6 SEC. CIUDAD PAG. 16 CINTILLO: Anoranzas y Remembranzas CABEZA: Excursiones Bibliograficas CREDITO: Andres Henestrosa* Yo soy, siempre lo fui, asiduo de las librerias de viejo, de segunda mano, de lance, de ocasion, que de todas esas maneras se las puede llamar, y se la llama. Desde que me acuerdo, lo soy. Lo fui de "El Volador" y de la primera "Lagunilla", la que estuvo en la calle de Paraguay. En los dos viejos mercados de libros, cuadros, estampas y grabados; tazones, baules y espuelas, estribos, sillones y sillas de montar, toda indole de preciosas chucherias; ahi, digo, conoci a los mas celebres mexicanos de aquellos tiempos, ahora ya todos idos. A Genaro Estrada, Artemio de Valle-Arizpe, Felipe Teixidor y a Rafael Heliodoro Valle; a Luis Gonzalez Obregon, Victoriano Salado Alvarez, Manuel Rodriguez Lozano, Roberto Montenegro, Jorge Enciso, a Diego Rivera, en fin. Muchos de ellos en "El Volador" y en "La Lagunilla", formaron o acabaron de hacer sus bibliotecas, algunos Teixidor tuvo en "El Volador" un puesto de libros; otros, Estrada, quiza ahi tuviera alguna de las ocurrencias de su Pero Galin; otros encontraron inspiracion y tema para sus colaboraciones periodisticas y para sus cronicas volanderas. Yo, siempre que pude, adquiri algunas piezas, de las que alguna se salvo del incendio que consiste en cambiar frecuentemente de domicilio. ¨Del trato de algunos de aquellos escritores, a quienes di la mano, me vino la idea de hacerme escritor, periodista, cronista? Quiza. A veces, lo creo. Las librerias de viejo ya no son lo que fueron; los vendedores de libros viejos, los librovejeros, si se puede decir asi, tampoco. Ahora son, salvo excepciones, solo eso, vendedores de libros: ya solo los conocen por fuera, fisicamente, se diria. Aquellos, no: tambien los conocian por dentro. A eso, quiza, se debiera que algunos terminaran escritores, bibliografos, antologos. Quien lee, vende, edita libros, los escribe. A todos recuerdo, evoco, al pergenar estas remembranzas y anoranzas. A uno lo hago con su nombre: Leonardo Duarte a quien conoci muy jovencito, dependiente de los primeros Porrua, de larga, lustre descendencia de libreros y editores. Duarte, en cuanto pudo y con el auxilio de sus patrones, puso libreria aparte, la que recuerdo, en la esquina de la Avenida Hidalgo y calle de Zarco, ahora desaparecida, por este tasajeo de la ciudad que han dado algunos de nuestros regentes. Duarte, al igual que muchos libreros de viejo cosas que no he logrado explicarme pertenecia a alguna secta, practicaba alguna extrana doctrina. Hombre bueno, generoso, maestro en cortesias. Al mediodia ocupaba una banca de la Alameda Central, frente a su establecimiento. Lo hare me dijo un dia hasta que logre que uno de estos pajarillos de la Alameda se pose en mi hombro. Y, cosa que no dejo de asombrarme, logro. Poco tiempo despues murio mi amigo Leopoldo Duarte. Su libreria, "Libros Escogidos", la heredo su hijo, Leopoldo Duarte, como el padre, hombre bueno, cordial, conocedor de los libros, en su doble condicion: fisica y espiritual. Duarte el menor, se fue pronto, porque quiso... Pero esta es otra historia. Quede para otra ocasion contarla. Hasta aqui, por hoy, amable lector. *Escritor .