SECCION DEPORTES PAG. 6 BALAZO: COMO MEXICO NO HAY DOS CABEZA: Fanaticos llenos de ilusiones y alegria SUMARIO: Lejos de casa, pero con un equipo que da la cara y con las venas listas a reventar CREDITO: Pocos se conocen, sin embargo se comportan como un solo grupo, con esperanzas de que su escuadra mexicana de la sorpresa ante Italia. Parece lata de sardinas aquel convoy. Los viajeros pegan sus caras a los empanados vidrios y hacen senas extranas a quien se detiene a observarlos. Para los residentes es agradable y curiosa novedad ver tanto sombrerudo, pelando los dientes y secandose el sudor con el primer trapo que encuentran. Apenas se abren las puertas, aquello se satura. Sin embargo, la ley de la impenetrabilidad se viola en cada estacion. Ya no caben y siguen entrando mas y mas. Algunos tifosi caminan preocupados. Tanto grito los ataranta sin saber que afuera, cerca del estadio, la cosa es peor. Miles de mexicanos entonan musica ranchera con la bandera en alto y refrescan la garganta como si se tratase de su ultimo dia en esta tierra de Dios y del soccer. Aquel prieto busca boletos. Ofrece 500 dolares por cada uno. Nadie le hace caso. La reventa termino desde muy temprano y la gente se mete rapido en el inmueble, donde la fiesta empezo hace rato. De repente, el estadio es mexicano. Por lo menos el griterio es en castellano y el verde de sus vestimentas ilumina las gradas. El juego inicia y las porras se encienden. Sin embargo poco a poco pierde fuerza la voz mexicana. A tal grado de que aquello se transforma en verbena italiana. Llega el disparo de Bernal, aquel prietito de pelos necios. Con ello la esperanza sigue delante. Miles de besos y bendiciones se dirigen a aquel numero 6 del equipo vestido de rojo y blanco. La gente empieza a hacer cuentas y a preguntarse que pasa con el empate. En principio no saben a donde jugara, pero entienden que Mexico sigue con vida. Se burlan de los italianos, quienes incredulos ven como casi se les va el boleto de las manos. "Quieren llorar, quieren llorar!" Y efectivamente, algunos italos que hicieron trizas su cochinito lloran con el empate. Mas tarde se calmarian al saber que su escuadra azzurra seguia con vida: "Andiamo, forza Italia, andiamo". Los italos se van al Albergo (Hotel). Los paisanos conforman un rio tricolor rumbo a Georgetown, con policias a unos pasos, el andar orgulloso y los bolsillos vacios. La noche es joven. El festejo crece, se saborea y se emborracha con los colores verde, blanco y rojo por doquier. En las banderas, en las ropas, en los rostros pintados y en los corazones. Una television, en un aparador cercano, muestra imagenes del Angel de la Independencia, alla en Chilangolandia. Las lagrimas brotan sin explicacion aparente. Lejos de la casa, pero con un equipo que da la cara, con deficiencias, pero con las venas listas a reventar. La luna se ha puesto pijama. Algunos quieren seguir el festejo. Terminan en Cristal City, donde por el precio de una cerveza te tomas dos y tienes derecho a botana, pantalla gigante para la repeticion y dos lindas chicas bailando arriba de unas alumbradas y solicitadas mesas. Sus movimientos roban camara a Campos, que aparece en el monitor. Los hombres pelan los ojos. No estan viendo la television. Se acercan demasiado. Quieren tocar a las estrellas de carne, hueso y algo mas. En la tv se ve a Zague quitarse la camiseta. Las table dancers saben hacerlo mejor. Los aficionados olvidan las banderitas, a Bernal y todo lo verde, blanco y rojo. Quieren mas. Bueno, eso dicen los que estuvieron ahi. .