SECCION: CULTURA PAG. 9 CINTILLO: HISTORIA DE UN HERMANO Y UNA HERMANA CABEZA: EL LADO INTERNO DEL VIENTO CREDITO: , como suele decirse, un horizonte mas amplio que aquel que alcanzan a vislumbrar dos serenos ojos. Como con los ojos cerrados como un anade blanco y se que el amor es como un pajaro enjaulado: si no se le alimenta a diario, muere. Y esta historia habla precisamente de un amor, o mejor dicho del amor habla su final. En aquellos anos, cuando todavia no habia co-menzado a construir un muro de silencio dentro de mi, transcurria mis dias sopesando mis manos para ver cual de las dos era mas pesada. Aprendi el triste oficio que todavia hoy me da de vivir, pero al mismo tiempo (y con alegria) estudiaba musica siguiendo al famoso maestro checo Otokar Shevchik de Kiev a Viena, de Viena a Praga. Siguiendolo a el y a mi, al Conservatorio de Praga habia llegado una muchedumbre de alumnos de todos los colores y de todas las razas, por lo que el aula donde Shevchik impartia sus clases hedia con los sudores de tres continentes. Iba al Conservatorio un dia si y un dia no llevando bajo el brazo un caja, como si fuese a enterrar a un nino. Entraba en una larga habitacion en la planta baja, con el techo tan bajo que la puerta lo acariciaba. En los armarios, en los rincones, colgados de los muros, desnudos o cobijados en sus estuches, yacian o pendian los violines: con los arcos detenidos entre las cuerdas, habia violines rojos y reluciente s de 1/4, evidentemente sin valor, violines enteramente jaspeados como cerdos y violines opacos y de color marron de 1/2 de los que a primera vista no podia decirse nada. Cada vez que entraba en aquel cuarto tenia la sensacion de que en el inte-rin los violines habian cambiado de lugar o, es mas, que cada vez eran diferentes o que se trataba de otros violines. Todos los instrumentos (sobre todo al caer la noche, cuando el pez del Moldava empieza a picar el anzuelo) comenzaban a armar bulla dialogando con la s mesas del piso, que se movian levantando las alfombras y crujiendo. Los arcos comenzaban a restregarse contra los cantos de los violines y los violines uno contra otro, las cuerdas sucumbian y se rompian, las crines de las que estaban forjadas las cuerdas esparcian por la estancia su polvillo blanco, las barriguillas laqueadas se hinchaban corriendo el riesgo de estallar, los botijos daban vueltas solos. En ese cuerto nos reunimos cuatro una noche de otono, para practicar juntos en lugar de tomar lecciones individuales. Todos, naturalmente, eramos alumnos; Shevchik nos habia dado la partitura de un cuarteto, saque del estuche mi violonchello, otro alumno habia llevado el fagot, el tercero se coloco al piano con teclado negro y semitonos blancos y finalmente llego el ultimo, el mas famoso de nosotros: el violinista. Hasta ahora no lo habia visto en persona, pero habia escuchado hablar de mi connacional de Be lgrado, Manasija Bukur, y de su hermosa hermana Hero que reia a la vez tanto con los labios como con las tetas. En ese entonces estaba de moda usar anillos de oro falso y encargar anticipadamente la propia mascara funeraria; de Manasija se contaba que seguia la moda. Decian que en los dias de fiesta tomaba la comunion a la gitana, es decir, el vinagre con coclearia, para luego desaparecer por algunos meses sin que le importasen las admoniciones del maestro Shevchik, que lo perseguia mandandole misivas lacra das en estuches de yute. La gente esperaba sus presentaciones con especial curiosidad y estos conciertos atiborraban la sala del Conservatorio, y una noche en la que Manasija se entregaba a la diversion desenfrenada valia mas que cualquier mes de recitales. Cuando entro note que en verdad llevaba un anillo de oro falso y que las unas de su mano izquierda estaban pintadas con cuatro colores diferentes. Mientras tocaba, podia percibirse claramente que dedo entraba en accion. Nos presentamos y despues del ensayo fuimos a una hosteria a beber una cerveza: Manasija soplaba la espuma en los tarros de los otros clientes. Una noche me miro a traves de las pestanas encaladas por la espuma de cerveza y me pregunto: Llevaba botones hechos con cucharitas de plata sin mango en cuyo fondo habian sido abiertos dos ojales. Hacia las tareas de trigonometria para divertirse y para descansar. liga. Los ojos de cada persona, lo habra visto cientos de veces, tienen un color y una profundidad diferentes. Dicha profundidad puede ser medida con suficiente exactitud por medio de calculos trigonometricos. He realizado ciertas investigaciones y estoy convencido de que los ojos que tienen un color y una profundidad igual tienen un comun denominador... Guarde silencio por un instante y note que mientras guinaba una vez el ojo derecho guinaba dos veces el izquierdo. Saco mi violoncello y ante el asombro de los presentes toco sin cometer ningun error mi parte del cuarteto. De memoria. Cuando llego al pizzicato, mientras tocaba la cuerda alternadamente y rapido con el dedo indice y con el medio, respectivamente pintados de azul y amarillo, aparecia el color verde. el sello con el que se rubrica la visa que permite acceder al Monte Athos. Son -se dice- las tres partes masculinas y la parte femenina del sello. Solo si se obtienen las cuatro partes del sello custodiadas por los cuatro mnonjes es posible ordenar el sello: las partes son puestas juntas, ligadas por un hilo rojo y asi se sella la visa para el Monte Athos... tambien con tu musica sucede una cosa similar, es preciso hacerla pasar a traves de las cuatro estaciones, la musica del verano no es igual a la del ot ono. Si pretendes penetrar en su esencia, debes aprenderte las cuatro partes del cuarteto que estamos ejecutando, debes aprender a usar los cuatro instrumentos, incluso si en el cuarteto tocas solamente uno Entonces vi que en la punta de su nariz co-menzaba a aparecer bajo la piel una especie de undecima una y con aquella una de la nariz me senalaba precisamente a mi: los sonidos mas bajos a los mas altos depende de esta varilla. El violin, por lo tanto, tiene un alma femenina. El arco esta fabricado con palo de rosa crecido en un lugar ventoso y la sustancia que sirve para aceitarlo esta hecha con resina de pino. n hueso humano. El broche al que esta unida como una honda esta hecha de hueso y de origen animal lo es tambien el engrudo usado para pegar las partes del instrumento. Amati, dicen, utilizaba el engrudo que se obtenia cociendo la carne de equidna, porque la equidna para el aire, por lo que el engrudo de equidna es el mas ligero. Sobre el calcanar del cuello, por los dos lados, hay un poco de madreperla. La madreperla siempre es ligeramente mas fria que la madera, asi los dedos mantienen mas fac ilmente la posicion justa; en cuento al anular, debe permanecer siempre sobre ese boton de madreperla. ectivo padre espiritual. Son los secretos veloces y lentos del engrudo de los fabricantes de violines los que le aseguran el exito a un instrumento. Son secretos que miran hacia el futuro. Si por el contrario son secretos que miran hacia el pasado, la laca no es buena... El hecho es exos con sus origenes, con el material con que ha sido hecho y con los procedimientos con los que ha sido creado ni siquiera cuando produce sonidos; en efecto, es solo en relacion a todo esto que la musica tiene su cobertura. Los dedos no tocan en absoluto el violin, sino que a traves del instrumento establecen un contacto con los elementos principales: con el agua, con el aire, con el fuego, con la tierra y sus secretos, que en todo instrumento estan reunidos de difeente manera Ha pasado mucho tiempo desde que escuche esta historia. Como se dice, desde entonces por largo tiempo los vientos han lavado y fustigado mis huesos y nunca senti el deseo de aprender, mas alla de la mia, las otras tres partes de nuestro cuarteto. La historia de Manasija me parecia demasiado complicada y no la creia, asi como no creo que tendran una corta vida los que estornuden en un domingo sordo. Pero si ustedes mismos no son supersticiosos y si no tienen temor cuando un gato atraviesa la calle, no po dran nunca saber si el gato negro era su-persticioso... Asi tocaba mi violoncello en el cuarteto, llevando el ritmo con el pie, y asi capturaba las leyes musicales en la red matematica sin reparar en el origen de los numeros que componen el ritmo de 3/4 o cualquier otro ritmo. Todo, naturalmente, salio bien, tambien toque asi mi parte en el examen publico, pase el examen asi como se lleva un reloj antes de guardarlo en su estuche, despues de que abandone la musica para siempre, siguiendo a la mano izquierda antes que a la derecha. Solo algunas veces, durante los bochornos estivales, cuando la grasa para bolear los zapatos se derrite y se chorrea, cuando el cuerpo envuelto en las ropas sudadas siente solo los botones, me parecio que la musica misma estaba regresando a mi vida. Yo mismo regrese a la musica una sola vez. En el ano de 1934 nuestro maestro Shevchik murio, y ese ano sus alumnos dieron conciertos conemorativos en giras por toda Europa. En ese periodo me encontraba a mitad de la calle, no veia nada ni para atras ni para adalente, tenia miedo del alba, preferia las hosterias en las que se hace el desayuno a aquellas en las que se cena. Y mis insomnios continuaban. Cazaba moscas ce-rrando de repente los libros y entre sus paginas me encontraba a mis numerosas victimas, aplastadas y secas. No obstante eso, parti ha cia Praga apenas recibi la noticia de la muerte de Shevchik y despues de haber despachado los asuntos de costumbre fui al primer concierto anunciado. Tocaba uno de los alumnos de Shevchik, cuyo nombre yo no recordaba. Era un concierto para violin. El maestro tenia el cabello parado, completamente negro, como la cuerda de su arco. El primer movimiento era un adagio -con dicho adagio uno puede reposar observando un libro que cae de la mesa, porque percibe separadamente la caida de cada pagina. El segundo movimiento era largo y leve como las hojas del castano que se encuentran para siempre con sus propias sombras. La cadencia era salvaje, el artista, ya sin acompanamiento, se quitaba la mascara y yo pense: si este comienza a llorar en el mes de julio todavia sera posible escucharlo en agosto. Finalmente habia un rocamboleante movimiento final, ejecutado por alguien que puede dormir a tres velocidades, cuyos suenos tienen tanto una enorme fuerza de atraccion, como un gran, endeble, fragil velocidad. Frente a mi no estaba Orfeo que con su musica encataba a las bestias, las piedras, los minerales, la madera, el fuego y la resina, el sonido del viento en una concha y las visceras en los animales. Era todavia mas potente: hacia qu e todos le respondieran. Que hablaran en su instrumento como si fuese un altar en el que no solamente eran sacrificados ellos con sus visceras y con sus osamentas, sino tambien la mano de quien los sacrificaba... Y fue entonces que me acorde de Manasijka Bukur y de su historia. Admito, sin embargo, que no fui capaz de reconocer al mismisimo Manasija Bukur bajo la peluca negra del artista que estaba escuchando. Fue el quien me reconocio a mi entre toda la gente que habia venido a escucharlo. Despues del concierto vinieron a buscarme y me llevaron ante el. Se presentaba con el nombre y con el pelo de otro, pero lo que encontre bajo la peluca se parecia a duras penas a su rostro, alguna vez hermoso. Un ojo habia huido bajo los cabellos, el otro no sabia donde estaba el primero, pero aun guilnaba aquellos ojos como acostumbraba hacerlo: dos veces el izquierdo y una vez el derecho. Atravesamos la calle, esa noche cubierta de paja con el fin de que el trafico no turbara al publico en la sala, y nos sentamos como alguna vez a ordenar una cerveza. Aquellas palabras me asombraron y me sacudieron. Me dijo lo que lo atormentaba solamente despues que le hube prometido mis prestaciones profesionales. Y asi fue que llegue a saber la historia que desde hace tiempo conozco mejor que el. Sin embargo, en esa historia habia un detalle que me sorprendio. Descubri que desde hace anos, practicamente, andaba a la busqueda de un cuarteto fuera de serie. Ese nuevo cuarteto y el esfuerzo que realizaba para descubrirlo lo estaba llevando a la locura y lo alejaban compl etamente de la musica. Porque ni siquiera se trataba de musica, aun si el cuarteto podia ser entrevisto con claridad. Sentado sobre la pierna izquierda escuche su confesion que podria ser llamada: Historia de un hermano y una hermana. Traduccion de Teresa Meneses y Hector Orestes Aguilar Tomado de la novela El lado interno del vieno o la novela de Hero y Leandro, Editorial Garzanti, 1992. .