SECCION: INFORMACION GENERAL PAGINA: 11 CABEZA: La cultura en Jalisco: invenciones, destrucciones, logros CREDITO: (Segunda y ultima parte) "Vino el remolino y nos alevanto" En Jalisco se da la mezcla, practicamente unica, del impulso de la Revolucion Mexicana, con el de las tradiciones. Y esto culturalmente influye en tendnecias y obras individuales. Si del influjo revolucionario nadie escapa, ya no es tan comun ligarlo a una estetica muy elaborada que viene de la observacion minuciosa de lo cotidiano y de la reelaboracion artistica de creencias fundamentales. A tal proceso de metamorfosis, Ramon Lopez Velarde le da un significado sensible: "Han sido precisos los anos del suf rimiento para concebir una Patria menos externa, mas modesta y probablemente mas preciosa... una Patria, no historica, ni politica, sino intima". A Lopez Velarde esta Patria le resulta perfecta por adaptable a los designios personales: "La miramos hecha para la vida de cada uno. Individual, sensual, resignada, hecha de gestos, inmune a la afrenta, asi la cubran de sal. Casi la confundimos con la tierra". Esta Patria sigue cubierta por un ropaje moral y costumbre y lo "innominado de su ser" no impide "su cul tivo en versos, cuadros y musica", pero ya no es exactamente la tradicion, acepta dolorosamente el cambio y ve en la recreacion de la memoria la salvacion de lo entranable. De tal estetica, formulada y vivida poeticamente, se nutriran muchos artistas jaliscienses en la primera mitad del siglo. En un ensayo sobre la etapa formativa de Juan Soriano en Guadalajara, Diego de Mesa describe, el mundo de Jesus Reyes Ferreira: Chucho es un maestro que le ensena todo (a Soriano), dejandole en plena libertad de escoger. Aunque todavia no pinta -"embarra", como el dice- sus papeles, vive rodeado de las antigedades y maravillas que, junto con el gusto por las mismas, ha heredado de su padre. Alli ve por primera vez Juan los retratos de Estrada cuya presencia le sobrecoge casi como el Ecce homo de la reja, los santos de talla, los retratos de la epoca colonial, las monjas profesas, los san ignacios y toda una serie de revistas, libro s y reproducciones con lo mas interesantes de la pintura, la escultura, y la arquitectura del mundo, desde el arte de las Ciclades hasta Matisse y los dadaistas. Pegadas en cartones tiene Chucho reproducciones de las obras que mas le gustan y que, entre las bolas de cristal de vivos colores, los brocados viejos, las imagenes populares y los cristos indios, de cana, se ofrecen al joven... La consagracion estetica de pueblos y costumbres, que en "Suave Patria" es utopia de la evocacion, se advierte en los gallos, las ninas muertas, los angeles, las prostitutas arcangelicas, los cristos yacentes, los adanes y evas y los caballitos de Chucho Reyes; en las ninas luminosas de Guerrero Galvan (la ninez como la adjudicacion de formas de pureza); en los grabados de Isabel Villasenor, que ve en la rotundidad de parejas y grupos el principio de identificacion popular; en el horizonte de imagenes y rem embranzas de Maria Izquierdo, con sus escenas de circo, sus retablos, sus Dolorosas, sus payasos, sus equilibristas, sus caballos, e incluso en momentos de Juan Soriano. Son imagenes del tiempo sin tiempo del arte con "temas menores" en donde los versos se cuelan por todas partes: "las magnas tragedias hilarantes" "el vuelo oscilar del trapecio". Y en poesia los grandes exponentes jaliscienses de este modo de proceder son Francisco Gonzalez Leon y Alfredo Placencia. Escribe Gonzalez Leon: Tardes de beatitud en que hasta el libro se olvida porque el alma esta diluida en su vaso de quietud. Tardes en que estan dormidos todos los ruidos. De "Integro" Sanciones, impresiones finisimas, matices casi imperceptibles de la observacion, las polifonias de lo cotidiano que dan de vueltas en torno a la iglesia, las ventajas de la semana sobre el domingo: Yo prefiero el silencio semanal; el estancarse del sol en las plazas desiertas; las puertas bien cerradas y las calles ya sin gente, porque entre semana, vuelve el gorrion a cantar enfrente al terron de mi viejo solar. De "Prologo semanal" Y en lo estrictamente religioso, la estetica de la "Patria Intima" adquiere un brio extraordinario en la obra de Placencia, cura de pequenos pueblos como Jalostotitlan, donde nacio. Su fervor mistico roza la herejia, y refiere de las horas interminables de meditacion y de extravio de los sentidos en calma: "Ciego Dios" Asi te ves mejor, crucificado. Bien quisieras herir, pero no puedes. Quien acerto a ponerte en ese estado no hizo cosa mejor. Que asi te quedes Dicen que quien tal hizo estaba ciego. No lo digas; eso es un desatino. ¨Como es que dio con el camino luego, si los ciegos no dan con el camino? De las histerias prefreudianas de los curas en Al filo del agua a la melancolia bien temperada de Placencia y las iluminaciones de Gonzalez Leon (en el caso de Elias Nandino, unicamente sus poemas de senectud corresponden al estado de animo de las transfiguraciones del recuerdo). Y en el campo de la narrativa, solo advierto huellas de la estetica de "la epica sordina" en La Feria (1963) de Juan Jose Arreola, donde con jubilo civilizado y primigenio, y el oido atento al espiritu coral, Arreola traza la peque na historia (lascivias, chismes, enredos, episodios tragicomicos) y ubica los territorios de la belleza: esos personajes de tan comprometidos moralmente resultan esteticos, esos colores, esas puestas de sol, esa lascivia que se introduce en los confesionarios y se enreda entre sotanas y piernas de beata. Aqui el "Acusome Padre" es sinceridad de picaro y creyente. Por lo demas, la configuracion literaria de la provincia es muy disimil. Para Gonzalez Leon y Placencia es el espejo de virtudes, la vida como peregrinacion incesante. En cambio para la mayoria de los narradores la provincia es la condena, la manera mas rapida de habitar la tortura de las represiones y las imposibilidades. En las primeras novelas de Mariano Azuela (Los fracasados, Mala yerba), anteriores a la Revolucion, la provincia es, stricto sensu, la decapitacion animica. Y la vision que se proporciona de lo provinciano (en rigor, de lo jalisciense) es terrible: es la complicidad de los muertos en vida, de los inquisidores, de la crueldad que es casi el nicho ecologico desde donde se ocultan las personas ante la inclemencia de la naturaleza. Nadie va mas lejos en esta actitud que Juan Rulfo. En El llano en llamas y en Pedro Paramo Rulfo no concede; todo es arido, terrible, caliginoso, inmisericorde. El cacique es el padre eterno que se desmorona como si fuera un monton de piedras, y el llano es la config uracion del infierno, no el sinonimo de los demas sino el de la relacion de cada quien con lo que le rodea. Antes de Rulfo un novelista excelente, Jose Guadalupe de Anda en su triologia Los cristeros, Los bragados y Juan del Riel ve en la Guerra Santa a la fuerza del odio que todo lo desbarata. No hay piedad, no hay arrepentimiento, y la moral se calcina junto a los cadaveres. Como es frecuente en la literatura mundial, los exiliados de la provincia insisten en las versiones corrosivas. Salir del lugar nata l lo antes posible es, segun su literatura, darle oportunidad a la creacion y el deseo. Las buenas maneras y las mejores lecturas Quienes si creen en la tradicion y deciden quedarse, construyen un habitat extraordinario. Son consevadores de la alta cultura, de bibliotecas amplisimas, de pasion por lo frances (el espiritu) y lo hispano (las costumbres). Leen con voracidad, escriben sobre Baudelaire y Claudel, conversan en sus bibliotecas rodeados de la enorme progenie, pertenecen al Partido Accion Nacional, creen en el orden que si bien aplicado hace prescindible la ley. Son los devotos de la cultura jalisciense que traducen como la ex altacion inteligente, afable, de lo tradicional. Son ellos Efrain Gonzalez Luna, Jose Arriola Adame, Antonio Gomez Robledo. En quienes permanecen en Jalisco se da el equilibrio entre la ferocidad de la memoria y la felicidad de la "Patria Intima". Aquietada la violencia verbal y militar y afirmada la etapa institucional (a partir de 1940) el proceso cultural en Jalisco (algo nunca igual a "la cultura jalisciense") vive el mismo continuo desgajamiento del resto del pais; grupos que se integran, publican una revista y se van a la Ciudad de Mexico (el caso de Banderas y Pan) incapacidad retentiva, fracaso o grisura de los organismo s ex profeso, continuidad de los esfuerzos silenciosos, cuyo gran valor solo mucho mas tarde se advertira. El pais se moderniza, la economia mexicana se integra con la norteamericana, la americanizacion es un rito de transito, ("Guadalajara hace hoy todo lo posible por parecerse cada vez mas a un burgo tejanizado", afirma Yanez en los setentas), desaparecen las viejas formas de cultura conservadora y de cultura del nacionalismo revolucionario, Orozco -sin mengua de su grandeza- pasa de estremecimiento revolucionario a deber de viajeros y turistas, caen o se debilitan muchas de las antiguas construcciones, y una nueva cultura, liberrima en momentos, divertida, critica aparece. (Un ejemplo significativo: el caso de los "moneros", Jis, Trino, Falcon, Julio Haro). Guadalajara tiene ya, en lo cultural, poderes retentivos, tarea a la que contribuye la Universidad publica y el ritmo del desarrollo cultural. Lo singular o lo arquetipico, tanto en Guadalajara como en la Ciudad de Mexico, dejan de ser posibles o imaginables, pero los niveles de calidad artistica y literaria se mantienen. Hoy lo especifico de la cultura jali sciense es, como en todas partes, la vocacion internacional, esa universalizacion del drama y la comedia local tan magnificamente representada por Orozco, Mariano Azuela, Rulfo, Chucho Reyes, Maria Izquierdo, Arreola, Soriano, y aquellos cuya ausencia en esta lista todos me haran notar. * Escritor. .