PAG. 26 SECCION: INTERNACIONAL CABEZA: Auschwitz: memoria y respeto. CREDITO: HERMANN TERTSCH, de El Pais, especial para El Nacional Se cumple estos dias el 50o aniversario de la liberacion del campo de exterminio de Auschwitz. Hace ya tan solo medio siglo, un mundo que se creia curado de espanto despues de cinco anos de guerra generalizada quedo paralizado por el horror de las imagenes captadas por las tropas sovieticas. Alli, en las tierras pantanosas de la Silesia polaca, se habia consumado la demostracion de que el ser humano es capaz del mal absoluto. No habia sido aquello un crimen mas de los incontables habidos en la historia del hombre. Era algo cualitativamente distinto. Lo entendieron los agotados soldados sovieticos en aquel dantesco escenario como los intelectuales europeos que no habian sucumbido ante el sueno redentor del totalitarismo nazi. Aquello no tenia precedente. No lo fueron las campanas sangrientas de Gengis Kan o Atila ni las cruzadas en Tierra Santa ni la Guerra de los Treinta Anos ni las matanzas de indios en America. Ni siquiera las liquidaciones masivas de Stalin. Algunas se cobrarian mas victimas que el nazismo. Pero en ninguna se alcanzaron cotas tan altas de eficacia criminal. En ninguna fue como en el holocausto la muerte en si objetivo no ya prioritario, sino unico de tamano esfuerzo humano. Con meticulosidad administrativa, efectividad industrial y racionalidad economica. No hubo lucha ni siquiera odio. Las victimas habian sido despojadas de los ultimos vestigios de humanidad. No merecieron ni ese minimo respeto que denota la r abia del criminal en una muerte violenta. Al cumplirse este medio siglo desde Auschwitz, son muchos los indicios de que la memoria de aquel horror se desvanece, y con ella nuestra identificacion con los pilares sobre los que se edificaron las sociedades abiertas y libres despues de la derrota del nazismo. Estos son la defensa de la democracia, las libetades y la pluralidad y la lucha contra el racismo y el fascismo de todo tipo. No puede haber tolerancia hacia la intolerancia ni concesiones al desprecio del ser humano que es el racismo. Las sociedades abiertas tienen cada vez mayores problemas para defenderse de amenazas en esta nueva y vieja Europa. Es grande la confusion provocada por los vertiginosos cambios politicos, la crisis de valores y la proliferacion de incertidumbres. En este marco, la debilidad y la falta de decision de la comunidad de Estados democraticos fomentan el resurgimiento de movimientos ultranacionalistas, tribales y antidemocraticos cuyas banderas son el racismo y la intolerancia. Alimentan su desprecio hacia la dem ocracia y el individuo. Lo demuestran los Balcanes. Pactar con nuevas y viejas formas del fascismo es darles credito y fuerza e infligir un grave dano a la coherencia y al respeto que la sociedad libre se debe a si misma. Es imposible combatir a los racistas en casa cuando se es complaciente y comprensivo con ellos fuera. Conscientes de los peligros de la amnesia historica, la Asamblea General de la ONU y la UNESCO han proclamado 1995 como Ano de la Tolerancia y el Consejo de Europa promueve una campana contra el racismo y la intolerancia. Ignorar o trivializar estos peligros es aumentarlos. La ignorancia y el miedo son los generadores de racismo; como el miedo y la mentira, las grandes bazas de los enemigos de la democracia. Tras anos de individualismo feroz parece que la juventud en Espana vuelve a mostrarse dispuesta a la movilizacion solidaria. Sea muy bienvenida siempre que vaya acompanada de la reflexion personal y politica y no manipulable por demagogos. Hacer frente a la intolerancia no solo es condenar el genocidio. Ni indignarse ante agresiones gratuitas contra los mas debiles. Es resistir la tentacion de asesinar al projimo distinto o discrepante; de fomentar prejuicios y utilizar la mentira como arma arrojadiza. Las democracias tiene que estar alerta ante las asechanzas de sus enemigos. Pero ademas, los ciudadanos debemos mantener la guardia alta para vencer a diario a ese pequeno fascista que todos llevamos dentro. Porque el respeto al individuo y la defensa del projimo humillado son la base de toda calidad democratica. Recordar a donde llevo el desprecio a los hombres victimas y verdugos en Auschwitz nos puede ayudar a respetar y respetarnos. .