SECCION ESPECTACULOS PAG. 36 BALAZO: TERCERA NOCHE STONE CABEZA: Sangre noble tenida de mugre CREDITO: DAVID CORTES Puntuales, fieles a su flema inglesa, los Rolling Stones inician su tercer concierto en la ciudad de Mexico cuando el reloj marca quince minutos despues de las nueve. Pero si esto es asombroso en un pais en donde todo es postergable, una sensacion de pasmo se apodera de los alli reunidos cuando el inmenso escenario futurista, una evocacion de Blade Runner cobra vida y acoge a la banda a la que aprendimos a denominar como la mas grande del rock and roll pero que apenas ahora, treinta anos de espe ra de por medio, podemos confirmar como tal. Richards, Jagger, Wood y Watts hace tiempo que pertenecen a la nobleza, pero su sangre plebeya aflora en cuanto pulsan un instrumento y pronto, rodeados de sudor, luces y un sinfin de recursos espectaculares, dejan claro en su sonido rasposo y aceitoso que su alma pertenece y pertenecera a los bajos fondos. En realidad, con todo y su halo de leyenda, los Stones parecen un grupo del hoyo, proyectan diversion porque ellos mismos se divierten; suenan honestos porque aceptan las imperfecciones, e incluso cuando se equivocan o alguna falla tecnica opaca el lucimiento (Wood ejecutando un solo que nunca se escucho) lo adoptan con una contagiosa naturalidad. Todo con exceso y nada con medida podria ser el mejor rasero con el cual medir al ahora cuarteto. Excesos que no solo se perciben en los tensos musculos del cuello de Richards, en los gastados pomulos de Wood, en la hieratica faz de Watts o en las arrugas de las arrugas de Jagger, detalles captados por esa gigantesca pantalla colocada al centro del escenario; tambien es excesivo el respeto a su estatus de leyenda. Basto para ello "Midnight Rambler" en una interpretacion grasosa, sucia y hacer una doble lect ura; por un lado, la leyenda viva en technicolor, por el otro las imagenes en blanco y negro que inmediatamente remitian a los setenta. Y que decir del Jagger personificando a Satanas en "Simpathy for the Devil": los Stones en pleno recodificando sus propios estereotipos. Pero en realidad todo ello se vuelve vacuo porque arriba predomina la testosterona. No hablemos de profesionalismo, los Stones, ademas, le pusieron algo mas que garra y energia, aprovecharon el impulso, la fuerza emanada de la audiencia y la devolvieron con creces, regodeandose en los kilos y kilos de parafernalia, actualizando por la via de la imagen clasicos como "Honky Tonk Women", "Brown Sugar", "Jumping Jack Flash", golpes certeros dirigidos a la pelvis sin discriminacion de sexos. Porque si algo ha caracterizado esta noche, es una atmosfera de sensualidad, unica herramienta valida para apropiarse al grupo en una gira que, no obstante su perfeccion, parece dejar cada noche un cabo suelto, el azar que motiva una sorpresa extra, el condimento que corona esplendidamente el manjar rocanrolero ofrecido por sus Satanicas Majestades. šValdra la pena repetir lo que muchos ya habran leido? Una corista de cuyo nombre no puedo acordarme, pero que me gustaria describir curva a curva; un Bernard Fowler en los coros opacado por los rugientes instrumentos; un Chuck Leavell aporreando sin misericordia su teclado; una seccion de metales vivaz y un Darryl Jones feliz al hacer un lado la tecnica para dejarse llevar por la sencillez. No vale la pena calificar el concierto, no existe referente justo para hacerlo; nuestros ojos y oidos, en proceso de aprendizaje, sin duda captaron todo y no dejaron escapar detalle, pero tardaran en asimilarlo. No es unicamente la ansiada espera que bien pudo devenir en eyaculacion precoz; fue la primera vez en casa y como tal quedara en el recuerdo. Esta noche fuimos presas de algo mas que una mera seduccion; una gavilla de cuatreros enfundados en elegantes vestimentas, pero con sangre que tine de mugre, se encargaron de aniquilar los ultimos residuos de candidez e ingenuidad en materia de conciertos. Si, fue la primera vez de los Stones en este pais y valio la pena la espera. Aunque hayan pasado treinta anos. .