SECCION ESPECTACULOS PAG. 43 BALAZO: El Pacifico CABEZA: Vaqueritas en el extasis musical CREDITO: HECTOR LEON En el bar El Pacifico, de la calle de Bucareli, desde hace un buen tiempo se juntan populares bandas para tocar quebradita y se dan cita sinaloenses, sonorenses, gente del norte, del Bajio, judiciales y federales, en un ambiente muy sano (aunque usted no lo crea). Despues de algunas broncas y balaceras los duenos del lugar dispusieron una buena seguridad para que ya nadie entrara con pistola. Viernes y sabados llegan las vaqueritas mas hermosas de la ciudad y los vaqueros mas bragados; el baile exuberante, el olor a cerveza y las bandas arman un ambiente unico en una especie de disco ranchera donde el extasis y la lujuria musical dominan de la noche hasta el amanecer. Se tiene que saber bailar, no hay de otra. Para quebrar hay que brincar de a de veras; los sombreros vuelan y las damas, literalmente, tambien. Hay que zangolotearse y sudar, mover la cintura: "ombligo con ombligo, cachete con cachete, lo tuyo con lo mio"; agacharse, girar los hombros, sostener al ras del piso a la chava, impulsarla y sostenerla entre las piernas, bailar de a "caballito", subirla a los hombros y quebrar! Si no se quiebra no hay baile, no hay mas. Si la fiebre de la cumbia, salsa, guaracha, danzon, mambo, merengue y demas inundo de repente a las clases medias, el sonido de la banda ha brincado de las clases populares y las zonas rurales a las ciudades. Se ha convertido en un sonido campirano pero tambien urbano, algo que no ha logrado la onda grupera. La quebradita esta llamando la atencion, no cabe duda; es un movimiento que tiene que ver con lo urbano, pero que se distingue por su ritmo festivo y que por tanto resulta imprescindible en las tertulias de cualquier indole. Su sonido vitaliza, electriza y calienta al cuerpo, lo explota por dentro; es estridente, casi insoportable, es el sonido del monte, del tamborazo, donde el microfono pasa a segundo plano y donde la distorsion natural de trompetas, clarinetes, saxofones, trombones y tarolas deshidrata y desoxida al oido. Existen en esta propuesta arreglos virtuosos, agresivos y pasionales. Es un sonido hibrido que eclosiona. Este nuevo ritmo descalabra a la propia armonia. El tiempo y contratiempo orillan a brincar; la ruptura sonica, el cambio de velocidad, la tarola sola por momentos y la entrada de metales como aullidos primigenios, asi como el grito de "A quebrar machos!", ponen los pelos de punta. Es el sonido de la soldadesca, de los narcos en su escandaloso poder, de la barriada que quiere olvidar y tirarse a la fiesta, del profundo desamor, del aullido bestial de un ritmo que rebota de los timpanos hasta el sexo y manipula la excitacion del brincoteo genital, casi germinal de vida. .