SECCION INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: VIEJAS PREMISAS DE UN NUEVO ACUERDO CREDITO: Jacqueline Peschard El Acuerdo Politico Nacional firmado el martes pasado entre los cuatro partidos politicos que cuentan con fracciones parlamentarias es, en efecto, un acontecimiento inedito porque aunque tiene un antecedente en el acuerdo interpartidario del 27 de enero de 1994, se trata de un compromiso con una reforma politica de mas largo aliento. Sin embargo, detras de lo novedoso del suceso, se esconden viejas premisas del quehacer politico en Mexico que pueden ser un obstaculo para la eficacia de dicho acuerdo. Me ref iero concretamente al hecho de que en este acto, el PRI aparece como un actor integrado y articulado alrededor de su maximo lider, siendo que ya no lo es, al menos cabalmente, o como en epocas pasadas. No cabe duda que lo mas prometedor del acuerdo esta en que se haya logrado incorporar al PRD, que durante los cinco anos anteriores se rehuso sistematicamente a negociar con el gobierno, ya que el PAN, como dijera su presidente nacional, "ha mantenido tercamente" una actitud y disposicion al dialogo, y el PT es un partido cuya vida ha dependido hasta ahora de la proteccion y los recursos gubernamentales, por lo que su aval tiene poca significacion politica. La presencia del PRD en el llamado Pacto de Los Pinos significa, por una parte, el reconocimiento del gobierno zedillista de que sin el no se puede gobernar, es decir, de que es un interlocutor fundamental de la vida politica del pais y, consecuentemente, del proceso de reforma que busca construir nuevas reglas y relaciones politicas, que den lugar a la tan anhelada gobernabilidad democratica. Significa tambien que dentro del partido del sol azteca han logrado predominar las fracciones que apuestan a la con solidacion de la organizacion partidaria mas alla de su figura carismatica fundadora. Pero, el papel central que se le ha asignado al PRD en el acuerdo, y desde luego, en su eventual cristalizacion en las reformas pertinentes, choca frontalmente con el perfil bajo de la actuacion del PRI que a pesar de las fracturas y desplazamientos que ha sufrido, sigue siendo un actor politico del que hoy por hoy no se puede prescindir. Mientras en la reunion de la firma del pacto, el PRD tuvo un discurso de ofensiva, con una propuesta de agenda para la reforma electoral, que todos reconocieron como el pa so mas urgente, el discurso del PRI asumio su tradicional posicion defensiva, muy alejada de cualquier pretension protagonica. Fiel a su naturaleza historica de brazo partidario del gobierno en turno, el PRI identifico la paternidad del acuerdo en la convocatoria presidencial al dialogo, hecha al inicio del mandato zedillista, y ratifico su llamado a la unidad, como siempre lo ha hecho. Pero, no esta claro que se pueda dar por sentada la disciplina o la cohesion que fueron rasgos distintivos del priismo en los tiempos en que ganaba todas las elecciones y usufructuaba todos los puestos y recursos publicos. Durante los ultimos 15 anos, el PRI ha venido perdiendo terreno frente al impulso democratizador de una sociedad que ha transformado su fisonomia, pero tambien frente a un Estado que ha emprendido importantes reformas estructurales que han golpeado los cimientos de sus arreglos clientelares y corporativos. La estructura fuertemente jerarquizada y centralizada que identificara al PRI en su imbricacion con el Estado mexicano fue un mecanismo de control politico en tanto funcionaba la red de intercambios polit icos sobre la que se sustentaba el tricolor, pero el achicamiento del Estado y el reclamo por la pluralidad politica han minado dichas bases. El Pacto de Los Pinos parece encaminado a ratificar la idea del cambio sin ruptura, pero esa frase parece referirse solamente a la relacion entre los grupos de oposicion y gobierno, sin considerar al PRI como un actor fundamental del proceso de cambio politico. La ruptura dentro del tricolor ya existe, aunque no se le reconozca en sus expresiones, ni haya derivado en nuevas escisiones insalvables. Las reformas economicas desarrolladas durante los ultimos dos sexenios la fueron provocando. La confrontacion en Tabasco, encabezada por grupos priistas locales dos dias despues de firmado el acuerdo, dan cuenta de que algunos grupos priistas locales estan dispuestos a defender sus canonjias, cobijados bajo el ropaje de la reivindicacion del federalismo. En Chiapas ese tipo de manifestaciones han sido recurrentes durante el ultimo ano y, desde luego, han dificultado la resolucion al conflicto en el estado. No cabe duda que el Acuerdo Politico Nacional es un objetivo largamente anhelado y que es una demostracion de civilidad politica, lo cual no ha sido un dato regular en nuestro panorama politico. Tambien es cierto que nos permite alimentar expectativas de avance democratico, como formula para edificar una nueva gobernabilidad. El PRI no ha tenido una vocacion democratica, pero si una de eficacia politica, y a pesar de todo, sigue controlando muchas de las riendas de poder del pais, de ahi que para que el pac to tenga exito es necesario que existan puentes de entendimiento no solo entre el gobierno y los partidos de oposicion, sino entre los diferentes grupos que conforman la compleja familia priista y que ya no se sienten representados cabalmente en el gobierno federal. El PRI es un elemento indispensable en el trazo del futuro inmediato del pais, asi como lo son ya los otros dos principales partidos politicos, pero detras de su imagen cohesionada y piramidal hay una serie de intereses sectoriales y regionales que no es posible ignorar, ni reducir, y que todavia cuentan con la capacidad, si no para facilmente echar por la borda proyectos de cambio politico, si para ponerles obstaculos que los retrasen una vez mas. .