SECCION ESPECTACULOS PAGINA 46 BALAZO: CUENTO Y ENSAYO CABEZA: JULIO TORRI, EL TRIUNFO DE LA BREVEDAD El 27 de junio de 1889 nacio en Torreon, Coahuila, el escritor Julio Torri, a quien se considera como uno de los principales precursores del cuento contemporaneo. Autor de Ensayos y poemas (1937), De fusilamientos (1940) y Antologia (1957), entre otros, Torri fue un consumado ensayista que tambien domino el poema en prosa y el aforismo. Siendo aun estudiante de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, Julio Torri se adhiere al Ateneo de la Juventud, donde entro en contacto con Alfonso Reyes, Pedro Hernriquez Urena y Jose Vasconcelos, entre otros. Despues de haber escrito un largo ensayo acerca de la obra de los modernistas, Julio Torri ingreso en 1953 a la Academia Mexicana de la Lengua. En alguna ocasion Torri senalo que su estilo era "lo mas sencillo posible y procurando comunicar lo que me parece menos tonto". A continuacion reproducimos un texto de ficcion tomado de El arte de Julio Torri (1983), de Serge I. Zatzeff, editorial Oasis. El fin de Mexico (Del Times de Londres) A Carlos Gonzalez Pena Escribo este relato de la destruccion de mi ciudad para el Times de Londres. Perteneci a la Sociedad de Geografia y Estadistica de Mexico, y no tengo otro titulo para implorar un poco de credulidad hacia esta narracion. Desde ninos nos es familiar la literatura de terremotos, naufragios y demas calamidades, y asi, omitire todo pormenor que sea propio del genero. No dire, ademas, sino lo que vi, que fue bien poco, pues mi salida de la ciudad ocurrio cuando las lavas llegaban a las primeras casas, por el rumbo de San Antonio Abad. Declaro, finalmente, que abandone a Mexico sin ejecutar ningun acto heroico; y me daria, en consecuencia, mucho pesar verme manana en libros de primeras lecturas con algun heroismo grotesco a cuestas. Ante todo, ha causado profunda extraneza el comportamiento del viejo Popocatepetl, que tras muchos siglos de hipocresia bajo los crepusculos tuvo la chochez de una erupcion. En las leyendas del Valle de Mexico desempeno siempre el papel de abuelo bonachon y cachazudo que sonrie a las estrellas, indiferente a las preocupaciones humanas. -Si hubiera sido el Ajusco -decian los mexicanos- nada habria de extraordinario. Ni de temible, dada la preferencia que este enfant terrible de los volcanes americanos muestra por la vertiente del Pacifico. La completa ruina de Mexico se consumo a las siete de la noche del dia 23. La prensa diaria, en ediciones especiales, la habia predicho para las 5 de la tarde. El Transigente la anuncio para la una. Lo cierto es que aunque se sabia que las lavas del Popocatepetl se adelantaban lenta e inevitablemente por la carretera de Tlalpan, no se tuvo la certidumbre de la catastrofe hasta las dos de la tarde. A esta hora cruce la gran Plaza Mayor de Mexico, que ofrecia un espectaculo insolito y grandioso. El viejo Palacio de los Virreyes, mas sombrio que nunca, estaba ornado esplendidamente por el fuego del volcan. Las torres de la catedral se alzaban siniestras y rojas en aquel ambiente de catastrofe. A medio dia se interrumpio el trafico de tranvias electricos y se cerraron las puertas de algunas tiendas. Pronto fueron estas asaltadas y saqueadas por el pueblo, en tanto que los limpiabotas y ninos del arroyo hacian funcionar libremente los ascensores de los edificios, cabalgaban en las estatuas publicas y coronaban de harapos las azoteas y balcones de los palacios. La policia cumplio con su deber hasta los ultimos instantes. Millares de gentes fueron conducidas a prision, y de seguro el gobernador del Distrito habra tenido un trabajo excesivo al dia siguiente, en el reino de los muertos. La destruccion de Pompeya ilustra poco al lector, pues en circunstancias muy diversas ocurrio la catastrofe mexicana. Los habitantes de aquella ciudad, a causa de la corrupcion de costumbres en que vivian, no pensaron, a la hora de la lluvia de cenizas, sino en salvarse. Los mexicanos por el contrario, mal acostumbrados de toda su vida, por largos siglos de espiritualismo nazareno, al aplazamiento indefinido de sus mas punzantes deseos, se entregaron a todos los excesos del instinto. Ante esta frenetica posesion de las cosas largo tiempo codiciadas, cuya fuerza tragica hacia mayor el espectaculo de la erupcion. Horacio hubiera de seguro lamentado lo escueto y aspero de la vida moderna que solo curiosidades inutiles y agudos deseos incuba. En tanto que el pueblo simple y heroico robaba a todo su sabor, los muelles aristocratas evitaban con el cloroformo y la morfina una muerte cruel. En algunos barrios, como Santa Maria la Ribera, las gentes de la clase media morian cristianamente. Los curas confesaban a millares y la religion triunfo en toda la linea. -La destruccion de Mexico -oi decir a un sacerdote- sera una gran leccion para la descarriada Francia. En el resto de la ciudad, desaparecieron ante la inminencia del peligro todas las imperfecciones sociales que ha creado la rutina de los hombres. Los mexicanos vivieron, de este modo, su ultimas horas en el estado de naturaleza. Contra el nada puede argumentarse por este breve ensayo, pues solo un considerable aumento de poblacion prometia. Nota de la redaccion del Times.-Aqui termina la relacion del superviviente de la catastrofe. Como informes complementarios, anadiremos que se ha encendido cruda guerra entre los liberales mexicanos, que quieren hacer de Guadalajara la capital de la republica, y los conversadores, que estan por Puebla. Mexico era una bella ciudad: contaba con una poblacion de 500 mil habitantes, y estaba situada a 2265 metros sobre el nivel del mar. Los mexicanos visten ordinariamente el traje de charro. Por el cinematografo sabemos que este vestido consiste en una sandalia de madera, llamada huarache, un taparrabo de terciopelo, y un vistoso adorno de plumas en la cabeza. Los aristocratas substituyen con el sombrero de copa, el adorno de plumas. Texto aparecido en el Times de Londres, marzo de 1914. .