GUIA: pluma SECCION CULTURA PAG. 13 CINTILLO: ANIMAL DE PLUMA CABEZA: Cuidado con los libros CREDITO: Vicente Quirarte Hoy da comienzo la XIV Feria Internacional del Libro en el Palacio de Mineria. A partir de las 10 de la manana, los pobres libros se hallaran expuestos al apetito de sus duenos en potencia. Paralelamente se presentaran nuevas publicaciones, habra lecturas y mesas redondas donde se hable del pasado, presente y futuro de la industria editorial. Poco se hablara sobre el libro como ser vivo, merecedor de derechos, como obligaciones tiene quien va a poseerlo. Formulemos, entonces, algunos principios que puedan servir para mejorar la relacion con esa criatura aun -por fortuna- imprescindible. 1. Comprar un libro es merecerlo. Detras de ese objeto material, ademas del autor que lo concibe, se encuentra el trabajo colectivo de multiples actores. Quien tiene un libro entre sus manos debe comenzar por sentir el temblor individual que le dio vida y la huella de las muchas manos que lo produjeron. 2. Tener un libro es ser un libro, no solo a semejanza de los hombres-libro al final de Farenheit 451, sino en un parentesco mas proximo: si la mano prolonga el pensamiento, el libro es la memoria permanente de las acciones humanas. 3. El placer de entrar en una libreria pertenece al cuerpo. Walter Benjamin lo dijo: los libros, como las mujeres, pueden acompanarnos a la cama, pero antes es necesaria una seduccion mutua, paciente y refinada. El temblor estetico provocado por el libro tiene lugar a traves de los sentidos: la vista, que disfruta la simetria y las proporciones; el tacto, que prolonga el placer de la mirada en el sello de agua o en la textura del papel; el olfato, reconocedor del sitio de origen del libro; el oido, que goza el peso y el paso de las hojas; el gusto, cuando identificamos la piel de una encuadernacion. 4. El gozo del libro no nace si este no reune atributos suficientes. Asi como debe castigarse a los maltratadores del libro, tambien debe pensarse a los malos editores, mercaderes que en nombre del progreso y la economia mal entendida, intentan convencernos de las bondades del libro que rebasa margenes o se vale del papel mas despreciable. Hacer bien un libro no cuesta mas que procrear un engendro inmerecedor de noble sustantivo. 5. Marcel Proust escribio que cuando una mujer se viste con todo el arsenal exigido por la moda, lo hace en nombre de la civilizacion y no de la frivolidad. Lo mismo puede afirmarse de una edicion respetuosa del arte mayor de fabricar un libro, que siempre costara menos, naturalmente, que los gastos militares o los banquetes en honor del cacique en turno. 6. Quien pide prestado un libro, por regla general es mas peligroso que el incendio consumidor de la Biblioteca de Alejandria. Reivindiquemos por eso al ladron de libros, para confirmar la parafrasis al adagio balzaciano: detras de toda gran biblioteca, como detras de toda gran fortuna, hay un crimen. A diferencia de quien pide prestado un libro, quien lo expropia habra de cuidarlo con esmero. 7. Por el buen nombre de los libros, aprendamos a comprar exclusivamente aquellos que podamos mantener y nos van a acompanar toda la vida. Llevemos a casa libros que nos obliguen a las aventuras del alma y a las hazanas del cuerpo; que nos vulneren, nos tumben, nos abrasen; que, como el amor o la locura, nos marquen para seguir creciendo. 8. Si es imprescindible subrayar un libro, recordemos la existencia de una invencion llamada lapiz, obra ya bicentenaria de un capitan de globos de Napoleon Bonaparte. La pagina se imprime con tinta, pero la lectura debe hacerse con los ojos y un lapiz, el mas cortes, humilde y efimero de los instrumentos de escritura. 9. Al serle formulada la pregunta ``¨Quiere un libro?'', Tin-Tan responde: ``No, gracias, ya tengo uno en la casa''. Asi como hay autores que no merecen convertirse en libros, hay lectores que no merecen tener libros. Quien hace un libro parte de si debe saber que, como hijos adoptados, los libros necesitan casa, comida y sustento. 10. Por los pasillos de la Feria exclamaran, escandalizadas, las senoras: ``Pero es que los libros estan carisimos''. Si, senoras, tambien suben el salon de belleza, los salarios de los trabajadores -poco- el pale y la tinta. Si vamos a querer en serio a los libros, seamos radicales y pensemos en la frase de Erasmo de Rotterdam: ``Si tengo dinero compro libros y si me sobra compro pan''. De no bastar el estoicismo del gran humanista, escuchemos a Emily Dickinson decir la ultima palabra: No hay, como el libro, una fragata para llevarnos lejos. No hay transporte comparable a una pagina de rampante poesia. Semejante trayecto puede hacerlo el mas pobre sin oprimir su bolsa; que frugal el carruaje que a un alma humana lleva .