle hacia el sur, empuja la puerta de dos hojas de la vieja taberna y dice: al mal paso darle prisa. Ademas, quien quita y se aparece un cuate que me ofrezca chamba y salga de pobre a la vuelta de unos cuantos dias. El que no arriesga no gana. Salud. *Periodista. .