GUIA: UNAM SECCION: CULTURA PAG. 9 CINTILLO: Escritor y filosofo CABEZA: La identidad nostalgica de Aljandro Rossi SUMARIO: El tema del desarraigo es central en la obra de Rossi. El extranamiento de la "region" , del discurso local indeterminado frente a la "version oficial" que dispone un ordenamiento y un encuadre historico. De alli el surgimiento de la nostalgia CREDITO: Julio Ortega En los relatos de Alejandro Rossi es posible reconocer una pre- gunta inquieta por la identidad. No por una esencia universal ni por un dilema existencial, sino por la identidad como la trama delicada de que estamos hechos. Bien entendida, la identidad solo puede ser una pregunta. En buena cuenta, una hipotesis. No provee respuestas, ni afirma a unos en contra de otros. Al contrario, nos pone en duda. En los relatos de Rossi, por eso, la identidad es un enigma. Una de sus indagaciones es por el deseo (de pertenencia, de belleza, de entendimiento); la otra es por la mue rte (la precariedad, el tiempo, el azar). Al orden del deseo pertenece la nostalgia. Se trata aqui, en primer lugar, de la identificacion de una pertenencia que afinque en la geografia imaginaria del discurso. El desarraigo ensaya en estos relatos la forma dialogada (oral) de esa pertenencia. Des-arraigo: cicatriz del nacimiento en una zona azarosa de la bio-grafia. En la dimension de lo escrito, la historia demanda una formalidad, la nocion del cuerpo simbolico descifrado. Pero en la dimension del relato, la pertenencia es una indagacion (una naci onalidad casual) y una nostalgia (un saber desafincado). Pero se trata, en segundo lugar, de una nacionalidad sin nacion predeterminada; y de una nostalgia no de la unidad sino del origen, no de la norma sino del flujo libre del comienzo. Por eso, estos relatos llaman ``region'' al espacio fluvial, episodico y semirural a donde se remontan las preguntas. Y llaman ``version oficial'' a la historia, que deduce la unicidad normativa del estado nacional. La ``region'' es una instancia indeterminada del discurso, antes que la historia lo controle. Asi, la nacionalidad es la memoria interrogada (verificada como posible) de un cuento transmitido (puesto a prueba). Esto es, la inteligencia de lo vivido en el dialogo. La identidad seria este dialogo entre varios tiempos y distintos hablantes, la trama tentativa de la fabula. El hijo del discurso es quien descifra la cicatriz del cuento, arcaico y actual, mediado entre voces interpuestas. Pero quien escucha es el que escribe, como si hablara. Por lo demas, en estos relatos la identidad solo cede sus evidencias al final, cuando el cambio ha cesado, y el recuento de lo vivo nombra desde la fabula. Volvemos, por eso, al comienzo, pero no al mito del origen sino a su perdida. Este es un viaje entre la materia historica (fronteriza, trashumante) en un territorio aun no cartografiado. Pero ese origen no es adamico; cuando volvemos al comienzo, el comienzo ya ha concluido. El relato nos retiene en su instancia de promesa, a poco de las grandes emancipa ciones y antes de las grandes frustraciones, en ese borde del lenguaje donde pudimos ser otra historia. Es una instancia casual de lo comunitario, antes de que los policias de la identidad, las autoridades de la migracion del sentido, nos pongan en duda y nos condenen a unos a nombre de otros. Por eso, la identidad parece, al final, extraviada. Extranjera en la historia, trivializada en la nacion, azarosa en un mapa cambiante. Solo nos queda su fabulacion, ese espejo donde somos el interlocutor prometido por el lenguaje. Despues de todo, el ``brillo de Orion'' es el espejo que reconstruye la fabula revelada, para que el hijo prodigo (el sujeto nostalgico) adquiera la edad de su lengua materna: el sentido que reverbera como su turno en el dialogo. La identidad, se ha dicho, es otra de las promesas de la modernidad. Pero se trata, en esta perspectiva, ya no de la pregunta por los espejismos del sujeto azaroso; sino de las respuestas del sujeto historico que no se reconoce en los espejos normativos. En efecto, en los relatos de Rossi la historia es permanentemente puesta en entredicho: el relato parece nacer como otra version de la historicidad, pero solo para hacer el camino inverso, aquel donde las autoridades del discurso ya no legislan ni sancionan .. Por una parte, estos relatos aluden a una historia hispanoamericana de correspondencias: a un periodo pre-estatal, cuando se debate todavia la forma federal descentralizada, y cuando la sola nocion de Estado parece abstracta y remota, ya que las fronteras no han sido aun obligadas, y el espacio regional es todavia suficiente. Claro que ese espacio arcaico es mas bien simbolico, el cuerpo social de la cultura criolla, de estirpe rural y sumas heterogeneas. Pero, por otra parte, este afincamiento en la peculiaridad cultural americana, reafirma el saber de la experiencia historica como previo a su explicacion didactica, disciplinaria y formal. En efecto, si la historia es siempre oficial (porque es institucional), solo la literatura puede sostener el conocer colectivo de la historicidad como especifico, libre de la simplificacion profesional y de la manipulaci on estatal. Para Rossi, se diria, la escritura literaria gana su identidad en esa certidumbre, como la ultima palabra que resiste la socializacion de los discursos, y que sostiene, en la duda de los saberes formales, una parte de experiencia propia, que no seria conocible fuera de su fabula. Ahora que los discursos de las ciencias sociales, de la economia y la politica, asumen la pretension de saberlo todo y decirlo todo sobre nuestros paises, presuponiendo la perdida de nuestra continuidad historica, estas reafirmaciones de la obra de Rossi nos son del todo necesarias. Benedict Anderson, en ``Imagined Communities, Reflections on the Origin and Spread of Nationalism'' (Londres, 1983), se ha preguntado no sin perplejidad por aquellas comunidades criollas americanas que desarrollaron, ``mucho antes que Europa'', afirma, concepciones de su nacionalidad. Reveladoramente, se trata de una nacionalidad donde lo mas particular se concibe como universal: no solo la constitucion de Estados Unidos, que los revolucionarios venezolanos copian verbatim, tiene un valor universal; sino qu e la designacion de ``peruanos'' y de ``Ano Uno'' son equivalentes. En los relatos de Rossi, esa nacionalidad en proceso de formacion vuelve a interrogar por su propia escritura y por su nuevo comienzo. Ya sin las ilusiones fundadoras, pero con la fuerza del relato que recobra en la leyenda popular una saga de emotividad heroica. ``La comunidad se funda sobre la muerte'', ha escrito Jean-Luc Nancy. Pero no al modo de una perdida sino de una recuperacion: en los relatos de Rossi hasta los personajes desaparecidos en la historia reaparecen en la fabula, mas vivos ahora que descifran en el linaje, desde el pasado concurrente, las excepciones de su revelacion. Comunidad fantasmatica, porque su identidad se sostiene en el habla; pero esta es un habla que resiste la perdida de lo excepcionalmente vivo, en su tiempo demorado y cedido. Y es te tiempo de la fabula es el fuego robado a la historia. Por eso, en la fabula de las regiones se nos prolonga la promesa del linaje (la nostalgia de la comunidad) gracias a la duracion (elegia a veces, pero a veces egloga) del habla que nos nombra .