SEC. INF. GRAL. PAG. 3 CINTILLO: SOCIEDAD Y PODER CABEZA: * Atajar la desconfianza * Refrendar la legalidad * Una politica de elites CREDITO: Raul Trejo Delarbre Cuatro semanas ya nada mas y los esfuerzos para que todos creamos en las urnas se multiplican hasta el asombro. Incluso, presenciamos acciones y reiteraciones que en otros tiempos se hubieran considerado innecesarias. Acuerdos en los que no se dice nada nuevo sino la repeticion de compromisos con la ley que se supondrian ineludibles para quienes hacen politica electoral y ciudadana; declaraciones que refrendan plazos y deberes constitucionales; reuniones de funcionarios o candidatos con mexicanos interesados en la politica pero formalmente aislados de ella, se convierten en asuntos de relevancia. No es que no haya noticias. Es que las noticias de estos tiempos, en un marco definido por las desconfianzas mutuas, son los a cuerdos, encuentros y definiciones en los que se repite que, a pesar de las diferencias muchas, hay coincidencias fundamentales en la ruta de las urnas. La confianza se ha erosionado tanto que no estorba cualquier recurso, incluso la reiteracion de las obviedades mas palmarias, en el intento para dotar de un marco de credibilidad suficiente a las elecciones. Asi estan las cosas y en esas estamos. 8 firmas por la legalidad Solo en esa situacion en donde para empedrar de buenas intenciones el camino hacia el 21 de agosto se requiere apuntar consensos, puede explicarse que haya tenido tanta importancia -y tantas repercusiones publicitarias- el denominado Acuerdo por la Civilidad, la Concordia y la Justicia en la Democracia. El hecho de que todos los candidatos presidenciales, menos uno, hayan estado dispuestos a suscribir verdades tan importantes pero tan obvias como que las elecciones proximas son gran oportunidad para fortalecer la democracia o que la legalidad constitucional es un principio superior, ha sido presentado como un gran avance. Lo es, efectivamente, en vista de la situacion de incredulidad que en algunos sectores de la sociedad se ha extendido, terca y exigente, poniendo a varios de los principales actores polit icos, comenzando por quienes nos gobiernan, en la necesidad de promover declaraciones y acuerdos en los que en rigor no se dice nada nuevo, excepto que estamos en los compromisos ya conocidos. Esos ocho candidatos, a iniciativa de las autoridades electorales y de Gobernacion, aceptaron firmar un documento en el que se dicen cosas tan ordinarias (pero, en el contexto actual, repentinamente necesarias y entonces relevantes) como que participan en el proceso electoral en estricto apego a la ley y que emplean p rocedimientos no violentos. Nada nuevo. Pero es noticia. Ernesto Zedillo, Diego Fernandez, Cecilia Soto y los candidatos de los cinco partidos pequenitos en trance de extincion politica, estamparon sus firmas bajo esas declaraciones. Nada nuevo en esos compromisos. Lo relevante y doblemente extrano, si acaso, ha sido la negativa del noveno candidato, Cuauhtemoc Cardenas, para suscribir esa retahila de irrebatibles verdades. Fama y figura perredistas Si el ingeniero y su partido apostaran a la democracia, el juego electoral limpio y la via de las urnas, no tendrian argumentos serios para negarse a suscribir el Acuerdo publicado el martes 19 de julio pasado. El unico motivo, puede partir de suponer que como afianzar un camino creible y solido hacia la democracia electoral le conviene hoy al gobierno y el PRD antes que nada esta en contra del gobierno, entonces, por inopinada extension, ese partido se ubica en contra de la democracia. Asi estan las cosas. Los perredistas se han quejado de que se les quiere aislar y presentar con una fachada perversa, en una campana publicitaria que busca explotar su negativa a firmar el Acuerdo de hace pocos dias. Pero en realidad no hace falta disfrazarlos de intransigentes. Ellos mismos, o mejor dicho su candidato presidencial que es en quien radica la linea dura del PRD, se marginan de los acuerdos, la politica y de esta forma, del compromiso ya no con los otros partidos sino con la sociedad. Amalia Garcia le preparo a Cuauhtemoc Cardenas su gran oportunidad de los ultimos tiempos para que modificara esa fama de intransigencia. En la reunion del Presidente de la Republica con el protagonico grupo sanangelino, una pregunta de la heterodoxa perredista comprometio a Carlos Salinas para un eventual encuentro con el dirigente real y candidato actual del llamado partido del sol azteca. Cardenas, mal y apresuradamente informado, se apuro para decir, cuando la reunion surena todavia no terminaba, que co nversaria, si es que Salinas daba respuesta a la agenda de ocho puntos que el PRD ha presentado en torno a las elecciones. Cardenas no exigio que el Presidente diera contestacion favorable a esos temas, que incluyen preocupaciones, quiza exageradas pero muy especificas, sobre el padron, calificacion de los comicios, apertura de los medios y organizacion de nuevos debates. Simplemente dijo que queria dialogar en torno a esos puntos. Sin embargo esa reaccion fue presentada, en la enorme mayoria de los medios y aun mas en espacios periodisticos de opinion, como tajante, irreflexivo y arrogante rechazo de Cuauhtemoc Cardenas a la disposicion dialoguista del Presidente Salinas. Un encuentro malogrado En realidad no fue asi. El Primer Mandatario manifesto respeto por Cardenas, dijo que si se lo solicitaba se reuniria con el de la misma manera que lo ha hecho con el resto de los candidatos presidenciales y dejo abierta la posibilidad del ciertamente dificil, pero interesante y quiza util encuentro. Cardenas no dijo que no. Sin embargo, una vez que en numerosos medios de informacion se magnifico la version del rechazo por encima de la pequena condicion tematica del candidato perredista, este se mimetizo co n la posicion de intransigencia que no se habia derivado de sus propias declaraciones. Los medios -algunos medios- decidieron por Cardenas. Pero ya difundida la especie del virtual rechazo al dialogo, ese candidato nada hizo para rectificarla. Y es que el eventual encuentro con el Presidente de la Republica implicaria un reconocimiento que, al menos en persona, Cuauhtemoc Cardenas no parece dispuesto a otorgar, por mucho que nos encontremos en la recta final del sexenio al que desde el comienzo ha descalifi cado. Ni firma en el Acuerdo ni audiencia con el Presidente. La candidatura perredista se mantiene en el filo entre la competencia legal y la intransigencia autoinmolatoria. El PRD pierde votos, por mucho que sus propagandistas consideren que las estimaciones que advierten ese deterioro son amanadas o interesadas. El hecho es que ese partido no logra ni siquiera conservar su franja de simpatizantes tradicionales, entre los cuales hay quienes ya piensan en otras opciones de voto. La tragedia del PRD no es motivo de jubilo. Tiene que ser entendida como un autentico drama para todo el sistema politico mexicano. Por un lado, la referencia de izquierda que todavia, aunque simbolica e inconsistentemente ha encarnado el PRD, se diluye junto con el debilitamiento de ese partido. Pero ademas, el hecho de que un partido nacional no acepte las reglas del juego democratico puede traducirse en una vuelta de timon en donde los grupos mas enfebrecidos del perredismo llegaran a asumir posiciones e xtrainstitucionales. Hoy, en apariencia apuestan a las urnas sabiendo de antemano que alli no les ira bien. Por eso, preparan la descalificacion de los comicios, si no con pruebas entonces patrocinando la desconfianza, o lo que sea posible magnificar de ella. El sexenio durara 6 anos La incredulidad de los ciudadanos, ha sido fruto de la desinformacion enmedio del revoltijo de versiones y confusiones de estos momentos, lo mismo que del recelo documentado en largo tiempo de groseros abusos del poder politico -especialmente del partido en el gobierno-. Atajar esa desconfianza, con todos los recursos posibles, es fundamental. Ningun esfuerzo, ninguna reiteracion de obviedades incluso, resultan pequenos ni salen sobrando en esa cruzada por la credibilidad. Pero habria que pensar mas en las causas de esa desconfianza, que en tratar de exorcizarla solo con buenos propositos. Por otro lado, es posible que en el gobierno y otros espacios del poder politico se este reaccionando mas a los impulsos y exigencias de las periferias organizadas o informales del mundo politico, que a preocupaciones reales de las mayorias en la sociedad. En esos suburbios del poder se expresan reclamos y escepticismos que son de lo mas naturales, en tanto que indican presiones e intenciones para hacerse notar ante el. Per o los personajes y grupos que deambulan por alli, tambien encuentran recursos eficaces, sobre todo en estos momentos de confusion, en las murmuraciones gratuitas pero erosionadoras y en el alarmismo domestico pero enfatico. Hace una semana, segun dicen quienes estan atentos a esos circuitos, parecio extenderse el rumor de que el Presidente de la Republica pensaba dejar su cargo a un interino. Los motivos que se esbozaban no parecian claros, pero nunca un rumor es del todo congruente. Esa version, al parecer fue reforzada por el manejo torpe de una decision reciente de la Camara de Diputados sobre el procedimiento a seguir en el caso de tener que sustituir al Presidente de la Republica antes de que concluya el mandato legal. Es e, era un rumor registrado en circuitos acotados en las periferias de la politica -en espacios por lo visto no tan enterados como a menudo suponen-. No se trataba de una version extendida, ni mucho menos de importancia nacional. Sin embargo el miercoles merecio una aclaracion de la Presidencia de la Republica en donde, para seguir con esa costumbre de reiterar obviedades, se decia que don Carlos Salinas no ha pensado en asumir otra responsabilidad antes del primero de diciembre y que no hay motivos para que deje de cumplir con su mandato constitucional. Intenciones y aclaraciones Quiza, en aclaraciones como esas, desde el poder se contesta a las inquietudes de unos cuantos. No estorbarian a la democracia esas precisiones, si no causaran, posiblemente, confusiones mayores que las que pretenden resolver. En todo caso, llama la atencion como diversas acciones, decisiones e incluso reuniones politicas se emprenden no para atender a exigencias de la sociedad sino de pequenos grupos de interes. El hecho de que el Presidente de la Republica haya acudido a la casa de uno de los miembros del llamado grupo San Angel, es muestra de esa politica de elites que tiende a desplegarse al margen -y quiza en detrimento- de la politica hacia y con las mayorias. Al dia siguiente de la aclaracion mencionada, la Presidencia tuvo que hacer otra mas, ahora en rectificacion a las versiones de la reunion que Carlos Salinas tuvo con un grupo de directivos de medios de comunicacion estadounidenses. Con nula etica puesto que el encuentro habia sido off the record, pero por lo visto ademas con poca fidelidad a lo que habia escuchado, el jefe editorial de Los Angeles Times, Frank del Olmo, informo a otros periodistas que Salinas habia considerado, en las elecciones de agosto, que el triunfo legitimo de la oposicion no solo seria un triunfo para ella sino una victoria para Mexico. Lo absurdo de la declaracion era suficiente para tratar de corroborar: parece al menos extravagante, cuando no masoquista, que un Presidente priista estuviera apostando a la victoria de otros partidos como si solo ganando la oposicion pudiera considerarse que las elecciones habrian sido exitosas. Sin embargo en el clima de especulaciones que vivimos -una de las cuales ha sido esa version de que el Presidente querria favorecer un triunfo del PAN y no del PRI- las torpezas de Del Olmo fueron tomadas como cier tas por algunos informadores. El diario Reforma las ubico en su primera plana y merecio una comedida aclaracion del director de Informacion Internacional de la Presidencia de la Republica. Lo que Salinas dijo, de acuerdo con esas precisiones, fue que cualquiera que sea el vencedor en las urnas de agosto, si el resultado "es producto de una eleccion limpia y transparente como la que se ha organizado este ano en Mexico, este sera el triunfo de la democracia". Ese triunfo, sea cual sea el que gane, tendra que ser precedido por la solidificacion de las certezas en torno a la organizacion de las elecciones. El Consejo General del IFE avala el padron con el que votaremos dentro de cuatro semanas, ocho candidatos prometen cumplir las leyes, hay Presidente para todo lo que resta del sexenio, tenemos al fin fiscal electoral (Ricardo Franco Guzman, que ha comenzado por asegurar que a el solo las leyes lo convencen). Todo sea por atajar la desconfianza. Aun las verdades palmarias vueltas fetiche declarativo, incluso la politica elitista, todo sea por la democracia. Sea, pues. .