SECCION CULTURA PAGINA 34 BALAZO: CABEZA: Max Aub circula nuevamente en Espana CREDITO: JAVIER GONI De hacer caso a este Max Aub, nacido en 1903 en Paris, judio, de padre aleman y de madre francesa, republicano, en el exilio, nacionalizado mexicano y asi murio en Mexico en 1972 ("Ha muerto Max Ob", informo el parte de Radio Nacional), socialista temprano, "rojo" siempre; de hacer caso a este Max Aub, escritor espanol hasta decir basta, "el que ve Espana no regresa nunca", "el que la suena/ alli se queda", que asi se lamentaba Ibn Hassan al Abbar, tal vez un poeta marroqui del siglo XIII; de hacer caso a este Max Aub, "si te has olvidado de Espana/ ¨por que no te mueres de una vez?", que asi se reprochaba Yojanan Ben Ezra Ibn al Zakkai, tal vez un poeta sefardi de Salonica del siglo XVI. Estos dos poetas se libraron del terrible olvido que es el paso del tiempo, mucho mas terrible si al alma le pone grilletes el recuerdo de Espana Madre/ Madrastra, gracias a que Max Aub los tradujo, o los invento mas bien, en Antologia traducida. Aparece en esta, por cierto, un poema de un tal Max Aub, y una nota: "Lo unico que consta es que escribio muchas peliculas mexicanas carentes de interes. Nadie le conoce". Ase escribe Max Aub del otro Max Aub, y el Max Aub real se define como "escritor desconocido" cuando en 1966 publica, en Gredos, Mis paginas interiores (no deja de ser una ironia una antologia de excelencias cuando apenas era conocido, si algo para los lectores de papeles de Son Armadans, la revista de Cela, esta por hacer el recuento de las generosidades de Cela con la literatura del exilio, incluido el incidente con Sender, tan jalado por su cuadrilla). Y en esa nota Max Aub confiesa llevar la literatura en la sangre. "A Max Aub", escribe ahora en su acertado prologo Javier Quinones, "todo entre las manos se le volvia literatura". Una literatura que la tuvo que hacer con el viento de contra, una literatura proteica e incansable, sin mas norte que su memoria y su imaginacion. Fue escritor que gusto del juego y de la invencion (creo personajes que no fueron, pero a los que sus contemporaneos frecuentaron; invento academias de la lengua espanola en donde Peman saludaba a un Lorca nunca fusilado, pues en los suenos no se fusila). Pero a este hijo de la barbarie europea de la Gran Guerra, que hizo el bachillerato en Valencia, y por hacerlo se hizo espanol (se es de donde se hace el bachillerato, era una de sus humoradas), y viajando por Espana con sus mercaderias familiares se la empapo, cuando el paisanaje se levanto en armas para intercambiar rencores a garrotazos, no le quedo otro remedio anos despues, en el exilio mexicano que levantar acta, reco rdada o imaginada, de ese intrincado "laberinto magico" al que los espanoles se habian arrojado. Max Aub, entonces, con la literatura que le estalla entre las manos, opta por, sin dejar de ser el mismo, desdoblarse. "Creo que no tengo derecho todavia a callar lo que vi para escribir lo que imagino", recuerda su frase Ignacio Soldevila en el prologo que le ha puesto a esta antologia de (algunos) textos fantasticos y maravillosos, ya conocidos por varias colecciones publicadas a comienzos de los anos setenta en Espana, con la excepcion de Caja (1926), y que es un texto vanguardista muy de la epoca y una curiosidad de relativo interes hoy dia (no asi otros muchos relatos, como "El monte", una obra maestra en su brevedad). La antologia que ha preparado Quinones tiene mucha mas entidad y comienza con "El cojo", que Max Aub publico en 1928 en la excelente y mitica Hora de Espana. Con este relato inicia su proyecto mas ambicioso, el ciclo de El laberinto magico, compuesto por las novelas de los Campos (las publicaria aqui muchos anos despues por la Alfaguara de Jaime Salinas) y por 40 relatos que a Max Aub se le fueron dispersando en varios volumenes. El ciclo de El laberinto magico es, en su conjunto, una de las propuestas mas sobresalientes de contar la guerra civil espanola, esa montana magica de la que llevan siglos sacando gemas, arena o piedra escritores de un lado u otro de la falda (segun un estudio de Maruse Bertrand son mil doscientas las obras literarias, espanolas o extranjeras, dedicadas a ese baul de recuerdos cuyo fondo sigue sin aparecer). Esta meritoria edicion de Quinones, este acierto de la barcelonesa Alba Editorial (que se completara, esta primavera, con el polemico, arbitrario y esplendido cuaderno de bitacora que llevo Max Aub cuando vino en 1969 a una Espana que podia ser, tal vez, verdad, pero en modo alguno era sueno, el suyo. (De El Pais para El Nacional) Max Aub. Escribir lo que imagino. Edicion de Ignacio Soldevila y Franklin B. Garcia Sanchez. Alba Editorial. Barcelona, 1995. 184 paginas. . Enero sin nombre. Edicion de Javier Quinones. Alba Editorial. Barcelona, 1995. 500 paginas. .