2 SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: Dias exasperados CREDITO: Gustavo Hirales M. Vivimos, lo que ya se esta haciendo costumbre, dias enrarecidos. En un ambiente sobrepolitizado, impera la suspicacia, la desconfianza, la sospecha y el rumor, que imperceptiblemente se vuelve parte de nuestra idiosincrasia nacional. Entre la gente de mi generacion, no hay quien se acuerde de un inicio de sexenio mas desafortunado que este. Debido a la devaluacion y sus nefastos efectos, la imagen presidencial se ha debilitado tremendamente, y se afirma en amplios sectores de la opinion publica la idea de un no gobierno, de un vacio de poder. Uno mismo, que se pretende mesurado, de repente cede a la tentacion de hacerse eco de la irritacion social, de unirse al ejercito de los indignados y exasperados, antes que someter las cosas y los hechos al esfuerzo del analisis y la reflexion. De una cosa, sin embargo, si podemos estar ciertos: el arreglo politico y economico que conocimos, el llamado sistema politico mexicano, se ha ido para no volver, entre el humo de las salvas zapatistas y el estruendo de los desbarrancos del peso y de la bolsa. Se acabo porque las fuerzas que lo sostenian cambiaron, porque las fuerzas que se le oponian crecieron, y en particular porque, al hacer un uso extremo de las facultades y virtualidades que se le reconocian a la presidencia de la Republica, en el afan de mantener al sistema esencialmente el mismo, Carlos Salinas de Gortari termino por hacerlo inviable. Ahora muchos le exigen a Zedillo, en caso de que quiera recuperar el liderazgo perdido, o en la eventualidad de asumir realmente la presidencia, que "rompa" de tajo con Salinas y el salinismo. Exigen medidas espectaculares, ejemplares, en contra del ex presidente y su herencia. Pienso que al margen de las responsabilidades que se le puedan fincar al ex mandatario y a su equipo por los errores y excesos cometidos, los levantadores de cadalzos pierden de vista una cuestion fundamental: que, en lo esencial, Zedillo ya ha estado rompiendo, no solo con Salinas, sino con los modos y la tradicion del "sistema". Ernesto Zedillo, al contrario de Salinas, impulsa una profunda reforma del PRI que implica, en lo esencial, dos cuestiones: que deje de ser el partido del presidente y que deje de depender de los fondos y apoyos publicos para su subsistencia. Pero sabe, al mismo tiempo, que el impulso decisivo para la reforma del PRI no vendra tanto desde dentro del mismo partido, sino desde afuera, desde el entorno politico y social. Por ello impulsa, con entusiasmo digno de mejores frutos, una reforma electoral y politica global que termine de una vez por todas con los anacronismos y excepcionalidades "historicas" del sistema politico mexicano. Zedillo rompe con el tradicional monolitismo del Poder Ejecutivo Federal, al nombrar en la Procuraduria General de la Republica a un destacado militante de la oposicion, inaugurando asi, en Mexico, la etapa de los gobiernos plurales. El Presidente establece desde antes de tomar posesion de su cargo, contactos y relaciones con todas las fuerzas del espectro politico, incluido el EZLN. Rompe el tabu de la relacion con el PRD y se esfuerza por incorporar a este partido a las tareas de la corresponsabilidad de gobierno. Ernesto Zedillo esta dispuesto a examinar toda propuesta, toda demanda y toda reivindicacion que, con el animo de llegar a acuerdos, se le presente. De alli su apoyo a un proyecto de reformas democraticas que tiene en su centro la reforma electoral, pero que no se agota en ella. Y el problema que ha estorbado el que se avance mas rapido en estos terrenos es doble: de una parte las fuerzas de la oposicion no estaban preparadas para estas iniciativas, y piden tiempo para pensarlas y discutirlas internamente; de la otra, los conflictos regionales siguen metiendo mucho ruido en la maduracion de los acuerdos. El Presidente va a las camaras del Congreso, impulsa el dialogo y la concertacion con partidos e instituciones republicanas, revalua el papel de estas y proyecta, con ello, el diseno de un presidencialismo acotado, de un presidencialismo acotado, de un presidencialismo sin el halo ceremonioso y cortesano del pasado, de un presidencialismo plebeyo y de un presidencialismo democratico. El mensaje es claro: este Presidente ira a donde tenga que ir, hablara con quien tenga que hablar, en orden, a encontrar las bases y los puntos de amarre de una nueva institucionalidad, democratica y republicana, para Mexico. Y todo este esfuerzo, todos estos gestos que viniendo del Presidente de Mexico son de la mayor trascendencia institucional y politica, quedan sepultados, hundidos debajo de los escombros de la confianza y de la perdida de credibilidad que fue el motivo y el saldo de la devaluacion del peso. Pero muchos de los indignados, que al mismo tiempo son entusiastas apoyadores de la "muerte digna" y del milenarista "todo para todos", ni siquiera se percatan de cuanto influyeron los excesos de sus admirados comandantes y subcomandantes para empujar la economia mexicana al precipicio. Es un exceso decir que Marcos desbarranco al peso, pero es plenamente comprobable que el encadenamiento de una serie de hechos de violencia y escandalo politico fueron decisivos para precipitarnos en la actual situacion. Por supuesto que se cometieron errores por parte de los encargados de la conduccion economica del pais, pero ninguno de esos errores, ni todos en su conjunto, hubieran sido suficientes para producir la catastrofe, si no hubieran intervenido los actores del 94: el EZLN, Manuel Camacho, Mario Aburto, de nuevo Marcos, Manuel Munoz Rocha y el ex subprocurador Ruiz Massieu. La confianza de los inversionistas no se perdio por el manejo economico, sino por la sucesion de hechos de violencia politica que parecian no tener fin; el ultimo de ellos, la "ofensiva" del EZLN del 29 de diciembre, que en efecto "trono" al peso. Es importante tener conciencia de estas realidades para que nuestras acciones reconozcan un piso de responsabilidad y un techo de seriedad politica. De otra manera, el pais seguira en el pendiente (Ļo tobogan?) y nosotros seguiremos muy quitados de la pena, echando pestes del gobierno y regocijandonos en la ingobernabilidad y en la perdida de credibilidad... de los otros. Hay que apoyar al Presidente, hay que apoyar a Ernesto Zedillo, no acriticamente, no cortesanamente, sino realmente, criticamente, defendiendo cada quien sus posiciones, pero haciendo todos nuestro mejor esfuerzo para superar los problemas, y reconociendo, de entrada, que estamos en el mismo barco, y que si este gobierno fracasa en restablecer el orden economico y la gobernabilidad, el que venga detras gobernara sobre ruinas. *Politologo .