13 SEC. INF. GRAL. PAG. 9 CINTILLO: NO HAY RASTRO DE BOMBARDEOS CABEZA: Habitantes de Los Altos inician el regreso a sus comunidades CREDITO: GUILLERMO GOMEZ GOMEZ, ENVIADO La mayoria de los pobladores de San Miguel, Delicias, La Garrucha, Patihuitz, Tierra Blanca y Rancho Alegre, permanecieron en sus casas luego de que el ejercito ingreso en pasados dias. Algunos se fueron ante las versiones de que "habria guerra" y se dirigieron selva adentro, segun las versiones de los propios habitantes. Los habitantes de las comunidades a las que se llega dificultosamente por el pesimo estado de los caminos y porque los zapatistas en su huida dinamitaron el puente sobre el rio Colorado dicen no haber presenciado ningun enfrentamiento del Ejercito Mexicano con el EZLN, y mucho menos haber escuchado bombardeos, como algunos han publicitado. En la mayoria de las humildes chozas, sus moradores han colocado banderas blancas, senal de su deseo de paz, y notorias mantas improvisadas en las que se lee: "respeto a la poblacion civil". De acuerdo con las instrucciones giradas por el presidente Ernesto Zedillo, el Ejercito Mexicano permite el libre transito por la zona, pero toma providencias tendientes a garantizar la seguridad de quienes se internan en la Selva Lacandona. Aunque en la mayoria de los retenes militares se entretiene poco a quienes transitan por las dificultosas y peligrosas carreteras de Los Altos, antes de ingresar a la selva, la revision se vuelve minuciosa, y para algunos, molesta. "Lo que se busca es que ustedes tengan seguridad. En caso de que no regresaran, se les buscaria. Por eso les pedimos sus datos, su procedencia y su destino", explica un soldado en uno de los retenes militares. En la cabecera municipal de Ocosingo, entrada en la zona donde mayor presencia tenian los zapatistas, la vida transcurre con normalidad. Los servicios bancarios y comerciales no se han suspendido, las escuelas funcionan con normalidad y la gente quiere que cuanto antes termine el conflicto. Mas adelante, en San Miguel otrora bastion zapatista permanecen los representantes de la Cruz Roja Internacional. A partir de este lugar, los zapatistas impedian el libre transito a periodistas y poblacion en general y solo se lograba ingresar con la autorizacion de la dirigencia de los rebeldes, decision que en ocasiones demoraba dias enteros. En San Miguel, los pobladores se arremolinan ante la presencia de los visitantes, a quienes preguntan insistentemente si no habra guerra. Refieren los indigenas tzeltales que el ejercito no los molesto, estuvo aqui dos dias y despues continuaron su camino selva adentro. A hora y media de camino adelante, se encuentra La Garrucha, lugar donde los zapatistas tenian el principal almacen de viveres. Esta si es una comunidad fantasma, pues de sus 150 pobladores, apenas quedan nueve de ellos. Los demas se fueron. Otros 30 minutos mas de camino y encuentra uno, Patihuitz, lugar donde se reunia el ganado que los zapatistas sacaban de las fincas de ganaderos y los ranchos de pequenos propietarios. Ahi, aproximadamente el 75 por ciento de sus pobladores permanecen en la localidad, pero se aquejan de que no pueden ir a trabajar al campo ni sus mujeres a cortar lena, pues tienen miedo por la presencia del ejercito, al que nunca habia visto en su comunidad. Los soldados se encuentran dos kilometros afuera del pueblo. Lucen mas relajados, luego de las instrucciones de detener su avance. El personal realiza labores de vigilancia, aseo personal y sin dejar su arma, toman sus alimentos. Sobre la carretera se observan 20 camiones de transporte de tropa, siete tanques y cuatro tanquetas. Mediante bocinas instaladas en algun vehiculo, se invita a la poblacion tzeltal a acudir para recibir despensas. Sin embargo, las mujeres y los hombres evitan acercarse. "No agarran nada porque nunca nos han regalado nada. Tienen mucho miedo, no conocen a los soldados, estan espantados porque dicen que a lo mejor hay guerra, explica Nicolas Perez Cruz, un indigena tzeltal de aproximadamente 45 anos. La gente dice que el ejercito llego desde el lunes, que no han escuchado ni visto enfrentamientos armados, ni explosiones de bombas. Solo por la noche que sobrevuelan la zona, 400 de los 600 habitantes permanecen en la comunidad. .