SECCION ESPECTACULOS PAG. 38 BALAZO: TEATRO DE AYER CABEZA: Savonarola: santidad y la esquizofrenia CREDITO: MALKAH RABELL Tanto hoy, como en proximas entrgas, en este espacio quisieramos recordar puestas en escena que aportaron algo importante al teatro mexicano. Y para empezar con este viaje al pasado, podemos hablar de una compleja, bellisima y muy inteligente obra de Armando Salacrou: La Tierra es redonda. Fincada en un contexto historico, La Tierra es redonda tiene una interpretacion psico-politica de actualidad permanente. Su punto clave: la distancia breve entre la "santidad" y la esquizofrenia, entre el sacrificarse por la humanidad y exigirle a esta que se sacrifique; distancia tan corta que el ojo casi no la ve. Hitler, Stalin o Savonarola, los hubo, y los habra siempre. Florencia, la de los Medicis, vivia en la corrupcion y el vicio; una ciudad inmoral, pero feliz. Savonarola la quiso santa, y l e impuso la santidad a latigazos, a fuerza de autos de fe. Hasta los ninos, fusta en mano, se tornaron custodios despiadados de la pureza de sus padres. Florencia gime, pero reza, y la multitud exaltada se hinca ante ese poseso de Dios. Mas las pasiones de los hombres son efimeras, olvidan pronto sus amores, y tornadizos, crueles, pronto llevan a su profeta de ayer al mismo cadalso donde tantos florentinos pagaron con su sangre su alegria de vivir. Para Salacrou no es tanto la mistica del hermano Jeronimo lo fascinante, sino que su llegada haya coincidido con el redescubrimiento, en Ovidio, Virgilio y Horacio, de un mundo feliz y sin pecado; asi como tambien de la verificacion, via el descubrimiento de America, de que la Tierra es redonda. Hay en esa fabula escrita en 1936 no solo la replica de la situacion vivida por Alemania, sino un extrano sabor de profecia. "No se puede juzgar el mundo en 1492 de igual manera que en 1482", dice uno de los personajes, convencido renacentista. "No se puede juzgar en 1971 el mundo como en 1961, cuando el hombre aun no pisaba la Luna. Fabula la de esa Florencia de dulce y perverso vivir, y que muy bien puede aplicarse al actual mundo occidental. Cuando una civilizacion llega a los refinamientos de la corrupcion siempre habra peligro de que aparezca un Savonarola y arrastre en pos suyo a las masas avidas de milagros y de voces divinas. Y seran los jovenes mas ebrios de libertad individual, de droga y pornografia los mas propensos a caer de rodillas y entregarse a la busqueda de la pureza del alma. Extrano misterio de la naturaleza humana que siempre persigue lo absoluto, aunque termine por deslizarse en lo terrenal y finito. Como se ve, no es obra facil, y su montaje, ambiciosa empresa. Victor Moya -en su momento- quiza midio mal sus fuerzas. Director con insuficiente experiencia, no supo darle la intensidad requerida, ese movimiento de masas de una ciudad que es el personaje principal de la obra. Y sobre todo no logro darle unidad. Contando con un elenco artistico en extremo heterogeneo, que iba permanentemente de lo bueno a lo pesimo, el desarrollo de la obra daba brincos y tumbos. Esos altibajos se repetian a todo lo largo d e la obra, hasta cansar al espectador y hacerle perder el hilo del pensamiento salacrusiano, de por si dificil. En cuanto al papel de Savonarola, ese personaje de fuego, aislado en su mundo y entregado a Dios, fue confiado a un joven actor, Jose Antonio Cosio, de muy hermosa voz, de temperamento dramatico y de mucha comprension de su personaje. Su presencia se nos hacia demasiado fascinante para ser la de ese "loco de Dios". Presencia de un heroe y no de un santo. En fin, podriamos admitir que ese Savonarola era la encarnacion de un profeta del desierto en lugar de un asceta de convento, mas lo que faltaba a Jose Ant onio Cosio actor de muchas posibilidades futuras era una mano directiva mas habil, que supiera arrancar de esa garganta joven los tonos convincentes de su drama y de su martirio. Pese a todas sus fallas, habra no obstante que agradecer a Victor Moya el hecho de haber dado a conocer esa importante obra de Salacrou en Mexico. Yo me pregunto: šla dio a conocer? šA quien? El teatro permanecia vacio, con poquisimos oyentes que no sabian escuchar. Cuan pocos quedan ya para escuchar un texto! .