SECCION ESPECTACULOS PAG. 39 BALAZO: SEGUNDA NOCHE STONE CABEZA: Cuatro instantaneas de la leyenda rodante CREDITO: XAVIER VELASCO 1. Flashback con sabor a pinon. Dos horas despues de la medianoche que dio por muerto al 16 de enero del 95, la superpulqueria La Hermosa Hortensia es el escenario de un final de fiesta: varios alumnos aventajados del profesor Jagger arremeten contra una jarra de curado de pinon. Hace poco mas de seis horas dos de ellos hicieron cierto por segunda vez el impensable sueno de preceder a los Rolling Stones en su propio escenario: un monstruo babilonico que solo puede ser pequeno frente al tamano de La Leyenda. Y ahora, mientras el senor d e las polaroids vuelve de la solitaria Plaza Garibaldi con un rollo nuevecito, los convidados a la mesa se reconocen en un sentimiento perfectamente comun: hoy, en una madrugada que por toda recomendacion ostenta una Luna obscenamente llena, todos en esta mesa somos felices. Los curados vuelan, el fotografo no descansa y las carcajadas salen hasta la calle, trastabillando como beodas euforicas. ¨Como no estar contento cuando, neutle de por medio, uno se recuerda canturreando hasta el aullido su simpatia por el Demonche desde una de las cincuenta mil butacas mas satisfechas de todo Mexico? 2. La nobleza del exceso. Jagger no solia ser carinoso. Pero su casi despotismo, esa hechizante soberbia con la que por tres decadas ha gozado del prestigio universal de ser un demonio inalcanzable y trŠs chic, se quedo en casa. Quienes lo contemplamos a Jagger no se le ve, se le contempla, y eso nadie lo sabe mejor que el en medio de una grata incredulidad, acariciar los oidos de su publico por medio de frases afectuosas proferidas en aceptable castellano, no podremos sino recordarlo como a un demonio paternal. N os guste o no, casi todos los que llegamos al autodromo para saldar una deuda con el destino somos hijos de Jagger y Richards: la unica serpiente cuyas dos cabezas llenaron de imagineria, desfachatez, delirio y rebelion los suenos y no solo los suenos de una parte tan grande de nuestra vida que sin ella muy probablemente seriamos distintos. Si alguna vez nos dijeron que las manos encallecidas reflejaban la nobleza del trabajo, ahora hemos podido confirmar en los rostros rolados y avejentados de Jagger, Ri chards, Wood y Watts aquello que a nuestros mayores se les paso decirnos: los excesos tambien dejan huellas de nobleza. (Hay, a orillas del Periferico, una cartelera que anuncia los cuatro conciertos de los Stones, con la firma del patrocinador y una recomendacion candida: Evita el exceso.) 3. Las carreras de Mick Jogger. De Not Fade Away al proverbial cerrojazo de Jumpin Jack Flash, durante 23 golpes bien asestados a la entrana de la memoria, las Piedras saben como estar a la altura de La Leyenda. Y al igual que McCartney, Pink Floyd y otros museos ambulantes, entienden que es alli, en la memoria de todos los que alguna vez los hicieron sus maestros y los supieron sus banderas, donde habita la reverencia que los acompanara hasta su muerte, y seguramente despues tambien. Dos largas, larguisimas pasarelas pe rmiten que Jagger corra como todo un jogger y, de paso, abone decenas de muecas y brincos a la cuenta de un evangelio que le ha ido quitando metros de terreno al Demonio para cederselos a la Pasion, que a final de cuentas es la unica diosa cierta en este altar. Y es la Pasion, que se retuerce en las butacas como almeja con limon, quien dice a fieles e impios que asi, a patadas, es como mejor se pasa de la histeria a la Historia. 4. La Luna y los lunaticos. Cero miradas indiferentes, cero pies quietos. Mas alla de la pantalla inmensa donde las imagenes del escenario juegan con las mas sofisticadas animaciones ciberneticas, hay varias decenas de miles de peliculas cuyas proyecciones privadas hacen del autodromo una fugaz convencion de lunaticos. Y si no fuera porque, mientras escucho Angie, no me cabe duda de que esa Luna llena que miro es toda mia, juraria que tambien a la Luna la trajeron los Stones. .