SECCION ESPECTACULOS PAG. 54 BALAZO: El clamor de los ciegos CABEZA: Elias Canetti, voz transformada en escritura El autor de Las voces de Marrakech, Elias Canetti, es infatigable escudrinador de la palabra y exacto adjetivador que ha concebido textos como Auto de fe, Masa y poder, La lengua absuelta y La antorcha al oido, a traves de los cuales indaga en la condicion humana. Como un pequeno homenaje en la fecha de su nacimiento (1905) reproducimos "El clamor de los ciegos", incluido en Las voces de Marrakech, el autor "spaniol educado entre Suiza y Austria" como le dice Hermann Bochje, Canetti nos ofrece su mirada ini cisiva sobre la Marrakech que visito en 1954. Trato de relatar algo y apenas enmudezco me doy cuenta de que aun no he dicho nada. Algo maravillosamente luminoso y denso permanece aun en mi y obstruye la palabra. ¨Es acaso la lengua, que no entiendo, y que paulatinamente debo interpretar en mi interior? Habia acontecimientos, imagenes, sonidos, cuyo sentido de entrada radica en uno mismo, que fueron no tanto tomados, sino reducidos a palabras, y que mas alla de las palabras son aun mas profundos y plenos de sentido que ellas mismas. Suenos en un hombre que olvida las lenguas de la tierra hasta no comprender cuanto se dice en ninguna de ellas. ¨Que hay en el lenguaje? ¨Que esconde? ¨Que le sustrae a uno? Trate de aprender, durante las semanas que pase en Marruecos, no tanto arabe como tambien una de las lenguas bereberes. No queria perder ni un apice de la fuerza de esas extranas voces. Queria sentirme tan afectado por esos sonidos heterogeneos como en realidad se merecen, y no flaquear por un conocimiento deficiente y superficial. No habia leido nada sobre el pais. Sus lugares me resultaban tan ajenos como sus gentes. Lo poco que a lo largo de u na vida le llega a uno por los aires, de cada pais y cada pueblo, se pierde en las primeras horas. Pero permanecia la palabra "Ala", que no podria eludir de ninguna manera. Por lo que atane a los viejos, una parte de mi experiencia me predisponia hacia ellos, la parte mas cotidiana, emotiva y persistente. Viajando lo toleramos todo, los prejuicios quedan en casa. Se observa, se escucha, se siente uno fascinado ante lo mas atroz porque es nuevo. Los buenos viajeros son despiadados. Cuando el pasado ano, tras cincuenta anos de ausencia, me acercaba a Viena, pase por el Blindemarkt, un lugar cuya existencia nunca hubiera sospechado con anterioridad. El nombre me hirio como un latigo, y jamas me ha abandonado desde entonces. Ese ano, cuando llegue a Marrakech, me encontre repentinamente entre los ciegos. Eran cientos, incontables, la mayoria mendigos, un grupo de ellos, unas veces ocho, otras diez, podia verse en el mercado formando una apretada fila, y cuya ronca y eternamente reiterada letania era audible a lo lejos. Me situe frente a ellos, igualmente inmovil, y no muy seguro de si percibian mi presencia. Cada uno de ellos sostenia frente a si un plato de madera, y cuando una moneda caia en uno de estos, pasaba de mano en mano, y cada cual la palpaba, la probaba, hasta que uno, cuya funcion parecia ser esa, se la embolsaba finalmente. Se sentia en comun, al igual que se murmuraba y se clamaba en comun. Todos los ciegos pedian en nombre de Dios, y mediante la limosna podia obtenerse de l algun favor. Empezaban con Dios, terminaban con Dios y repetian su nombre diez mil veces al dia. Todas sus letanias contenian su nombre de varias formas, pero la letania a la que se aferraban desde un principio permanecia inalterable. Son arabescos acusticos en torno a Dios, pero mucho mas expresivos que opticos. La mayoria confiaba unicamente en su nombre, y solo a este clamaban. Hay en ello una obstinacion terrible; se me presentaba Dios como un muro al que acometiesen siempre por el mismo lugar. Pienso que los mendigos se mantienen mejor gracias a sus formulas que a lo mendigado. La repeticion de la misma letania caracterizaba al vocero. Se le queda a uno grabado, llega a conocersele, esta siempre ahi; expresa una concreta identidad precisa al igual que su letania. No sabremos nada mas de el, cuida de protegerse, la letania tambien es su frontera. En un lugar semejante el es exactamente eso; lo que vocea, ni mas ni menos; un mendigo ciego. Pero la letania tambien es una multiplicacion, cuya rapida y regular repeticion hace de ella un conjunto. Se da en ello una particular capacidad de postulacion: reclama para muchos y acopia para todos. "Piensa en todos los mendigos, piensa en todos los mendigos! Dios te bendice por todos los mendigos a los que des". Quiere decir todo esto que los pobres entraran quinientos anos antes que los ricos en el Paraiso. Mediante lismonas se enajena a los pobres algo del Paraiso. Si alguien ha muerto, "se le acompana a pie, rapidamente, hasta la tumba, con o sin vociferantes planideras, para que el muerto alcance pronto la gloria. Los ciegos cantan el credo". Cuando volvi de Marruecos me hinque con los ojos cerrados en un rincon de mi habitacion e intente repetir durante media hora larga, a la velocidad precisa, y con la fuerza adecuada "Ala!, Ala!, Ala!", procure imaginarme el continuar repitiendo lo mismo durante todo un dia y buena parte de la noche, y comenzar de nuevo tras un breve descanso; seguir asi durante dias y semanas, meses y anos; volverme mas y mas viejo y seguir viviendo asi, y aferrarme tenazmente a esta clase de vida, tornarme furibundo cuando algo me estorbase en ella, y no desear otra cosa sino perseverar absolutamente en ello. Comprendi la seduccion que se esconde en una vida que todo lo reduce a la forma mas simple de repeticion. ¨Cuanta o que escasa variacion habia en la labor de los artesanos que vi trabajar en sus pequenos recintos? ¨Y en el regateo de los comerciantes? ¨Y en los pasos de los danzarines? ¨Y en las incontables tazas de te de menta, que toman aqui todos los huespedes? ¨Cuanta variedad hay en el dinero? ¨Cuanta en el hambre? Comprendi asi que eran en realidad esos ciegos mendigos: los santos de la repeticion. Esta excluido de sus vidas casi todo aquello que en nosotros evita todavia la repeticion. Existe el lugar concreto, en el que se acurrucan o se colocan. Existe la invariable letania. Existe el limitado numero de monedas al que pueden aspirar, tres o cuatro unidades diferentes. Tambien existen los donantes, que son diversos, pero los ciegos no los ven y en su plegaria procuran que tambien ellos sean iguales. .