SECCION CULTURA PAG. 15 BALAZO: Los cuentos de Santa Maria CABEZA: Los relatos de Onetti en un solo volumen, editado por Alfaguara CREDITO: ue su creador ha convertido en metafora del mundo, en imagen del universo entero. Hay que partir de aqui (y Antonio Munoz Molina asi lo senala en su excelente prologo) si se quiere entender cabalmente la significacion esencial de este sector de la obra onettiana. Los relatos de Juan Carlois Onetti. Cuentos completos, en especial los que se escriben a partir de 1940, cuando Onetti salda definitivamente sus cuentas con el vanguardismo y fragua su expresion y su vision de la realidad, concentran las mejores virtudes, las mas nitidas caracteristicas del gran escritor. Porque su estilo, hecho de alusiones, elipsis y saltos en el tiempo, se ajusta perfectamente a las constricciones que el cuento impone. La magia verbal onettiana sabe apoderarse del lector y llevarlo muy d espacio, sin prisas, sin bruscas aceleraciones, por un universo atroz y ensimismado. A Onetti hay que leerlo, en efecto, demoradamente, porque de lo contrario uno corre el riesgo de perderse. Pues a veces una palabra dicha aparentemente al azar, solo una palabra, puede concentrar toda la intriga o encauzar el cuento hacia una situacion nueva. Dice Munoz Molina que debe leerse a Onetti tumbado en la cama y con todo el tiempo del mundo por delante. Puede ser. El hecho es que, como toda literatura en estado puro, si exige esta obra una atencion, una tension maxima; solo ella nos deparara el ac ceso al reino de Santa Maria, aqui ofrecido en angulos multiples que componen un espacio poliedrico. Angulos que no se oponen, que se complementan. Cada angulo es autonomo, pero tambien representa un punto de vista. Por acumulacion de esas perspectivas, que se agregan a las internas de cada pieza, los cuentos onettianos constituyen al fin la leal traslacion de un universo en ruinas, de un mundo quebrado, disperso, que solo puede captarse asi, fragmentariamente. Vision fragmentaria no significa vision incompleta. Basado en la condensacion, en la absoluta economia de la accion y del estilo, el cuento onettiano declara abolida la distincion entre el genero y la novela en cuanto a la incorporacion de la totalidad de lo real, incluso si como sucede alguna vez, se convierte en apologo. Era tambien el proposito de Borges cuando senalaba la gratuidad de escribir vastas novelas que caben en unas cuantas paginas. Onetti, menos dieciochesco, no ha despreciado el genero novel esco, ni desprecia los generos narrativos, pero los trasciende, los rebasa. La eleccion de novela o cuento no es indistinta, claro; ambos postulan modos distintos de representacion de lo real. Los relatos de Onetti admiten leerse como capitulos de una novela, porque de una manera u otra concuerdan en temas, situaciones, ambientes, personajes. He aqui de nuevo a los grandes sanmarianos: Brausen, el doctor Diaz Grey, el padre Bergner, Jorge Malabia, Jeremias Petrus, el comisario Medina... A veces el universo de Santa Maria se filtra en un detalle, en una alusion, pero eso basta. E i ncluso cuando, como ocurre en algunos de los ultimos cuentos, las referencias parecen inexistentes, algo (clima, motivos, tono) remite siempre a Santa Maria. Segun sucede en todas las grandes creaciones narrativas de caracter enciclopedico (Balzac, Galdos, Proust, Faulkner), aqui tambien los personajes se van y vuelven, aparecen y desaparecen, signos de un mundo suficiente y senales ante todo de si mismos; de sus propios naufragios y desastres. Otro factor asegura la identidad de este universo; la insistencia en determinados procedimientos de estilo. La milagrosa adjetivacion, la hiriente imagineria, que ilumina hasta el dolor los espacios de la ruina y la soledad, la transparente, alada sintaxis, la concentracion de indicios sombrios, el juego de espejos de los tiempos narrativos, que quiebran toda linealidad, las elipsis, la exencion de cualquier dato trivial o menudo, la multiplicacion de las voces y su problematica veracidad (al ser a menudo d eposiciones memoriales), son, entre otros, los intrumentos de que el autor se vale para volver indelebles las huellas de su mundo atroz, impio y desolado. Un mundo que actua como una persistente maquina de horror ante la que el rechazo es obligado, pues el lector se ve impelido a viajar a la abyeccion, la soledad y la impiedad, y eso suscita su disentimiento purificador. He aqui, al cabo, la raiz moral que nutre el discurso onettiano, cuya negatividad no se resuelve en el mero nihilismo. Lease, por ejemplo, Las mellizas, pieza literalmente conmovedora, en la que la tantas veces denostada piedad (denostada por los personajes onettianos) emerge como un relampago de ira ante el desventurado destino de una nina prostituta. Cierto que solo en ocasiones se vuelve explicita la voluntad de afirmacion y la felicidad toma la palabra, aunque no se abandonen los contornos tragicos, com o sucede en El sueno realizado, donde la desgraciada protagonista inventa una insolita representacion teatral para escenificar el sueno en el que fue dichosa. La sostenida calidad de estas paginas hace dificil destacar unos textos sobre otros. En mi memoria de lector hay viejas deudas de gratitud con algunos en especial. Pero seria parcial y abrumadoramente personal senalarlos aqui. Leer a Onetti sigue siendo (esto es lo decisivo) una experiencia literaria de primer orden. Juan Carlos Onetti. Cuentos completos. Prologo de Antonio Munoz Molina. Alfaguara. Madrid, 1994. 472 paginas. .