SECCION ESPECTACULOS PAG. 40 BALAZO: PRIMERA LECTURA CABEZA: Tres polacos que transformaron la escena CREDITO: MALKAH RABELL Cuando se habla de la literatura polaca moderna surgen de inmediato tres nombres agrupados por la fantasia de la critica bajo el calificativo de "terceto polaco". Ellos son: Witold Gombrowicz, Bruno Schultz y Stanislaw Ignacy Witkiewicz. Los hermana el estilo y el destino. La obra de los tres fue, en el transcurso de sus vidas, mal conocida y mal comprendida, y los tres desde sus distintos puntos de vista anunciaban ya el teatro del absurdo, y en general toda la literatura de las decadas cincuenta-setent a. Witold Gombrowicz llego a conquistar bastante popularidad antes de morir. Fue descubierto por la critica francesa por los anos sesenta, cuando aun vivia ignorado y pobre en la lejana Argentina, pais que habia elegido un poco al azar al huir de Polonia, despues de la ocupacion alemana. Bruno Schultz fue asesinado por los SS en algun gueto del Este; nunca se supo donde descansan sus restos. En cuanto a Witkiewicz, se suicido al iniciarse la guerra, no, como podria suponerse, por el avance del ejercito aleman , ni por la destruccion de Varsovia por ese mismo ejercito, sino, como buen polaco de la derecha, ante la noticia del avance sovietico. Quiza se comprenda mejor su actitud al echar una mirada retrospectiva sobre su vida. Nacido en 1885, en Varsovia, hizo su servicio militar en la Guardia Imperial del zar Nicolas II; tomo parte con bastante frecuencia en las orgias, "a lo ruso", en los casinos de oficiales; asistio al nacimiento de la Revolucion de Octubre y vio de cerca la guerra civil, y entre las dos guerras fue el nino terrible de las vanguardias literarias polacas y de los salones artisticos, entregado a la droga y a toda clase de exces os. Varsovia lo conocia mas por su vida escandalosa que por su obra, segun cuenta el joven novelista polaco Terlecki, quien eligio la figura de su compatriota como personaje principal de su novela Gwiazda Piolum. El protagonista, en medio de una Polonia anegada en sangre por los nazis, huye hacia el Este en compania de una joven. Esta huida semeja una larga caminata por el infierno, no solo por el infierno de la guerra, sino sobre todo el averno agazapado en el alma del personaje. Este tiene la conviccion de que la terrible catastrofe a la que asiste arrasara a toda Europa y su cultura. Como sabe que la actual transformacion del mundo es una necesidad historica, y que por lo mismo seria absurdo oponersele, decide el egir la muerte en la que lo acompana su joven amiga. Resulta dificil saber hasta donde esta interpretacion de Terlecki corresponde a los verdaderos sentimientos que embargaron a Witkiewicz en aquellos tragicos momentos. Pintor prodigioso hijo de un pintor de fama, teorico del arte, autor de unas 30 obras de teatro, de las cuales solo una fue representada por Madeleine Renaud, La madre, en el teatro Recamier, y otra estrenada en Mexico por Manuel Montero. Polemista despiadado y ardiente, donde sobre todo cuidaba su aspecto de filosofo, Witkiewicz poseia un salvaje barroquismo creativo, una riqueza imaginativa y una potencia de pensamiento que ninguno de sus companeros de la troika ("trio") ha logrado sobrepasar. Su teatro preconizo un mundo metafisico donde la realidad surge en forma de parabola, al estilo de Beckett, y ataca los formalismos del lenguaje al estilo de Ionesco. Algunos criticos de su pais lo han emparentado con Adamov y hasta con Sartre. Quiza con el primero lo ligan ciertos rasgos de polemista. En ambos existe un sentimiento de hallarse frente al apocalipsis. Pero mientras Witkiewicz ve ese fin del mundo en el futuro, Adamov busca sus raices en el ayer. "Para mi escribio Witkiewicz a los 27 anos la vida siempre sera monstruosa, y cada acontecimiento de mi existencia me confirma esta opinion". Este hombre que llevaba el apocalipsis en si mismo, no pudo menos que elegir el camino de la muerte, cuando de pronto vio sus propias premoniciones hechas realidad. .