SECCION ESPECTACULOS PAG. 42 BALAZO: GARGANTA PROFUNDA CABEZA: La historia de O y los prejuicios sadomasoquistas CREDITO: NAIEF YEHYA El siglo culmina con la muerte de algunos mitos que parecian intocables, el comunismo se colapso, el PRI se desmorona, se crea un microestado palestino, se descubre la verdad de aquella legendaria foto del monstruo de Loch Ness y aparece finalmente la autora de una de las novelas eroticas mas importantes del planeta, La historia de O. El texto acreditado a Pauline Reage, donde narra el voluntario sometimiento de una mujer al ser convertida en una esclava sexual, fue motivo de todo tipo de especulaciones. La s feministas aseguraban que se trataba de una obra masculina, pues decian que era imposible que una mujer tuviera ese tipo de fantasias sadomasoquistas. Pero el pasado 24 de julio la notable escritora Dominique Aury confeso finalmente ser la autora de tal libro, publicado en 1954 y que concibio como una carta amorosa para el tambien celebre escritor Jean Paulhan. Aprovecharemos ese descubrimiento para abordar el tema de la pornografia violenta y el sadomasoquismo desde una perspectiva distinta a la que hemos expuesto en estas paginas. Richard B. Miller, de la Universidad de Indiana, define (en su articulo Violent Pornography: Mimetic Nihilism and the Eclipse of Differences / Pornografia violenta, nihilismo mimetico y el eclipse de las diferencias, publicado en Soundings, 1986) el termino pornografia violenta: Son imagenes de personas, usualmente pero no siempre muje res, humilladas, atadas, golpeadas, violadas, torturadas o asesinadas para entretener a alguien o para obtener un beneficio para terceros. Hasta aqui podemos estar de acuerdo, su clasificacion es valida y el autor va haciendo un analisis de la ambigedad estetica y hermeneutica que tienen los materiales pornograficos. Es decir, por una parte los materiales porno son objetos esteticos cuyas formas pueden ser objeto de estudio, pero tambien son discursos meritorios de analisis. Ahora bien, es bastante absurdo separar radicalmente estos campos, como el autor anota tambien. No obstante, lo que Miller senala es que la porno: Recomienda ciertas form as de comportamiento humano (un acto discursivo) por medio de simbolos e imagenes sugestivas dentro de un campo de percepcion cerrado del cual el observador obtiene entretenimiento o placer sensual (un acto estetico). Con esto Miller quiere llegar, paso a paso, a demostrar que la porno violenta (que segun el crece en proporcion directa del avance del movimiento feminista) es un discurso nihilista y necrofilo. De esta manera las lineas de Pauline Reage/Dominique Aury, asi como las secuencias de un video de a taduras o un trabajo sadomasoquista cualquiera es una muestra de tanatica y no de erotica. Por lo tanto, lo tanatico debe distinguirse de lo erotico porque la muerte que se celebra en la primera representa una aniquilacion de la condicion de gozo, placer o de la intimidad del amor. El discurso de Miller va perdiendo la compostura, se va enrollando en sus propios prejuicios y finalmente termina hecho un lio, tras citar a Kant visto a traves del filtro de la feminista Eva Feder Kittay. En un principio asume que las victimas son a veces hombres y a veces mujeres, pero esto lo olvida mas tarde para tan solo retomarlo al final de su ensayo donde explica que dado que se trata de una porno nihilista entonces la inversion de roles puede verse como el eclipse de las diferencias. Lo que parece afligirle a este autor es que: Pareceria que la transgresion principal realizada por la porno es violar fronteras, no aquellas en el interior de nuestro discurso moral, sino aquellas mas importantes que dan forma a las estructuras convencionales, las condiciones basicas, de nuestro discurso moral. Miller no menciona en su ensayo la palabra fantasia (olvido comun en los censores de la porno), tampoco ha escuchado hablar acerca de los rigurosos codigos que respetan religiosamente los entusiastas del sadomasoquismo, y no dice que la porno violenta es una rareza (casi inexistente) en medio del oceano de pornografia que se produce actualmente. Una vez mas se recurre a la vieja artimana de confundir al lector al mezclar cosas o al no llamarlas por su nombre. El ensayo de Miller comienza describiendo siete ejemplos de lo que el denomina la porno violenta; curiosamente ha elegido siete muestras que tambien Diane Russell escogio en su mamotreto sensacionalista Against Pornography, The Evidence of Harm (comentado en esta seccion el 10 de junio de 1994). Los ejemplos de Miller son: una mujer se acuchilla la vagina y se recorta los labios en una publicacion llamada Sheik; dos mujeres asiaticas atadas en la revista Rope; un tipo acciona un martillo hidraulico contra la vagina de una mujer; un estudio fotografico de Penthouse donde una mujer es secuestrada; la secuencia donde un tipo golpea, electrocuta, insulta e incendia a una mujer en la pelicula Supervixens de Russ Meyer; los asesinatos que comete la heroina de I Spit on Your Grave contra sus violadores y, por ultimo, una serie de fotos donde una mujer tortura a un hombre en la revista sadomasoquista Bondage and Discipline Quarterly. Todo lo anterior, independientemente de su contexto y el publico al que esta dirigido, es porno violenta segun Miller. Son mimesis, es decir, representaciones poeticas del mundo, donde no cuentan los actos mostrados sino el significado y la estructura de los mismos. Si algunos de sus ejemplos son ironias o bien actos sexuales que siguen el codigo sadomasoquista del siglo XVIII, no tiene la menor importancia para Miller. Una vez mas se olvida que la fascinacion con lo macabro y lo retorcido que todo mundo tiene en menor o mayor grado es el resultado de una serie de experiencias de la infancia. De esa manera los materiales porno violentos vienen a satisfacer necesidades especificas de gente cuyos gustos sexuales son el resultado de sus experiencias. Las relaciones sadomasoquistas en general involucran posiciones de sumision y dominio, pero este orden no imita las jerarquias de dominio del mundo real, sino que, por el contrar io, ofrece la posibilidad de una identificacion movil (pero a eso ya hemos dedicado varias entregas, por lo que no nos extenderemos). En cierta forma el hecho de que La historia de O sea la obra de una mujer es una prueba saludable de que las fantasias sexuales de hombres y mujeres pueden ser semejantes y que la separacion que hacen las feministas antiporno y los conservadores, donde los hombres son los victimarios y las mujeres las victimas, es un prejuicio. .