SECCION: INFORMACION GENERAL PAGINA: 2 BALAZO: CUADERNO DEL SABADO CABEZA: Eficacia vs. moral en politica CREDITO: IKRAM ANTAKI * LA MODERNIDAD DE MARCO AURELIO: Lo que esta pasando en nuestro pais me lleva a la inmemorable reflexion sobre la eficacia versus la moral en politica. ­Cuanto camino recorrido desde Marco Aurelio hasta... Marco Aurelio, pasando por lo ancho de 18 siglos! Vanidad del tiempo. ¨Acaso somos incapaces de aprender nada? El emperador filosofo tenia un proyecto insensato: el de conciliar su compromiso politico con la moral verdadera. Platon habia pretendido que la ciudadania sabiamente gobernada debia serlo por un rey-filosofo, o un filosofo-rey. ¨Sera posible? Hurgue en su vida y encontre a un hombre sin prepotencia, hombre de dudas y de vacilaciones, consciente de no ser el semi-dios que sus contemporaneos estaban dispuestos a ver en el. Pero ellos no necesitaban de las dudas y de las vacilaciones. Querian seguridad. El tenia que ocuparse de los asuntos del mundo y, para hacerlo, se armo de virtud: la templanza, el discernismo, la valentia y la justicia. Virtudes cardenales, las llamaban. Marco Aurelio estaba determinado a conciliar la moral y la politica, dije, la filosofia y el poder. Queria someter sus hechos a su pensamiento. Hablo con la verdad. Critico lo que le parecia criticable, busco la equidad, modero el fisco, garantizo la asistencia a los mas pobres... Habia decidido de jamas tratar a un ciudadano como si fuera un enemigo. Explico a sus hombres el horror que le causaba la guerra y busco por todos los medios evitarla: solo se resigno a emprenderla por temor a ver el imperio destruido por los barbaros, que la integridad del Estado era, al fin, la frontera que no habia que atravesar. Le toco una epoca dificil: tuvo que enfrentarse a la invasion de los germanos del norte, a los partos de Armenia y a la peste que azotaba Italia. Frente a todo ello, controlo su emocion y controlo su ira. Proclamo su disposicion a perdonar y a la vez que critico la ausencia de lealtad en sus adversarios. Al fin, no queria violar sus propios principios: "Los hombres, los mas celebres, decia, no son mas que hombres rancios ¨Sobre que apostar entonces? Sobre eso: hay que conformar el pensamiento a la justicia, hay que actuar para el bien comun, y hay que hablar con la verdad". ¨Por que les cuento todo eso? Por una razon patetica y que deberia ser -o no ser- aleccionadora: la historia de Marco Aurelio, justo entre los justos, es la de un fracaso. Y es la realidad la que impuso el fracaso. Centralizo el Imperio para hacerlo mas eficiente y mas gobernable, pero la centralizacion engendro la burocratizacion, que lo volvio mas fragil. Era tolerante, pero su tolerancia se oponia a su sentido del Estado. Era un hombre de cambios, podia influir en las costumbres que le parecian i ndefendibles, pero era un hombre de leyes: no podia violarlas. El filosofo era demasiado politico. El politico era demasiado filosofo. Jamas logro resolver esas contradicciones. Otros, menos integros, mas ligeros, erraran tambien, sin siquiera tratar de conjurar la procuracion por el poder y la preocupacion por la virtud. Hoy, en un contexto inseguro, volvemos a preguntarnos sobre la posibilidad de conjugar la eficacia y la integridad. Recuerdo a Muauia, el fundador de la dinastia de los Omayades, la que co nquisto medio mundo para la gloria del joven imperio islamico. El no hablaba de moral. Solo decia: "Quiero un Estado". Lo tuvo. Luego dijo: "No es necesario luchar contra los conquistadores. Basta con corromperlos". Y corrompio, y corrompio, hasta lograr lo que queria. ­Por Dios! no trato de decir que la solucion esta en la falta de etica, ni que la eficacia puede valerse de todos los medios. Me desespera que esta pudiera ser la lectura de mi reflexion. Solo observo, luego constato. Algunos miran al principe y dicen: "­Cuanto se equivoca!... Basta con..." Y la administracion de los hombres se vuelve, en su parecer, tarea de ninos. No es asi. Es ardua, dificil, desesperante a veces y, al final del camino, poco mas o menos, siempre esta el fracaso. Porque, aun en medio de l a eficacia, no podemos negarnos a entrar en el conflicto entre el bien y el mal, a pronunciar juicios de valor. Porque es imposible poner de lado la cuestion de la virtud, de los fines, lo equitativo, lo justo, lo bueno. Un hombre que se niega a distinguir entre la mediocridad y la grandeza, la imbecilidad y la sabiduria, podria ser un buen bibliotecario, pero no podra decir nada pertinente a los hombres. Su horizonte es la indiferencia. El nuestro es la humanidad compartida. *Antropologa, escritora, autora de El Espiritu de Cordoba. .